Bernardo Colipán Filgueira, poeta mapuche trabajando sueños

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Bernardo Colipán Filgueira, poeta mapuche trabajando sueños

11 Febrero 2017

Por Miguel Martinez Naón

Ha publicado, junto a Jorge Velásquez, Zonas de Emergencia. Antología crítica de Poesía Joven del Sur de Chile (Ediciones Paginadura, Valdivia, 1994), Pulotre: Testimonios de vida de una comunidad huilliche 1900 – 1950 (Editorial Universidad de Santiago, Santiago, 1999), Arco de Interrogaciones (Editorial Lom, Chile, 2005). Ha sido seleccionado en diversas antologías, entre ellas : Desde los Lagos: antología de poesía joven; El Canto Luminoso de la Tierra. Cuatro poetas williches (Ediciones Serindígena, Santiago, 2001), 20 poetas mapuches contemporáneos (Lom Ediciones, 2003) y La memoria iluminada: Poesía mapuche contemporánea (Edición de Jaime Huenún. Málaga, España 2007). Su poesía ha sido traducida al mapudungun, catalán y al inglés.

Su trabajo ha sido distinguido como mención honrosa en el Concurso Nacional de Poesía El Joven Neruda, 1998, con la beca Fondart Creación Literaria, 1997 y la beca del Fondo de Fomento del Libro y la Lectura, 1998.

En esta oportunidad pude conversar con Bernardo en la casa de una amiga en Osorno, donde nos reunimos una noche con otros grandes poetas para cenar y conocernos. A la hora de desgrabar esta entrevista se escuchaban risas, carcajadas, saludos de bienvenida, ruidos de copas y música de cumbia y lambada, desde un patio donde él con gran generosidad habló de sus experiencias de viaje, sus amistades, sus obras literarias y sus poetas predilectos.


APU: ¿Dónde naciste exactamente?

Bernardo Colipán Filgueira: En un Lof que se llama “Quilén”. Vengo de la camada de los mapuches que han emigrado a la ciudad, producto del despojo, del latifundio de este lado de Chile, del territorio Wallmapu, el lugar que accidentalmente habitan los chilenos y se llama “Chile”, pero para el territorio mapuche se llama Gulumapu.

APU: ¿Y del lado de Argentina?

BCF: Se llama “Puelmapu”, el lugar que accidentalmente habitan los argentinos.

APU: ¿Y es allí donde comenzaste a escribir poesía?

BCF: Yo soy poeta y mapuche, y cuando digo que soy poeta y mapuche hay un doble grado de complejidad porque asumirse como poeta acá en Chile es muy difícil, hay muchos monumentos ¿no? Neruda, Gabriela Mistral, Parra, Enrique Lihn, Jorge Teillier… asumirse como poeta en Chile es complicado, no podés improvisar, es un compromiso enorme y merece mucho cariño. Yo tuve la oportunidad de convivir con grandes poetas, especialmente con Gonzalo Rojas.

APU: ¿Y cómo fue esa experiencia?

BCF: Gonzalo Rojas es mi maestro, él me dijo lo que tenía que hacer como poeta, me dijo: “Tú eres un poeta muy riguroso, para amplificar lo que tú estás trabajando lee a Juan Rulfo”, me recomendó a Paul Celan también.

Ahora como mapuche estaba la necesidad de hacer de la memoria un espacio habitable y que también la memoria te habite. Entonces comienzo a hacer un viaje por el territorio, en la memoria mapuche, en la memoria del territorio, en la memoria del cielo, en la memoria del agua, en la memoria del aire. ¿Cómo traduces toda esta experiencia de viaje? ¿Cómo es habitar el aire? ¿Cómo es habitar el cielo, la tierra, el agua, que aparentemente resulta algo completamente esencialista, cierto?
Pero en el territorio mapuche, las comunidades ya cuentan con un relato, con un testimonio, sobre el habitar el espacio físico y el espacio espiritual.

