Libro “Lo inmediato”: reflexiones para un mundo en urgencia

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Ensayos

Libro “Lo inmediato”: reflexiones para un mundo en urgencia

11 Septiembre 2022

En definitiva, se trata de capturar las fantasías

que constituyen nuestras realidades.

E.D.

La actualidad, lo contemporáneo, lo inmediato, tales las características temporales con las que la realidad se impone en lo que Esteban Dipaola llama en Lo inmediato: “la nueva normalidad”. Esta “nueva” normalidad es la que organiza nuestras vidas luego de ese acontecimiento que no por haber sido previsible deja de ser sumamente traumático: la pandemia —la ciencia ficción se cansó de anunciar este mundo en el que los virus se trasmiten a la misma velocidad que la información, y la ciencia misma lo previó, desde por lo menos la irrupción del HIV pasando por la “vaca loca” y tantos otros virus que afectaron la vida global durante las últimas décadas.

Tiene razón Dipaola entonces cuando afirma que la pandemia no inventó nuevos dispositivos ni tampoco los lazos sociales y afectivos que ellos generan, pero sí los puso en evidencia, incluso los volvió inevitables. De un día para el otro todos, pero principalmente los niños, vieron que todo ese orden de control y prohibición que rodeaban a los aparatos o medios de información de masas (desde la obsoleta televisión hasta los smartphones y las tablets) se derrumbó, poniendo sobre la mesa la hipocresía de esos discursos “cuidadores”. Hace tiempo que la filosofía de la técnica viene tratando de comprender esa imbricación o acoplamiento entre los seres humanos y los medios.

Esteban hace hincapié en el desfasaje de los discursos teóricos, que suelen tener una relación de añoranza con un mundo pasado y perdido que ya no podremos recuperar —y que tal vez nunca existió. Esta es una perspectiva sensible para reflexionar sobre una sociedad que desea salir de la tormenta lo más rápido posible y haciendo de cuenta que la tormenta nunca existió. No va a ser tan fácil.

¿Cuáles fueron y cuáles son aún las marcas de esta tormenta virósica que nos desoló? Como dice Dipaola, una transformación en nuestra concepción del tiempo, donde si bien el Apocalipsis no va a ocurrir, las personas vivimos “como si siempre estuviera pasando”. ¿Cuántos interrogantes se desprenden de este hiato en la interpretación, no? Entre otras cuestiones de este Apocalipsis deseado se encuentra el calentamiento global, al cual Dipaola le dedica un capítulo.

Lo inmediato nos propone reflexiones para nada simples sobre esta nueva concepción del tiempo, que pendula entre lo inmediato y lo urgente, es decir, un tiempo sin tiempo. Sin duda que esta temporalidad trastocada afecta al lazo social, es decir el vínculo mínimo por el cual una sociedad es lo que es. Dipaola ofrece varias figuras para entender a esta sociedad, desde el hedonista posmoderno hasta el indignado que valora todo desde sus propios criterios morales, es decir, desde la incapacidad para reflexionar desde otro punto de vista que no sea el suyo. Esto ocurriría de un lado y del otro lado de la “grieta”, palabra que no aparece en el libro de Dipaola. No es que me guste esa palabra maniquea ni mucho menos, pero llamémoslo como lo llamemos, lo cierto es que cada vez se pone más en evidencia que nuestra sociedad está atravesada por dos discursos totalmente contradictorios, que hasta parecen referirse a dos  realidades diferentes: donde unos ven libertad, los otros ven encarcelamiento; donde unos ven cuidado, otros ven interferencia en la vida privada, y así. Si queremos tener una mínima pre-visión del futuro, no podemos desconocer esta fractura social y psíquica que no es nueva, pero va tomando perfiles irreconciliables. ¿Cuáles son los imaginarios que hacen que perdure un lazo social esencialmente liquidado?

“Esta nueva concepción del tiempo pendula entre lo inmediato y lo urgente, es decir, un tiempo sin tiempo”

Hay muchos temas e ideas para reflexionar en el libro de Dipaola. Reflexionar significa también marcar las diferencias. Voy a indicar la que me parece la principal diferencia entre su análisis sociológico de la realidad, y el que podría hacer yo desde mi formación en el estudio de los medios de información de masas. Tenemos que esperar casi hasta llegar a los dos tercios del libro para que aparezca alguna palabra que remita a los medios de comunicación, los auténticos actores fundamentales del tiempo pandémico: sin medios de comunicación evolucionados como los que tuvimos, no solo no hubiera sido posible la pandemia; si hubiera habido pandemia igual, no la hubiéramos podido tolerar.

Lo que la pandemia puso en evidencia es que sin una reflexión profunda y en serio, sin partidismos, sin añoranzas, de los medios, en especial del gran multimedia que conglomeró o “devoró” a todos los otros medios, el smartphone (término que no aparece ni una vez en el libro), va a haber algo fundamental de esta “nueva normalidad”, de esta realidad virósica que vivimos que se nos va a escapar. Los medios no son simples mediadores entre los individuos o entre los individuos y la realidad, sino que los medios producen realidad y generan afectos que son similares, pero a la vez distintos a los afectos de la antigua realidad premediática (la realidad que contiene a la televisión, por ejemplo). En este quiasmo también tal vez se halla el aleph que como un viejo video clip nos presenta una realidad que se está fisurando, una realidad esquizoide que no podemos entender desde los parámetros propuestos por una sociedad premediática. En este sentido, como dice Esteban, “Lo virtual es una dimensión de la realidad que funda visibilidades específicas y dirigidas … una nueva visibilidad que señala la (no tan) distinción entre nuestra realidad y sus virtualidades”. Dejando de lado la equívoca significación que supone ese paréntesis, y subrayando el hallazgo conceptual de Esteban con el término “producciones imaginales”, la distinción entre nuestra realidad y sus virtualidades es justamente lo que exige una interrogación, pues hoy esa realidad que todos y todas damos por descontada como fondo irreductible es lo que está puesto en cuestión, al saberla amenazada y atravesada por virus mortales y pantallas inteligentes. Ahora sabemos que más importante que los virus que afectan a nuestras máquinas son los virus que nos descorporizan y nos matan a nosotros/as, seres de carne y hueso protegidos por preservativos de plástico. No olvidemos que la naturaleza humana es la más plástica de las naturalezas concebibles.