Celsa Mel Gowland: "En el rock, que nació contracultural y transgresor, muy pocas mujeres se pueden subir a los escenarios"

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Celsa Mel Gowland: "En el rock, que nació contracultural y transgresor, muy pocas mujeres se pueden subir a los escenarios"

10 Noviembre 2019

Por Mariano Nieva

 

Celsa Mel Gowland es cantante, compositora y activa militante política. En diálogo con el programa radial El Jardín de los Presentes (FM Zoe 107.1) y AGENCIA PACO URONDO hizo un repaso del estado actual del proyecto sobre cupo femenino en la música, que aguarda su sanción definitiva en la Cámara de Diputados. Además, repasó los principales momentos de su destacada trayectoria.Resultado de imagen para celsa mel gowland

Agencia Paco Urondo: Tu padre fue muy importante en los primeros pasos con la música. Hasta que llegó a tus manos un simple de Janis Joplin. ¿Cuáles son los recuerdos que te quedan de aquella época?

Celsa Mel Gowland: Yo era muy chiquita cuando acompañaba a mi papá a un criadero de pollos que tenía en Florencio Varela. Él acostumbraba tocar la armónica para los sapos en la noche. Les daba de fumar. Un delirante.

Recuerdo que mientras lo escuchaba. Mi padre me quería convencer a mis tres años que los sapitos eran buenos. Y yo los veía horribles. Así que de ahí supongo que viene mi fobia para con ellos. Mirá que soy bióloga. Amo las arañas y las cucarachas. Pero con los sapos no puedo. Me superan.

Hasta que efectivamente y juntado las monedas. Compré el simple de Janis Joplin que traía de un lado el tema “Cray baby” y del otro “Me and Bobby McGee”. Y cuando escuché cantar a esa mujer algo me pasó. Por entonces tendría unos 10 u 11 años. Ponía el disco a cada rato. Lo gastaba. Me la pasaba cantando en mi casa pero nadie me daba bola.

Audio: escuchá la entrevista completa (El Jardín de los Presentes)

APU: La siguiente etapa de tu vida estuvo atravesada por la última dictadura militar. Y con los riesgos que esto suponía.

CMG: Absolutamente. Siendo ya más grande nos reuníamos a hacer canciones con los chicxs del barrio en la casa dónde vivía con mi familia. Como hice el secundario entre 1973 y 1977 la dictadura nos agarró en la mitad. Así que no estábamos tanto en la calle por seguridad.

Más tarde, y ya estando en la facultad de Ciencias Exactas. Mis compañeros, entre los que estaba el que más tarde iba a ser mi marido. Me dijeron que realmente cantaba muy bien. Así que me aconsejaron que me ponga las pilas. De esta manera empecé a cantar y a tocar con amigos más seriamente digamos.

APU: Tu paso por la Universidad te va a dar la posibilidad también de conocer a Miguel Zavaleta, con quien vas a compartir luego algunos proyectos musicales.

CMG: Es cierto, en la Universidad conocí a mucha gente y entre ellas a Miguel Zavaleta. Con él armé una banda que se llamaba Inquilinato. Un grupo de 11 personas que se movía en el mismo circuito de otros proyectos que había como Bubu y Ring Club. En dónde además de Miguel estaba Daniel Melingo. Todos ellos además hacían música performática. Estilo al cual se está volviendo ahora.

Zavaleta después formó Suéter y me convocó para hacer voces junto a Fabiana Cantilo. Así que puedo decir que ese fue mi primer laburo profesional.

APU: Hasta que llega el turno de formar Metrópoli, una banda que, teniendo en cuenta la lucha y las reivindicaciones de hoy, fue pionera en términos de igualdad de género.

