“Obra del demonio”: invocación a la bailarina Pina Bausch en el Cervantes

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    Obra del demonio
    Foto: Ailén Garelli
Danza contemporánea

“Obra del demonio”: invocación a la bailarina Pina Bausch en el Cervantes

02 Octubre 2022

El Ciclo Invocaciones desembarca en la sala María Guerrero del Teatro Nacional Cervantes con su invocación XI. Meyerhold, Jarry, Brecht, Artaud, Pasolini, Kantor, Fassbinder, Discépolo, Stanislavski, Lorca y Pina Bausch rasgaron el siglo XX con sus obras. Como artistas, suprimieron cualquier principio de orden heredado. Se encontraron con el poder revolucionario de la escena.

(Mercedes Halfon)

AGENCIA PACO URONDO entrevistó a Diana Szeinblum, directora de Obra del demonio, en el marco del Ciclo Invocaciones, que llega así a la sala María Guerrero del Teatro Nacional Cervantes con su Invocación XI. Por distintas razones esta obra es un gran acontecimiento, ya que se dan tres situaciones por primera vez: que el Ciclo Invocaciones indague en el terreno de la danza, que se asocie al Teatro Cervantes y que este teatro produzca una obra de danza contemporánea para su sala principal, dedicándole una temporada completa.

Agencia Paco Urondo: Obra del demonio es parte del ciclo Invocaciones. Con el acento en esta acción de invocar: convocar, recurrir, apelar. ¿En cuántos sentidos invocás a Pina Bausch en esta obra / acontecimiento? ¿Qué Pina y qué Diana, de las tantas posibles, entran en diálogo?

Diana Szeimblun: Yo diría que más que un diálogo es un reencuentro. Estudié en la escuela de Pina, luego me invitaron a participar de un grupo que era su semillero y finalmente trabajé como bailarina en la compañía unos cuatro años. Bailé en La consagración de la primavera y con esa obra también viajé. Ella fue mi maestra. Después con mis prácticas, mis lecturas y mis experiencias empecé a irme para otros lados, otras búsquedas, aunque hay algo de lo aprendido que nunca abandoné: la rigurosidad y su mirada del mundo es algo que me impregnó para siempre.

Muchas cosas permanecen, en mi trabajo y en mi vida, de lo que aprendí de ella, pero mi práctica evolucionó y para mí volver a hacer algo sobre Pina fue como retomar un encuentro con ella. Ya había abandonado de alguna manera su forma de trabajar, de una dramaturgia más abierta, más poética, más de imagen. Mi búsqueda derivó hacia algo más conceptual, filosófico, aunque siempre trabajé la imagen, a pesar de nuestras condiciones de producción, que no me permitían realizar puestas muy complejas, de semejantes magnitudes, como eran las de Pina. Las restricciones de realización hicieron que mi trabajo se limite a lo que podía. Desde el estreno de mi obra Secreto y Malibú en el 2000 acá en Argentina, es la primera vez que me convocan para que llevar a cabo una producción grande.

APU: ¿Entonces de alguna manera se pone en juego una conversación maestro - discípulo, como un modo de invocación? 

D.S.: Claro, por supuesto. Y no solo eso sino también un homenaje. Es un honor volver a sus pensamientos, a su trabajo atravesado por la perspectiva de mi generación y la generación de coreógrafos que llamé; es retornar a Pina, ya que toda la danza está perforada por su visión. Es un antes y un después. Reverbera en todos. Si sos de, si no sos de. Porque Pina atravesó algo, es una escisión en nuestro lenguaje, sin lugar a dudas. Todos estamos cargando con su trabajo, pero hemos tenido que seguir nuestros caminos y abandonarla porque fue tan pregnante... Volver a encontrarla fue hermoso. Yo no sé si ella estará muy contenta (risas) porque ha sido todo tan difícil que pienso: ella no debe estar tan feliz.

APU: Otro plano de esta invocación, es el diálogo con el elenco, los artistas que componen el equipo que convocaste y que invocaste ¿Qué conversación entre ellos y vos en la construcción de Obra del demonio?

D.S.: Cuando me convocaron del Ciclo Invocaciones para mí fue todo un desafío pensar qué gente llamar, porque había varias posibilidades. Posibilidades en relación a lo generacional: la generación que vivió Pina, la generación que está después y que recibió la herencia de Pina y ya vinieron con esa apertura y los más jóvenes, que quizás ni la conocen. A quiénes llamar, ya que todas las opciones, por una o por otra razón, me tentaban.

Finalmente me decidí por el equipo con el cual más afinidad tengo en nuestras prácticas, en nuestras formas de pensar el trabajo y porque me parecía que estaban en el medio y eran los que podían invocar a Pina. Porque los que la conocemos trabajaríamos en relación a lo que sabemos, los que no la conocen no saben ni qué, en cambio ellos podían traer algo del pasado y hacerlo futuro, de alguna manera. Y, por supuesto, porque son los artistas que más me interesan en este momento. Y otro corte es que no buscaba sólo bailarines (todos lo somos), sino gente interesada en pensar coreográficamente y reflexionar sobre sus propias prácticas. 

APU: ¿Y con respecto a la propuesta plástica de la escena?

