Escribir en la sed

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Escribir en la sed

11 Febrero 2017

Por Viviana Ayilef

He leído en la sed múltiples enciclopedias, compendios, ensayos. Presencié conferencias, simposios, discursos. Observé imágenes, documentales, escenas. Pero a escuchar aprendí en la poesía. Por ella entendí la rebelión, el sonido, la fuerza. Lo inapelable de la poesía es la palabra al desnudo que asedia.

En la poesía mapuche encontré lo que en mí persistía del universo en pedazos que se me había extraviado. Hallé la madre en las mujeres de lluvia de Liliana Ancalao. Supe los hijos del tiempo en ese Colipán que mira como si la sencillez habitara sus ojos. Entendí lo empoderado del cuerpo con Roxana Rupailaf. La política del cuerpo con David Añiñir. Sentí el aroma irrecusable Chihuailaf. El país de la infancia en Huinao. En Huirimilla palpé la urgencia. El calor de la sangre en Huenún. El corazón que palpita en Lienlaf.

Epistemología mapuche. Sentir-pensar. Decir-hacer. Todo un cosmos que tiembla y agita en la palabra de bruces sobre un espanto de siglos. Piedras en el estanque. Voces que vienen del sueño y sin dueños. Pewmas de Pinda.

Pienso en la poesía mapuche y en todo lo que me ha permitido. En ese kimün que despierta y hace remolino en mi mestizaje. Escribo al amparo de este castellano padre por el desamparo de mi lengua madre. Quiero decir: seco la lágrima de una palabra en ausencia para trazar en la noche un trueno que pueda surcar mi memoria olvidada. Recordar: volver a pasar por el corazón el tiempo del niño.

Quisiera escribir sobre la poesía de los mencionados. Mi corazón tiene palabras para cada uno de ellos. También sobre los poetas que en el apuro del tiempo olvido. Al azar, sin embargo, mi memoria evoca unos versos de Añiñir Guilitraro. Dicen: “ir al hueso/ sin asco, con ajo/ puñalada certera/ a la médula/ a la hiel/ con verso punzante/ a la tráquea/ a la yugular/ bajo la piel/ con certeza/ con dolor/ sin tristeza/ con amor y odio/ con ternura/ sin vergüenza/ con verdad/ con templanza”. Feley.

En occidente, los manifiestos estéticos tienen valor programático. Dicen sobre un estilo, una perspectiva, una ideología. Pienso ese poema “Hacerla cortita” del poeta mapurbe y escucho un grito en el tiempo. Por eso aprendí a escuchar y sentir la poesía en mi sed.

Al calor del asfalto en que escribo, entre los ruidos que asedian todo pensamiento, contaminada por los gases tóxicos de ALUAR en Chubut, amenazada por un estigma que sangra en el Lof Cushamen, sé que la palabra desnuda de los poetas mapuche es el agua que mana de un logos. Una memoria que puede. Una memoria que arde. Piedra que rompe y salpica, que duele y despierta el muro y el barro que somos.