CMG: Metrópoli era una banda absolutamente igualitaria sí. Recuerdo que cuando con Isabel De Sebastián que venía de Las Bay Biscuits pusimos un aviso en la revista Pelo buscando guitarristas. Aparecieron Richard Coleman y Ulises Butrón. Y terminamos conformando un grupo con esas características. A partir de ahí comenzamos a hacer temas que eran una verdadera apuesta. Nos divertíamos muchísimo. Nunca olvido los vestuarios hechos con partes de lavarropas.

APU: Todo muy artesanal, muy de la época, sin la parafernalia que vino mucho después y que en ocasiones termina dominando los shows en vivo.

CMG: Claro. Ahora tenés la tecnología. Con Isabel la otra vez nos acordábamos cuando vimos por primera vez un neón. Aquí en la Argentina no había. Una vez hicimos una escenografía tipo persiana americana con Metrópoli en el Stud Free Pub. La armó Juan Lepes. Por aquel tiempo pareja de Isa y dueño de Palladium. Recuerdo que utilizó pintura flúo y con la iluminación que le agregó. Parecían verdaderas luces de neón. En aquel entonces era todo completamente artesanal.

APU: Después vino tu participación en el Festival organizado por la Rock & Pop, donde compartiste escenario con grandes figuras locales e internacionales. Y te enfrentaste por primera vez a una multitud. ¿Qué nos podés contar de esa noche en el estadio de Vélez Sarsfield?

CMG: Cuando fue el festival que organizó la Rock & Pop en el estadio de Vélez en 1985. Isabel y yo que habíamos sido invitadas por Virus para hacer coros en su set. Nos habíamos hecho unos vestidos como de cristal. Los confeccionamos envolviéndonos con un rollo de papel celofán que conseguimos. Y que tuvimos que traer en bondi desde una fábrica ubicada en Avellaneda.

Hay una anécdota terrible de aquella noche también. Por aquel tiempo hay que tener en cuenta que las bandas no teníamos colectivos para movernos de un lado a otro. No existía nada de eso. Es más, se hacían giras en micros de línea o en tren como lo hicimos alguna vez con Luis Alberto Spinetta.

La cosa fue así. Imaginate esa noche increíble del 11 de octubre en que además de nosotrxs. La grilla estaba integrada por Nina Hagen, Los Abuelos de la Nada, GIT y Fito Páez. Por la tarde, salimos todos juntos para el estadio en cinco taxis desde la casa de la vestuarista de los chicos de Virus que se llamaba Adriana San Román. Una genia. Nosotras estábamos encargadas de llevar los vestuarios en uno de los autos.

Llegamos eufóricas. Sentíamos que nos íbamos a comer el mundo. Bajamos las cosas, pagamos y el taxi se fue. Al instante nos dimos cuenta de que parte de la ropa para el show había quedado en el baúl del coche de alquiler. Nos queríamos morir. Nos sentamos las dos en el cordón de la vereda a llorar desconsoladas. Cómo le decimos a Federico Moura que no tenía sus camisas de seda hechas especialmente para esa noche.

Pero afortunadamente la historia tuvo un final feliz. El taxista necesitó parar a unas cuadras a cargar combustible y enseguida se dió cuenta que tenia con él parte de nuestro vestuario. Así que de inmediato volvió y nos encontró ahí sentadas. Cuando vimos estacionar el taxi frente a nosotras abrazamos agradecidas al chofer. Y terminamos invitándolo junto a su mujer y sus hijos al show.

APU: ¿Se enteró alguna vez Federico de lo que había pasado con su vestuario? ¿Se lo pudieron contar?

CMG: SÍ, después se lo contamos. Fue tremendo. A partir de aquella experiencia tengo pesadillas recurrentes. Sueño que llego a lugares para actuar y estoy desnuda. Sin ropa para salir a escena.

APU: A los ’80 se los ve con fascinación y con cierta épica también. Tal vez, por todo lo que lo que le dió a la contracultura. ¿Cómo viviste vos esa década siendo parte de la movida?