Entonces tomo la mochila y camino por las montañas de San Juan de la Costa que está al oeste de Osorno llegando al litoral. Mi primer libro “Zona de emergencia”que publico con otro compañero poeta que se llama Jorge Velázquez, un libro acerca de todo lo que había pasado con la poesía en el sur de Chile, desde Concepción al sur, territorios muy extensos. Queríamos conocer la poesía joven. Hicimos un encuentro de literatura, llegó un grupo de sesenta poetas. Hicimos esa antología, mi primer entrada como poeta, también estaba trabajando con este viaje por la memoria. Yo había nacido aquí en Osorno, ciudad sitiada del latifundio, de la modernidad, de la prepotencia, de la memoria oficial que siempre ha sido perversa.

Entonces yo viajaba con mi mochila, tenía 24 años, llegaba a un hogar, golpeaba la puerta, me preguntaban:
- ¿Qué necesita?
- ¿Me puedes contar tu sueño?
Previamente a eso yo me reuní con las comunidades de Culotre, ellos me dijeron: Bernardo nosotros necesitamos que vos nos hagas la historia del territorio.
Entonces me reuní con todas las comunidades (cada comunidad tiene de 35 a 40 familias) ahí yo les dije: vamos a trabajar sueños, vamos a trabajar vida cotidiana, muchas cosas…por lo tanto cuando yo llegaba a las casas ellos ya sabían.

APU: Entonces te contaban su sueño.

BCF: Claro, hicimos una recopilación de sueños. Tomábamos mate y conversábamos. Ese diálogo en la comunidad se llama “Nütram”, es un diálogo donde la persona va describiendo todo lo que está pasando en su territorio. A mí lo que me interesaba saber es qué había pasado con el imaginario mapuche entre 1900 y 1950.

APU: ¿Por qué en ese período?

BCF: El estado chileno en 1860 le declaró la guerra al pueblo mapuche.

APU: Como sucedió en Argentina.

BCF: Sí, posteriormente. En Chile le llamaron “La pacificación de la Araucanía”, fue un genocidio. Lo que me interesaba conocer era qué ocurrió en el imaginario mapuche en una situación de post-guerra, después del genocidio. Eso lo trabajé con personas, con los peñi, que vivieron esa época. Había memorias del despojo, había memorias de la mitología, había memorias de afecto, de sociabilidad, de cómo se hacían las cosechas…

APU: Había un recuerdo presente.

BCF: Sí, pero con comunidades que ya habían sido reducidas, aisladas de su territorio.

APU: ¿Y el libro lo escribiste como un ensayo, como un diario…?

BCF: Es un libro de historia. Cuando el libro tenía unas 120 páginas lo quemé.

APU: ¿Lo quemaste?

BCF: Sí, lo quemé. Con todos los testimonios, las entrevistas que hice, con todos mis hermanos, si yo les doy un libro de historia no lo entienden. El libro tiene dos partes: Tiempo cotidiano y Tiempo de la memoria. La mayoría de los historiadores e investigadores que van a las comunidades y entrevistan a la gente, luego publican el libro y las palabras, los testimonios de las personas quedan citados a pie de página con iniciales, y les ponen el nombre de “Informantes”.

Resulta que acá en Chile durante la dictadura existía la CNI, Central Nacional de Informaciones, el aparato represivo de Pinochet para ejecutar compañeros, para encarcelarlos, torturarlos, exiliarlos, y los funcionarios de la CNI se llamaban “Informantes”. Entonces ante una antropología, una historia que clausura al sujeto, y también secuestra la memoria histórica de las personas y lo invisibiliza en un libro… yo dije: esto no puede ser. La misma persona que te entregó el testimonio, en el libro tiene que entregártelo de manera directa. Entonces el libro, tiene esas dos partes, y están titulados desde una reflexión poética. Y en la persona que te habla directamente a ti con su nombre, su edad, su lugar, que te habla sin mediaciones. El mismo hermano, hermana mapuche te entrega la historia directa, y se ha publicado como un libro de poesía. Ahora ese libro se va a traducir y publicar en Francia.

APU: Y además de ese libro, donde se conjuga la antropología y la poesía ¿escribiste otro?

