Hacer visible lo invisible o ¿qué me define como afrodescendiente?

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Hacer visible lo invisible o ¿qué me define como afrodescendiente?

08 Noviembre 2020

Por Marcos Bauzá* | Ilustración: Nora Patrich

Fijate de qué lado de la mecha te encontrás

                                                                                                                                           Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota

Por decisión del autor el artículo contiene lenguaje inclusivo. 

La vez pasada hice un posteo en Facebook que borré, un poco porque se rieron de mí y otro poco porque me sentí demasiado presionado socialmente por relatar que entre mis ancestros hay fenotipos que no se expresaron y que tienen sus orígenes en África. Mi abuela materna era hija de una mujer que al parecer descendía de esclavos. Fue traída de Brasil, en algún momento de su vida.

Retrato de mi amada abuela materna: Justa Saracho de Páez, fallecida en 2010.

Hice público mi relato para dar mi voz contra todo tipo de discriminación, incluso la racial. Todos somos un gran crisol cultural, hermoso en su diversidad y debemos abrazarlo. El último mes estuve realizando un taller sobre la negritud, personas afrodescendientes y la cultura afro por invitación de un compañero periodista de la AGENCIA PACO URONDO. ¡Estuvo genial! Haciendo ese taller descubrí lo bien que me siento al estar en contacto con personas de origen africano. De hecho, me siento muy cómodo en Brasil. Todes saben eso. Incluso las cosas se fueron dando de modo tal que están por publicarme en una antología en portugués en una editorial de São Paulo, aparecí en una revista carioca de poesía y participé recientemente del FLUP en un programa cultural de las periferias en un canal de televisión de la Red O Globo, que en breve será subido a las redes sociales. Charlo a diario con gente de Angola y Ghana, sobre todo de música urbana y poesía. No niego mis orígenes afro. Los abrazo. Abrazo esa negritud hermosa que me atraviesa culturalmente. Lo hago por amor a mis ancestros y también porque creo que el racismo apesta. Siempre lo sentí así. Es algo que simplemente no va conmigo. La cuestión es que entre otras cosas en las que estoy trabajando: mi EP de trap, un libro de poemas titulado 30 poemas para ser leídos a bordo de la Estación Espacial Internacional, mi presentación en la grilla principal del Festival Internacional de Poesía de Rosario, el ciclo de poesía Vamos Viendo, la curaduría de poetas tucumanxs para la página de Facebook, mi aporte a que el puerto no importe o mi militancia en La Cámpora; ahora me embarqué en crear una organización de estudios negros donde reivindico las culturas afro, los aportes de estas a nuestro país y me siento muy coherente y feliz con esa decisión. Empecé por escribir este dossier sobre mi experiencia de visibilización positiva de mis fenotipos africanos no expresados, preguntándome sobre qué me define como afrodescendiente y en otra pieza de investigación hablaré sobre Bernardo de Monteagudo; el prócer latinoamericano nacido en Tucumán sobre el cual diversas investigaciones señalan sus rasgos étnicos como de ese origen. Esto es necesario porque para vivir en una sociedad mejor, con vistas al futuro de nuestra nación, debemos pensar en los aportes de las diferentes culturas que nos conforman. Visibilizar esos ancestros y sus aportes a nuestra historia nos permitirá algún día superar el racismo y la discriminación que aún persisten en el seno de nuestra sociedad.

Una vez, mi amada coprovinciana Mercedes Sosa habló de su origen Calchaquí; también advirtió de sus orígenes indígenas Atahualpa Yupanqui en algunos de sus poemas; Juan Domingo Perón comentó varias veces en algunas entrevistas sobre sus ancestros tehuelches y quechuas e incluso hay investigaciones que señalan el origen guaraní de José de San Martín.

Rodolfo Kusch, un gran filósofo argentino, nos enseñó a pensarnos desde la noción del “estar” más que desde la idea griega del “ser” y este simple e inmenso gesto intelectual nos acerca a las comunidades originarias de nuestra América. Es vital reflexionar sobre estas cosas. Debemos desterrar esa errada idea que los argentinos y argentinas solo descendemos de los barcos de quiénes emigraron de diversos puntos de Europa. Nuestra realidad es más compleja. Somos un bello crisol de culturas, algunas anteriores a la llegada de los españoles a nuestras tierras y otras posteriores que incluyen a los esclavos africanos que fueron traídos aquí bajo criterios colonialistas. Debemos aclarar nuestros pensamientos y repensar qué queremos construir como nación. ¿Queremos una nación predominantemente blanca, aria, europeizante y hegemónica, o queremos una nación múltiple y diversa que abrace a los pueblos originarios y las personas afrodescendientes que conforman nuestra sociedad, también?

El concepto de hegemonía es marxista. Se puede rastrear a partir de una expresión de Karl Marx en el Manifiesto comunista donde dijo que: "…las ideas de una época son las ideas de la clase dominante". Luego Louis Pierre Althusser desarrolló cómo funcionan dichos aparatos de dominación ideológica y luego vino Antonio Gramsci a hablarnos de la idea de hegemonía. Stuart Hall amplió estos conceptos en La importancia de Gramsci para el estudio de la raza y la etnicidad y luego continuaron estas ideas otrxs tantxs filósofxs.

Tenemos un gran desafío delante nuestro. Repensarnos, releer nuestra historia, volver sobre nuestros pasos. Investigar un poco sobre genética y sobre la expresión o no de ciertos fenotipos en los seres humanos. Necesitamos construirnos socialmente a partir de la diversidad. Como sociedad, debemos pensar en la idea de superar la discriminación.

Recuerdo que en 1999 se develó el genoma humano. Fue un gran acontecimiento científico, en el planeta Tierra. Descubrimos que el 99.99% de todos los genes humanos es compartido. Esto significa que las variaciones fenotípicas y culturales de cada conjunto social son las que en definitiva van construyéndonos y constituyéndonos como los seres sociales que somos. Discriminar está mal. Somos todos iguales genéticamente y culturalmente diversos. Nuestros genes pueden expresarse fenotípicamente de distintas maneras y exteriorizar rasgos como el color de nuestra piel, nuestros ojos, altura, peso, formas de cráneos o pies, etcétera, pero los humanos somos lo que somos porque socialmente nos vamos constituyendo como tales, bajo diferentes expresiones culturales. Entender esto es vital para dejar atrás la discriminación.

Yo elijo quedarme con el grato recuerdo de mi abuela materna. Justa, le decíamos. Ella tenía sus secretos. Me legó algunos. Hacía un guiso de arroz maravilloso. Me enseñó a ponerle un chorrito de limón para generar un sabor único en el paladar. Verla repulgar empanadas, era un verdadero placer. Su sonrisa era grande, inmensa, amorosa. Siempre la llevaré en mi corazón. El color de mi piel es blanco, mi pelo es lacio y mi nariz es pequeña. Todos son fenotipos de mis otros ancestros europeos pero muy adentro de mi corazón me habita un latido, un sonido negro, antiguo, de algún tambor que me lleva a bailar con alegría y vivir intensamente, como si mi vida fuese un carnaval y mi barrio una escola do samba. ¡Ay, abuela! ¡Tus empanadas tucumanas de carne cortada a cuchillo nunca tendrán parangón! ¡Gracias por cuidarme a mí y a mi hermano y formarme como buena persona y enseñarme que el racismo y el fascismo no deben ser tolerados!

*Marcos Bauzá: militante nacional y popular, artista visual y poeta. Reciente fundador de La Bernardo de Monteagudo: estudios negros.