CMG: Los ochenta fueron una época muy interesante. Sobre todo para los que nos movíamos en lugares como el Parakultural. Ese reducto regenteado por Omar Viola que albergaba a Batato Barea, Humberto Tortonose, Los Melli y Las Gambas al Ajillo entre tantxs otrxs. Una época muy rica. Lo que más recuerdo de la música de los ‘80 era que todos queríamos tocar mucho y bien. Si había algo que distinguía a aquellos años era que las bandas ensayaban y le dedicaban mucho tiempo a los instrumentos. Un ejemplo de lo que digo eran los Abuelos de la Nada. Todos grandes músicos.

Luego los ‘90 cambiaron todo eso. Comenzó otra expresión. Sonidos que venían de otras partes. Más low fi. Más crudo. Todo más despojado. Como una cosa más decadente, artísticamente hablando. Sin embargo, así entiendo además, que son los avances y los retrocesos del arte.

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Hacia una ley de cupo 

APU: EL Rock anida históricamente y muy a pesar nuestro un profundo machismo. ¿Te costó hacer pie en una escena dominada por hombres?

CMG: No me daba mucho cuenta sabes. Si bien no sentía tanto en carne propia la discriminación. Sabía que existía. Los lugares que había para tocar eran pocos y los ocupábamos. Hoy reflexionando con Patricia Sosa y con algunas otras chicas de la Mesa de Ley de Cupo.

Caíamos en la cuenta de cómo nos habíamos masculinizado para poder conquistar esos espacios. Patricia da cuenta claramente de esto por su experiencia en La Torre. Por otro lado, Lucrecia Martel, la directora de cine, hace poco decía que las mujeres con carácter fuimos las que pudimos avanzar un poco. Pero éramos la excepción. Para poder abrirte camino te tenías que plantar abiertamente con los tipos. Eso era triste también. Lo que sucede ahora es que creció muchísimo la actividad de la mujer. El año pasado, por caso, la marca Fender se vio obligada a cambiar su política de publicidad de sus guitarras porque el 72% se las compraron chicas.

Entonces, los productores y organizadores de los festivales arrastran una inercia de que las mujeres no venden y no convocan. No cortan tickets. Y todo eso ya es viejo.

APU: Las desafortunadas declaraciones de José Palazzo, donde pone en duda el talento de las mujeres, tampoco ayudan demasiado.

CMG: Sin entrar en la discusión de lo que significa tener talento. ¿Sabés la cantidad de hombres que no lo tienen y que están sobre los escenarios? No queremos discutir con nuestros músicos compañeros ese tipo de cosas. Somos todxs trabajadorxs de la cultura. Pero parece que las mujeres siempre tenemos que tener un plus. Si no tocamos y cantamos mejor que los tipos no entramos en consideración. Hay que terminar con eso.

Nosotras no queríamos señalar ningún festival en particular hasta que salió esa nota de José Palazzo, productor del Cosquín Rock, con esas declaraciones tan desafortunadas. Por suerte, las chicas de Eruca Sativa, Lula Bertoldi, su cantante y guitarrista, y Brenda Martín, encargada del bajo y los coros, le entregaron en mano al empresario un listado con 90 bandas y solistas integradas por mujeres. Que podrían haber estado tranquilamente en los escenarios del evento que se organiza en esa zona de la provincia de Córdoba.

A partir de ahí Palazzo cambió sus dichos. Asegurando que el año próximo lo iba a programar de manera diferente. Así que esperemos que eso suceda. Porque si bien este es un reclamo de género también es laboral. Y esto es fundamental.

APU: Fabiana Cantilo, con todo lo que significa, tuvo hace muy poco su primera tapa en la que se supone es la revista de rock más importante del país, como la Rolling Stone ¿Qué pensás de esto y de los medios de comunicación en general?

CMG: Andrea Álvarez decía la otra vez cuando salió esa tapa de RS: con el 10% de lo que hizo Fabi Cantilo muchos hombres construyeron toda una carrera importantísima en la música. Y ella, en la que se supone es la revista más importante del ambiente, recién tuvo su primera portada con casi 60 años de edad. Esas son las injusticias del machismo en el circuito del rock.

