"De cara al sol", la novela que todo sobreviviente de Cromañón debería leer

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"De cara al sol", la novela que todo sobreviviente de Cromañón debería leer

04 Abril 2021

Por Rodrigo Lugones

Por decisión del autor el artículo contiene lenguaje inclusivo.

Yo quiero salir del mundo
Por la puerta natural:
En un carro de hojas verdes
A morir me han de llevar.

No me pongan en lo oscuro
A morir como un traidor;
Yo soy bueno, y como bueno
Moriré de cara al Sol!


José Martí

De cara al sol, la primera novela de la escritora Leticia Martínez, publicada por Gerania editora, podría ser la novela de mi generación. Existen una incontable cantidad de coincidencias felices y trágicas que (lo descubrí al leerla), me unen a ella. Geografías compartidas, escenarios, barrios. Un micro universo que compartimos con la autora, sin habernos conocido, y que logró (d)escribir para buscar resolver el agujero que perfora todo lo que escapa a la comprensión y el control, lo que falla; lo que falta. 

De cara al sol es una novela breve. Muy dinámica; de lectura rápida. Las referencias a los medios de comunicación y su cobertura sobre la tragedia de Cromañón son amorales. La autora se ocupó de hacer a un lado los juicios de valor. Sólo nos va a aportar datos para contextualizar el drama que le tocó vivir a su generación, su pequeña historia personal que es trauma social e individual. Así podrá contrastar los discursos que circularon y circulan alrededor de ese acontecimiento, con el discurso que nos va a entregar en éste volumen tan intenso y hermoso.

Una prosa que por momentos es profundamente poética, y por momentos, muy resolutiva a los efectos de contar lo que tiene para contar, sin más.

Organizar lo fragmentado en un relato es posible gracias a la inscripción. Sin embargo el dilema con el trauma es que no tiene inscripción posible. Ahí es, entonces, donde aparece el Arte.

Vivimos la vida en un presente continuo. No organizamos los acontecimientos de manera cronológica, como en un relato. Simplemente los vivimos, (a menos que estemos advertidos de esto). En este sentido, se puede entender, que el ejercicio de la escritura autobiográfica es liberador en la medida en que ayuda a organizar toda esa fragmentación que brota de cada página.

Luego de la tragedia, Santos Fontanet, va a cantar, en una canción que lleva por título "Siempre un poco más" (canción que contiene la pregunta que reiteradas veces se enuncia a sí misma Martínez: “¿Cuánto más?”, la misma pregunta que se formula el Homero de Viejas Locas): ¿Cuánto voy a tardar en juntar los pedazos de este rompecabezas que es mi historia que no tiene final?

Martínez encuentra la respuesta a esta pregunta convirtiéndose en escritora. Así es como la llama sagrada de la memoria de los muertos permanece encendida para volver a pasar por el corazón, sin detenerse en una melancolía patológica autodestructiva.

La primera impresión al leerla es que esta es la novela que todx sobreviviente que quiera dejar de serlo debería leer. No es fácil, desde luego. Hay que animársele al pánico que producen los duelos. Es salir a dar un paseo con la muerte… y la muerte no te viene a buscar con falda floreada.

En sus páginas están Los Redondos, pero también el Pity y toda la escena del rocanrol de finales de los 90 y principios de los 2000. Lxs hijxs de la expulsión de la producción y el trabajo arriesgándose a hacer música, aunque eso les cueste el hambre, o la vida. Corriéndose de los tres destinos comunes que esperan cuando uno se sumerge sin preguntárselo en una vida que sólo se queda en el barrio y sus passwords: la muerte, la cárcel o la locura.

Si tenés suerte, tal vez la fábrica. Pero desde los 70 la fábrica es la agencia, y la agencia te deriva con la fábrica (hasta que después de los 6 meses, te pasan a otra... si es que, una vez más, tenés suerte).

De cara al sol, es también la transformación personal y corporal que experimenta una mujer que tiene que construirse una vida después de un trauma que no para de recordar y necesita olvidar para poder dejar de ser esa y pasar a ser otra (es un viaje que da cuenta de un pasaje). También los problemas de la maternidad y la lógica de la propiedad, bajo la espada del control de los cuerpos, tangencialmente enhebran el hilo conductor de la psicología del personaje principal que está entre la muerte y la vida: entre duelar y dar a luz.

Una historia de adolescentes que salieron a buscar la vida, con alcohol, pastillas, marihuana, cocaína, éxtasis o sexo y rocanrol y vieron lo real cara a cara, en su forma más bestial y aterradora. Los cuerpos apilados. La piel tiznada. La inesperada transformación de la víctima en héroe cuando ingresa en reiteradas ocasiones a salvar a otrx, sin saber quién es ese otrx a quién le está entregando el divino don de la segunda oportunidad de existir.

La continuidad de la vida que realmente vale la pena (y - ¡por supuesto!- la infinita alegría), a partir del gesto más desinteresado y elevado al que unx joven puede aspirar en tiempos de hedonismo depresivo: arriesgar su vida para salvar la de otrx. Es que existe una injusticia suprema velada que se esconde tras el juicio de valor que los medios tejieron sobre el público del rocanrol barrial. Una cuidada y velada operación ideológica "sarmientina".

Lxs bárbaros jóvenes del conurbano profundo o de la periferia porteña (esxs a quienes hoy les dicen "marrones"), no sólo soportaron una tragedia, sino que salvaron, en sus actos, en medio del oscuro reinado de la muerte, a quienes por esos actos, finalmente no murieron.

Esta novela nos pone a conversar con los últimos 15 años de la Argentina y sobre las posibilidades, sueños y escenarios de los y las jóvenes de aquel país que también es este.

Están la política, el rock, los bares y boliches, las discusiones epocales, el monólogo interior, la profundidad existencialista sartreana traducida en lenguaje fácil de entender y más aún de explicar. El dolor y la auto-percepción de los errores y límites que toda generación encuentra cuando se enfrenta cara a cara con su era.

Basta recordar uno de los dilemas frente a los cuales se choca la protagonista, que no es más que el dilema de todo aquel que debe decidir hasta donde sí y hasta donde no en relación a su origen. Si optar estar con un pie en el barrio, y con otro más allá. O quedarse, para comprobar que a nuestro lado nadie queda, que todos se fueron ya: a fin de cuentas, es una vieja discusión que arrastra la juventud rockera argentina desde los 60: “Lo importante no es de dónde vienes, lo importante es a dónde vas”.

Por supuesto, lo importante es qué podemos hacer con lo que han hecho de nosotros, no sólo nuestras novelas familiares, sino las condiciones estructurales que nos moldean con sus permanentes grilletes.

Existió un Wittgenstein que escribió, a propósito de los horrores de la guerra que sufrió en carne viva (cito de memoria): “Aquello de lo que no se puede hablar, es mejor callar”. Esta novela es un claro ejemplo de que para poder olvidar es preciso que aquello que no se puede decir, no se pueda callar. Que encuentre las vías de su inscripción. Después de todo es el arte quién está para velar la falta, más allá de los frágiles (y no tanto) límites de la existencia.

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Para conseguir el libro, enviar un mail a gerania.ed@gmail.com o contactarse con Gerania Editora a través de sus redes sociales.