Borges, el cuántico

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Borges, el cuántico

01 Marzo 2020

Por Gito Minore

 

“Hay una región donde conviven el qué con el cómo, lo real con lo imaginario, el arte con la ciencia. No la entiendo como una región de antagonismos sino como una abrevadero común, una zona franca, un territorio de intercambios, de mutua fertilización”. Esta reflexión con la que Alberto Rojo da inicio a su libro, tiene un objetivo: desarticular la grieta que ha significado hasta el día de hoy, el preconcepto del antagonismo entre arte y ciencia en la búsqueda de la verdad. Según esta suposición ordinaria, el escritor se encarga de conmovernos con sus mundos imaginados, y el científico de descifrar el mundo real. Nada más alejado para el autor.

Si hay una figura cuya obra ha devenido “un abrevadero, una zona franca” donde ciencia y literatura fluyen juntas esa es precisamente la de Jorge Luis Borges. En sus cuentos, una y otra se cuestionan, se retroalimentan, se complementan.

Tras seis años de su primera aparición, vuelve al ruedo este conjunto de artículos y reflexiones  inspirados en la comunión de las leyes de la mecánica cuántica, los viajes en el tiempo y los experimentos mentales de Albert Einstein, con los personajes y situaciones de “El otro”, “El jardín de los senderos que se bifurcan”, y “El milagro secreto”.

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Alberto Rojo es Doctor en Física, profesor titular de la Universidad de Oakland y se desempeñó como investigador en la Universidad de Chicago. Pero más allá de esos títulos, es un gran promotor de la ciencia. Ejemplo de ello son las series televisivas que él mismo creó y condujo: Artistas en la ciencia, y ¡Mozo! Hay un físico en mi sopa, emitidos por Canal Encuentro; y los libros publicados en la colección “Ciencia que ladra”: La física en la vida cotidiana, El azar en la vida cotidiana, y el título aquí reseñado.

Una excelente invitación para conocer los maravillosos maridajes entre ciencia y arte, tal como el propio Rojo lo expresa: “La ciencia y la ficción suelen superponerse, al punto de presentar ciertos anticipos literarios como profecías científicas. Lo cierto es que la misma imaginación que crea el arte, la literatura y las religiones crea la ciencia.”