Y con respecto a los medios de comunicación en general, no tengo duda de que en los últimos años hemos sido claramente sus víctimas. Porque construyeron una realidad paralela. Una post verdad. Sin embargo vemos que no siempre triunfan. Y aunque muchas veces sintamos que estamos en fuerte desventaja el pueblo no se engaña ni come vidrio. De todas maneras algo tenemos que hacer. Tuvimos alguna vez una Ley de Medios que apuntaba entre otras cosas a prohibir los monopolios. Pero todo se fue al diablo.

APU: Ley de Cupo Femenino ya cuenta con media sanción por parte del Senado de la Nación. ¿Contanos como surgió la idea del proyecto que llevan adelante con el colectivo artístico de mujeres?

CMG: Nosotras somos las primeras a los que no les gusta tener que plantear una Ley de Cupo para poder actuar. En la política tuvo que pasar algo similar para que las mujeres podamos tener más participación. Con mis compañeras artistas pensamos este proyecto como una herramienta de transición hasta que se naturalice y se haga visible el reclamo. Y finalmente, sea común el lugar más proporcional de las músicas en los festivales.

Comenzamos a trabajar en la ley luego de celebrar el 23 de enero de 2018 el Día Nacional de la Música. Fecha que habíamos propuesto desde el INAMU (Instituto Nacional de la Música). Donde yo era vicepresidenta. Para celebrar el nacimiento de Spinetta.

Al poco tiempo, hicimos un debate en la televisión con referentes de distintos estilos de música. Estuvieron Barbarita Palacios por el folclore, Mariana Bianchini, Isabel de Sebastián y quien te habla por el rock. Y Elbi Olalla, que es pianista de Altertango. Allí, nos pusimos a discutir las causas de la desigualdad. Por qué las mujeres tardan el doble de años que los hombres en recorrer los mismos pasos de una trayectoria.

Por supuesto que hay cosas que no vamos a poder cambiar. Y que demoran ese recorrido artístico para nosotras como son las tareas de cuidar a los hijxs, cuando somos madres, por ejemplo. Entonces en ese encuentro televisivo Elbi plantea la necesidad de hacer una ley de cupo. Isabel y yo saltamos preguntándole "¿Te parece? Va a ser tomado como una obligación". Entonces ella nos responde que si no lo hacemos, esta situación no va a cambiar ni en los próximos 50 años.

Música: escuchá Celsa Mel Gowland + Nu Jazz

APU: Y cuando comenzaron a trabajar en la Ley. ¿Con qué realidad se encontraron con respecto a la cantidad de mujeres sobre los escenarios?

CMG: Comenzamos haciendo un trabajo estadístico. Analizamos los 46 festivales más importantes del país de distintos estilos musicales. Abarcando seis regiones culturales. Y los resultados fueron horribles.En los principales encuentros de tango vimos que si bien los hay enteramente masculinos la proporción está más repartida entre hombre y mujeres. Un poco también porque lxs músicxs que integran las orquestas de por sí son numerosxs. De todos modos, la desigualdad se nota en la convocatoria para las voces. Porque no se llaman cantoras a participar.

En el folclore la diferencia de género es enorme y pavorosa. Hay grandes festivales en distintas regiones geográficas y culturales de nuestro país que duran tres días y que tienen menos del 10 % de mujeres en escena. Y en el rock, un género que nació contracultural, contestatario, transgresor y para romper paradigmas, existen menos del 5% de mujeres arriba de los escenarios. Entonces eso es lo tenemos que modificar.

Por otro lado, la importancia de crear escenarios más igualitarios y heterogéneos es para construir sentido también. Queremos lograr con esa convivencia de trabajadorxs de la cultura que se encuentran y comparten juntos en los camarines y en las giras; que se pueda luchar contra la violencia, el maltrato y los abusos que nos atraviesan. Y que a las mujeres nos lleva a veces hasta la muerte.