D.S.: Sabía que tenía que trabajar una imagen sumamente potente, pero también sentía que mi trabajo estaba tan reducido en los últimos años que me costaba pensarlo y quería unirme a alguien que tuviera eso muy frondosamente. Y ahí apareció Eduardo Basualdo, un artista plástico que trabaja en grandes escalas, y era lo que yo necesitaba. Y que coincidió con la búsqueda de Eduardo con el foil como material y toda su potencia plástica a nivel movimiento. Y el universo plástico que Basualdo nos propuso nos inspiró, y tenía mucho que ver con el mundo de la pandemia, con la muerte, con la respiración.  Mundos en contacto. Invocaciones.

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Diana Szeinblum
Foto: Ailén Garelli

APU: Otra capa de este gesto de invocar es la relación con el lugar, el espacio y la institución -el Teatro Cervantes - que los aloja. ¿Cómo fue el desarrollo de este diálogo?

D.S.: El que nos alojó fue Sebastián Blutrach, director artístico del Cervantes al momento de convocarme. Después él se fue. En tantos años del Cervantes es la primera vez que el teatro hace una producción y una temporada en danza y eso, por supuesto, tiene su complejidad. Producir en danza es diferente a hacerlo en teatro, sabemos que manejamos categorías distintas. Esto fue un aprendizaje también, para la institución y para nosotros.

Desde el manejo de los objetos en escena, la necesidad de la danza de trabajar con los materiales, no en un "como si": manipular, mover, accionar en relación al espacio y los objetos, la necesidad de la materia para trabajar con el cuerpo. En esa relación con el lugar que nos alojó es importante el aprendizaje acerca de los modos de producción en la danza,  diferentes y específicos. Esa sería la discusión. Y en esta tensión, hoy, siento que pudimos hacerlo con todas las complicaciones que atravesamos, y eso me llena de alegría.

APU: Interesante esto de la relación compleja con los lugares...

D.S.: Y haber llegado y sentir el reconocimiento del público me hace estar entre extasiada y sorprendida.

“La rigurosidad y la mirada del mundo de Pina Bausch es algo que me impregnó para siempre”.

APU: Otro matiz de estas Invocaciones, es la relación de la obra con el contexto. ¿Qué diálogo sentís que hay entre el universo Pina Bausch y el universo Diana Szeimblun, en relación al momento histórico en el que acontecen sus obras, el aire de época que rodea a cada una y su manera de aparecer en Obra del demonio?

D.S.: Bueno, hablábamos un poco de la Pina queer, lo que Pina se perdió de esta nueva época. Su trabajo era, para nuestra forma de ver ahora, sumamente binario. Poder salirse de esa práctica también era importante. El lugar de la mujer y del hombre que ella tenía, aunque puso en escena a hombres con vestidos, tocó ciertas claves, pero estaba en otro momento histórico. Entonces se trataba de encontrar su mundo poético, esa dramaturgia de imagen, la posibilidad de ver poesía en su trabajo: un poco tocar el mundo de Pina pero con los cánones de hoy en día.

APU: Y en un juego con el tiempo, ¿cómo te imaginas la invocación de la danza de hoy a la del futuro, a la que todavía no es; en términos políticos y artísticos, en qué sentido poder invocar lo "por venir”?

D.S.: También pienso, partiendo de una idea de Pina, en dejar de ver al bailarín como un repetidor de ochos y coreografías, pura forma. Y como ella subrayar la subjetividad del artista como única e ineludible forma de colaboración creativa. Hay algo en nuestro lenguaje que tiene que ver con el cuerpo, con la percepción, con la conexión con la materia, con la conexión con la ecología: creo que tenemos una clave ahí, deberíamos ser más consultados, porque nuestra forma de relacionarnos con el mundo puede aportar algo.

APU: Por el lado del pensamiento político y artístico...

D.S.: Sí, del cuerpo, de la política, del arte. Cómo hacer para que el cuerpo esté delante de la palabra, aunque siempre está la palabra también y ahí hay un juego interesante para pensar el futuro, en esa relación.

APU: En esa provocación también, tal vez el futuro como incitación y potencia, hablaste mucho de la relación con los maestros.

D.S.: Sí, claro, el futuro como incitación: una relación a construir.

Obra del demonio Invocación XI-Bausch se presenta de jueves a domingos a las 20 horas en el Teatro Nacional Cervantes.

Intérpretes y coreografía: Celia Argüello Rena, Pablo Castronovo, Hernán Franco, Iván Haidar, Bárbara Hang, Josefina Imfeld, Alina Marinelli, Margarita Molfino, Andrés Molina, Quillen Mut, Rodolfo Opazo, Florencia Vecino, Diego Velázquez.

Concepto escenográfico basado en la obra de Eduardo Basualdo.

Música original en escena y diseño sonoro: Ulises Conti.

Diseño escenográfico: Cecilia Zuvialde en colaboración con Eduardo Basualdo.

 Anteproyecto escenográfico: Laura Gamberg.

Diseño de vestuario: Damasia Arias.

Diseño de iluminación: Alejandro Le Roux.

Asistente de iluminación: Facundo David.

Anteproyecto de iluminación: David Seldes.

Colaboración artística: Damiana Poggi.

Coreografía, dramaturgia y dirección: Diana Szeinblum.

Curaduría y coordinación general del Ciclo Invocaciones: Mercedes Halfon y Carolina Martín Ferro.