BCF: Sí, escribí un libro de poesía en el 2005 que se llama “Arco de interrogación”.
En el Guillatún mapuche a las oraciones les llaman “interrogaciones”, y lo que allí se hace es invocar a los dioses de la tierra, del sol, de la luna, y así como inicié un viaje para escribir el libro anterior, también inicié otro para este libro. Mi trabajo siempre se instala desde la memoria, escribo libros de poesía y de memoria.

APU: Claro, son dos caminos paralelos.

BCF: Los libros terminan siendo accidentes de una construcción ontológica, de investigación. Los libros siempre son accidentes. Desde ahí se instala una zona muy fuerte, desde donde se construye mi imaginario, mi reflexión poética, mi compromiso político. Sobre todo ese proceso de acción política, de acción reflexiva y filosófica. Los libros son como hitos, son momentos escriturales de procesos sociales, políticos, emocionales, los libros para mí siempre son accidentales.

APU: Arco de Interrogación entonces también es un libro reflexivo sobre la cultura mapuche.

BCF: Sí, es una reflexión sobre la memoria mapuche, sobre el territorio.

APU: O sea que tu poética nunca se distancia de tu labor como investigador.

BCF: La poesía mapuche, a diferencia de la poesía chilena, o gran parte de ella, no se instala desde los libros, desde el “yoísmo”, desde el exceso de subjetividad, donde el poeta habla desde él, desde lo que sufre él. La poesía mapuche se instala desde la comunidad, desde el otro. En la cual tú te escribes como sujeto colectivo. El sujeto poético cobra sentido en la medida que convive con el otro. Con el otro sujeto río, con el otro sujeto bosque, con el otro sujeto cielo, con el otro sujeto hombre, mujer, territorio.

APU: ¿Y todos los poetas mapuches conservan esa cosmovisión?

BCF: Sí claro, viven esa reflexión poética no desde lo que llega de tu ombligo y va a tu ombligo.

APU: ¡Y siempre está presente la historia del genocidio, del cual ya hicimos referencia?

BCF: Toda esta generación de poetas mapuches, que en rigor parte desde 1867, año en el cual Rodolfo Lenz edita al primer poeta mapuche que se llamaba Segundo Jara Calvun. Esta generación a la que yo pertenezco, y donde están Roxana Miranda Rupailaf, Leonel Lienlaf, Cristian Antillanca, María Teresa Panchillo, Liliana Ancalao, entre otros.

La poesía latinoamericana se encuentra con este grupo de poetas que dice: Acá no hay subjetividad. Porque en algún momento en América latina se instaló mucho la subjetividad.

APU: ¿El sujeto distanciado de su contexto?

BCF: Claro, hay poetas importantes que trabajan grandes subjetividades como es el caso de Juarroz.

APU: ¿Y Enrique Lihn?

BCF: No, él marca uno de los momentos más importantes de la poesía chilena, Yo aprendí mucho de Lihn, él va problematizando el conflicto, entiende que el poeta mapuche no es un ser disociado de la tradición poética, el poeta mapuche lee mucha poesía contemporánea. Enrique Linh nos llega como un gran regalo, lo que hace es problematizar el contexto. Tellier también, hace como otra entrada al contexto, y Gonzalo Rojas. Nosotros tuvimos la suerte de tener poetas que ya estaban trabajando eso

APU: Y fueron tomados como referentes.

BCF: Sí, y también Constantino Cavafis, Eliot, Raymond Carver…

APU: ¿Y las obras de los pueblos originarios del resto de América?

BCF: Sí, por supuesto. Para nosotros la poesía es evidencia, es vivir, sentir. Y un poema es un registro, es como si tú tuvieses una suerte de sismógrafo, algo que se puede leer en el tiempo. En cada momento uno está leyendo, sistematizando, pero tú tienes tu matriz, tu matrix. Esa esencia en mapuche se llama “Az mapu”, es un cuerpo filosófico, el poeta mapuche está abrevando desde la tradición de sus propios compañeros que han escrito antes.