APU: Teniendo una mirada más amplia. ¿Sentís que las mujeres en este período transcurrido fueron ganando otros espacios, como resultado de tantas luchas y reivindicaciones?

CMG: Sí, totalmente. Por ejemplo, al calor de la lucha por la ley de IVE (Interrupción Voluntaria del Embarazo). Se formaron 32 agrupaciones femeninas de músicas en el país .Y se fundó la Red de Mujeres en el Sonido. Además, creció mucho el número de chicas participantes en el SATE (Sindicato Argentino de Técnicos Escénicos) que nuclea a nuestros queridos plomos, sonidistas, asistentes de escenarios e iluminadores. En ese organismo podes comprobar como en las asambleas cada vez son más las mujeres que participan.

También en ASI (Asociación de Sellos Independientes) y dentro de AATIA, (Asociación de Ingenieros y Técnicos en Audio) la participación femenina está creciendo organizadamente. Así que siento que algo está cambiando.

Yo salgo mucho a ver colegas. El otro día vi un show de Lucy Patané que me voló la cabeza. Y ella tiene sonidista mujer. A veces cuando discutimos con algunos productores nos dicen que ante nuestros reclamos hagamos nuestro propio festival. Y nosotras no queremos caer en eso. Claro que las mujeres podemos generar nuestros propios conciertos . De hecho lo hacemos. Pero no está bueno. Tenemos que construir entre todos y todas.

APU: Dentro de este panorama alentador que describís: tal vez, el próximo paso a dar, sea que las mujeres puedan conquistar más puestos de decisión.

CMG: Justamente hace unos días fuimos con Hilda Lizarazu, Pampi Torre y Mavi Díaz a un programa de la TV Pública. Y las compañeras que allí trabajan nos decían que en canal 7 hay muchas mujeres trabajando. Tanto en producción y en conducción. Pero ninguna, por ejemplo, es productora ejecutiva. Tienen como un techo. Lo mismo pasa en la música académica.

En los cuerpos estables es más parejo porque ahí se concursa para entrar y si a la mujer la dejan concursar, demuestra lo que es. Pero por otro lado, se desestima y se desalienta a que lleguen a ser directoras de orquesta.

APU: El Feminismo, como todo proceso revolucionario, también genera resistencias. ¿Cómo estás viviendo este tiempo de cambios que tiene a las mujeres como grandes protagonistas?

CMG: Siento que estoy viviendo un tiempo muy rico, donde existen varios feminismos. No uno solo. Algunos son más esencialistas y otros más punitivitas. Estos últimos, llevados adelante por compañeras a las que comprendo. Porque muchas de ellas han sufrido abusos. Por eso creo que el patriarcado tiene que caer, porque a las mujeres no nos conviene y a ustedes, los varones, tampoco.

Por eso, desde que planteamos la Ley de Cupo intentamos por medio de una serie de artículos hacer algo que sea lo más inclusivo posible. Es cierto que en estos meses transcurridos realmente pasaron tantas cosas que deberíamos hacer algunas modificaciones. Pero de todos modos, cuando salga va a ser una ley muy buena. Sobre todo, para muchas mujeres músicas que están en las provincias.

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Música en la Isla Maciel

APU: Otro proyecto que te tiene muy activa y comprometida es la Orquesta La Pandilla, que integran pibes y pibas de la Isla Maciel. ¿Contanos esa historia?

CMG: En 2017, el padre Paco Olveira nos comentó a un grupo de músicxs que la Isla Maciel, lugar en donde él trabajaba, había tenido un ensamble en 2014 que pertenecía al Programa de Orquestas Infanto-Juveniles del Bicentenario. Ese proyecto funcionaba puntualmente en una escuela técnica de Avellaneda. Cuando el colegio se tuvo que mudar a Wilde se llevó la orquesta, y los chicxs de Maciel que participaban se quedaron sin esa posibilidad. Porque al ser un barrio vulnerable lxs pibxs no tenían los medios para poder viajar.

