Hay que tener coraje con la palabra
Por Victoria Palacios I “El poema es la cárcel de la voz, le ofrece metáforas, elementos de adorno, pero si el tipo no es capaz de abrirse paso entre barrotes, suena, hace poesía. Hay que buscarle la vuelta para no aumentar la inflación del lirismo. A mí me gusta leer a los líricos, pero cuando empiezan a macanear, ¿viste?...Hay que poner al lector como parte de la cosa, salir de la cosa fácil, y sobre todo, tener coraje con la palabra”.
Leónidas Lamborguini en: www.revistalamasmedula.com.ar
Casi como parafraseando su voz poética pero entendiendo este parafraseo como un desfraseo y no como un método de composición, como un balbuceo dirán los críticos, un roer el hueso de lo oprimido de la Historia Literaria, para desenmarcar la palabra de su literariedad y mostrar su alcance político, Leonidas, el poeta de Las patas en la fuente, reconstruía con diferentes matices y tradiciones, la relación entre Política, Literatura e Historia en cada uno de sus libros.
Fragmento de "El solicitante descolocado" (Ediciones De la Flor, 1971. Libros de Tierra Firme, 1989):
El solicitante descolocado
Desempleado
buscando ese mango hasta más no poder
me faltó la energía la pata ancha
aburrido hace meses, la miseria
busco ahora trabajo en la era atómica
dentro o fuera del ramo
si es posible.
Todos los días abro el mundo
un jardín de esperanzas
en la sección empleados
voy clasificándome
atento
este aviso me pide.
Entonces
a escribir con pasión y buena letra
adherido con lealtad
—ser claro—
escucho el ruego del ruiseñor
uniendo lo primitivo a lo culto
la inspiración a la escuela
trato de seducir
con mis antecedentes.
Solicitud detállame
el que suscribe
práctico en desorganizar
está deseando
ganarse un pan en tu establecimiento
hombre de empresa
casilla de correos.
El saboteador arrepentido
En mi rostro está escrita la aceptada
renuncia
tanto vil ostracismo
después supe
el trabajo es salud, es factor
dignifica
y lo otro es el crimen
la poesía maldita
Yo era el brazo derecho ahora no soy nada
Esta guitarra cae ya
volcada de mi alma
su última nota
espera.
El solicitante descolocado
Telegrama-respuesta
"Preséntese
mañana en alpargatas
sin ningún compromiso, limpio
de polvo y paja".
Allá estaré fenómeno
necesito ya urgente
un par de medias, camiseta
y calzoncillos aptos.
En la cola
he llegado hasta aquí
al borde
del seré examinado
repaso mentalmente la historia
que repito.
(Mi especialidad es
de hombre orquesta
hace un corto intervalo que no trabajo
me fueron
por mi propia voluntad)
Frente a la psicotécnica
pregunta acelerando
rápida
llega a mi pasado.
Me deschava:
—En el departamento
atrasando día a día
el reloj
cinco tipos tirados
viviendo como chanchos
perdiendo
poco a poco la vergüenza
la decencia y la moral
una habitación
un aire viciado
cocina y baño.
—Fue la época de las grandes peleas
los ayunos
los empeños la venta
del refrigerador inmaculado
y es mejor no recordar.
Para sumar a gatas
—me arrastro—
no sé más quién soy
yo el antiguo encargado no funciono.
NO INSISTA EN SU PEDIDO PRESENTANDO NUEVAS SOLICITUDES.
Me voy
a descular hormigas
buscando la estabilidad
el sueldo por convenios
un horario que corra
oremus
jubilación y vacaciones pagas.
El solicitante y el saboteador
—Al Divino Botón
Oh Exito Integral sobreponiéndote
a los bocinazos del maligno
oye este jeremido
concédenos
la tierra protegida
dormir perfectamente en pedo
donde florezcan
los
Extasis
El Solicitante y el Saboteador del público
se despiden
1, 2, 3
explotando
do re mi fa sol la
sí!
poniendo en marcha la
fábrica.
[...]
Con respecto a esta poética del balbuceo Juan Sasturain nos dice: "El procedimiento de Lamborghini es sacarse cosas. No es el mítico “poeta popular” que trae la voz no contaminada de retórica y habla “el lenguaje de la gente”. Eso no existe. No está desnudo ni descalzo cuando empieza a contar / cantar. Tiene toda la Poesía, todas las palabras, los discursos circulantes –prestigiosos y profanos– a su disposición. Y desde ahí busca un registro, un tono, una manera, una tradición viva a la que adscribirse sin carnet ni compromiso. Pero no busca “su” voz. Por eso, Leónidas se saca la pilcha, el uniforme verbal y conceptual de poeta lírico / vanguardista. Establecido y –descamisado– queda en cueros, libre y en casa, cómodo para disfrazarse, ser otro y el mismo, gesticular frente al espejo y los demás. Por eso, se saca los zapatos y las medias de la retórica a la moda y mete las patas desnudas en las fuentes, en las entreveradas aguas bautismales de la poesía.[¨...]Precisamente, lo de poeta sacado y sacador no es mala definición para este Leónidas impar. A muchos los / nos sacó del silencio ensimismado: primero nos hizo detenernos a escuchar; después nos ayudó a poder decir algo –ilusamente propio– que será siempre un poco suyo".
En su obra prevalece un gesto de transgresión política más que histórica, su fascinación por la historia se encuentra en el peronismo como la expresión viva de transgresión y rebeldía de los excluidos. Ese gesto subversivo es el mismo que moviliza la reposición del “cuerpo gaucho” en su lectura sobre el valor de la risa en la poesía gauchesca y que Nicolás Rosa definió, a partir de su irrupción, como género polémico, y de resistencia. Esta conciencia, que proviene de una experiencia, recuperando el espacio de lo vivido, recupera para la poesía su poder transformador de la realidad:
De Santillán
-Ví a Kosteki caer ensagrentado
y acudí a cubrirlo: caí, como él,
muerto por la jauría policial.
Ni muertos, ni vivos; ahora nos vemos
en la memoria del puente que cortamos,
haciendo memoria como hacíamos pan:
contra el olvido que nos pide paso.
En: La risa canalla (o la moral del bufón). Editorial Paradiso, Buenos Aires, 2004.