Los pueblos originarios presentes en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata

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Los pueblos originarios presentes en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata

09 Diciembre 2018

Por Nadia Pérez

Las propuestas que se sumaron y nos sirven para reflexionar sobre la actualidad de los pueblos originarios son: Chuva é cantoria na aldeia dos mortos (The Dead and the Others), dirigida por João Salaviza y Renée Nader Messora, por la competencia internacional y El árbol negro, de Máximo Ciambella y Damián Coluccio, por la competencia Argentina.

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El primer filme nos adentra en las vivencias de un joven perteneciente a la comunidad indígena Krahô en el norte de Brasil que experimenta la aparición de su padre como un acto revelador a partir del cual se desencadenan una serie de sucesos importantes para su vida. Ihjãc -su nombre aborigen- con tan solo 15 años vive una realidad muy distinta a la de cualquier otro chico brasileño: tiene esposa, un hijo y se le devela místicamente su rol de chamán. Esta atribución, sumada a la tarea de organizar la ceremonia fúnebre de su padre, desatan conflictos internos en él y por lo tanto decide escaparse a la ciudad. Desde allí el registro etnográfico, que se desarrolla en la primera parte de la película, pasa a cobrar sentido en esta segunda instancia donde se muestra el contexto actual en el que están inmersos los habitantes de Krahô.

Henrique Ihjãc Krahô utiliza su primer nombre -su denominación para la sociedad blanca- para presentarse en una institución médica por sus dolencias, pero allí se establece un conflicto; el malestar espiritual no tiene síntomas físicos “detectables” para la medicina, por lo que no le pueden resolver el problema. En ese momento encontramos una exacerbación de un Otro, una marcada diferencia identitaria entre ambas culturas que podemos percibir en esta secuencia marcada por la peŕdida de relación del plano espiritual de los “blancos” y una exclusión constante desde el sistema hacia los habitantes de los pueblos originarios.

Los valores, la trascendencia de la muerte y su relación con la naturaleza van a estar presentes constantemente en las imágenes de este filme.

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El recurso de la ficción funciona como elemento disparador en ambas películas: en Chuva é cantoria na aldeia dos mortos nos adentramos a través de la experiencia de Henrique Ihjãc Krahô y en El árbol negro el puntapié inicial es el relato de una leyenda ancestral que, haciendo alusión al título, cuenta la historia de un árbol que unía cielo y tierra antes de que se desencadenara un gran incendio. En este filme dirigido también por una dupla de jóvenes directores -Máximo Ciambella y Damián Coluccio- retratan a una de las comunidades Qom en Formosa. Para ello resulta imprescindible la mirada de Martín, un pastor de cabras que nos invita a conocer su cotidianeidad y la relación que mantiene con los demás, documentado con cámara testigo.

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A diferencia de la comunidad Krahô, la relación de los Qom con la sociedad aparece de una manera activa, ya que poseen un vocero y se muestra la participación en la vida política a través de asambleas y charlas acerca de cómo accionar para reclamar por sus derechos. Sin embargo, aparece nuevamente la Otredad en un pasaje donde mencionan que “la cultura y la costumbre son de los Qom y las leyes pertenecen a los blancos”, una separación simbólica y material.

Ambos filmes tratan con mucha delicadeza y sencillez el recorrido por las comunidades a través de la interpretación individual y colectiva de la vida. Los planos que describen los paisajes nos muestran el entorno natural frente al de la ciudad y nos devuelve una mirada actual de los integrantes de los pueblos originarios, no como piezas de museos sino como actores activos. Dos películas en las que vale la pena sumergirse y reflexionar sobre nuestro presente y la persistencia de la Otredad en nuestras sociedades.