Por su parte, el padre Paco seguía teniendo el sueño de volver a armar otro proyecto similar. Por eso guardó un violín en un placard. Era todo lo que había quedado de la orquesta. Así que pusimos manos a la obra. Se armó una mesa de trabajo con la UNDAV (Universidad Nacional de Avellaneda), con la asociación La Guitarra, que tiene más de 20 años de trayectoria. con la fundación Isla Maciel y con este grupo de músicxs de la que estoy orgullosa de pertenecer.

Las primeras violas y los violines fueron una donación de AADI (Asociación Argentina de Intérpretes), a los que vamos a estar agradecidxs siempre. Además, hicimos festivales en el Teatro Roma y en la Sala Caras y Caretas para juntar fondos. Y con algunas otras actividades compramos más instrumentos. 

APU: Y una vez equipados, solo faltaba abrir el espacio y comenzar.

CMG: Exacto. Así fue que en agosto de 2018 logramos tener todo listo. En seguida se abrieron las puertas de un viejo club llamado La Pandilla, ubicado en la propia Isla. Y llegaron los primeros 8 niñxs. Ese día los profesores Bernardo Sherman, el Pollo Fuertes y Hugo Maldonado pusieron los instrumentos sobre una mesa. Y lxs chiquitxs a medida que ingresaban iban eligiendo el que más le gustaba o llamaba su atención. Hoy la orquesta tiene 27 miembros. Que van desde los 6 hasta los 15 en promedio de edad.

APU: Además, hay que decir que en estos últimos años, las políticas de corte neoliberal que implementó el gobierno de Macri desfinanciaron mucho estos espacios tan importantes de inclusión.

CMG: Totalmente. Por eso, además, quiero agregar que ya pasado un año de trabajo seguimos juntando fondos para poder sostener el espacio. Contamos con cinco profes, de los ocho que se necesitan. Uno de ellos lo sostiene económicamente SADAIC (Sindicato Argentino de Artistas, Intérpretes y Compositores). Y al resto, la propia Fundación. Que por supuesto hace un trabajo enorme para que esa comunidad pueda enfrentar estos tiempos tan difíciles.

APU: En países como Francia, por ejemplo, hay herramientas y leyes que el Estado pone a disposición de todxs aquellxs que apuestan por la cultura.

CMG: En Francia existe lo que se llama Ley de Intermitencia. Donde el estado apoya a lxs músicxs en su etapa de formación y crecimiento. Les otorga un subsidio mensual que se ajusta a las horas que se utilizan en ensayos y shows en vivo. Luego, y a medida que la/el artista va avanzando en su profesión, cuando cada vez tiene más trabajo comprobado y horas de toque, ese subsidio va bajando. Por eso lo de intermitencia. Porque contempla las épocas bajas que son tan típicas en la música.

Esto hace que a un padre o a una madre cada vez que un hijx le plantea que quiere ser músicx no se les mueva un pelo. Y los apoyen de inmediato. Porque saben que el Estado lo va a sostener en sus primeros pasos. Ojala algún día nosotros también podamos aspirar a tener una ley así en nuestro país.

APU: Argentina tiene su propia Ley de la Música. Desde ya es muy importante pero todavía tiene mucho por mejorar y desarrollarse. ¿En qué situación está hoy?

CMG: Sí, exactamente. Nosotros logramos tener nuestra ley de la música parte uno. Que se llama así porque contempló la creación del INAMU (Instituto Nacional de la Música) como un organismo de fomento. Pero nos falta la instancia siguiente que será la que nos dé el encuadre laboral. Los músicos estamos súper desprotegidos. Los actores nos llevan años en ese sentido, porque ellos han logrado muchas más reivindicaciones. Nosotrxs siempre fuimos más ombliguistas. Así que esa también es una lucha para dar.