Cuando escribí “Arco de interrogaciones” estaba registrando todo ese viaje que hice a las comunidades, y hay poemas que dialogan con la poesía china de la dinastía Tang.Hay una tesis de una universidad de Chile, de un profesor, que se llama “La relación de la poesía de Bernardo Colipan con la poesía Tang”. De hecho escribí un poema en homenaje a Li Po, sobre su poema “Leyendo a la luz de la luna”. Yo escribía cuando estaba en las rogativas mapuche, las rogativas son lugares de tensión espiritual, algo muy fuerte, emocional y de mucha construcción de conocimiento, y allí comencé a trabajar con los haiku. Fui tomando distintas formas poéticas para mi libro, la poesía china, tiene algo de Eliot, fueron distintas formas poéticas las que yo fui concibiendo.

La sociedad mapuche estamos de pie en la vida, en el territorio, después de 2500 años de antigüedad que tenemos, hemos tenido la habilidad de conservar nuestra “matrix, nuestra “Az mapu”, incorporamos elementos exógenos, de otras culturas para amplificar nuestra forma de expresión.

APU: Bien ¿Y ahora en qué estás?

BCF: En el año 2013 publiqué un libro que se llama “Comarcas”, me llevó dos años de investigación en los lugares donde entró el ejército chileno a usurpar el territorio. Entonces lo que yo hago es trabajar con los archivos de todos esos pequeños lugares. Allí ni siquiera está el sujeto mapuche, está el sujeto fronterizo, el que ni siquiera sabía si era chileno, y quedó igual de despojado. Y la inspiración para ese libro fue una película de Jim Jarmush “Dead Man”, con banda sonora de Nail Young.

Ahora estoy escribiendo ensayos, estuve en México, en la Universidad Autónoma de México donde me ofrecieron un Posgrado, el estudio Latinoamericano, estoy metabolizando todo lo que estudié allá, todo lo que aprendí, y escribiendo ensayos sobre violencia, memoria y territorio; hice un trabajo sobre el golpe de estado en el territorio mapuche, el golpe de Pinochet.

TEXTOS Y POEMAS DE BERNARDO COLIPAN

El arco y el despliegue de la memoria

           Con las interrogaciones llegan los pájaros, ellos revolotean toda la noche con nosotros en torno al nguillatún, trazan en el cielo el lugar del sacrificio del tiempo. Ellos vienen del mar, no los trae nadie.
           El arco de interrogaciones es un lugar señalado por un colihue, tensado como un arco en la rogativa huilliche. El nguillantuwe o terreno sagrado, está cercado por un círculo que divide un espacio interior de uno exterior.
           Al interior del círculo sagrado; el tiempo de la memoria con su transparencia; al exterior, la historicidad con su tiempo cotidiano. Por eso el Arco deviene en la ventana, por medio de la cual entramos y salimos de los tiempos. En los pliegues que se abren en el adentro se juega su sentido la memoria, en los pliegues que se abren en el afuera, se juega su sentido nuestra historicidad.
           La comunidad danza, los giros son en sentido contrario a las agujas del reloj.
           Las interrogaciones son los espejos que nos reflejan las primeras formas de nombrar al mundo.
           Las interrogaciones agujerean al tiempo, lo traspasan para nombrarlo y con ello deshilvanan la madeja del olvido, hacen de la memoria un espacio habitable.

Arco de nguillatún

Las bandurrias vuelan en bandada.
Bajo las piedras algunos insectos
corren perseguidos por otros.
Harina tostada y muday
ardiendo en el fuego sagrado.
De rodillas esperamos la salida del sol.
Con el rocío las oraciones ascienden
hacia la “Tierra de Arriba”.
La tierra vuelve a ser jardín
poblado por antiguos pasos
Una página en blanco
           una vasija
en donde cabe todo
un puñado de semillas en un instante.
El fin de mi aliento es
el comienzo de otro.
Nuevamente la palabra traduce
la reunión de las cosas.

Se te advirtió que tengas cuidado

Cuando emigraste Arnoldo de San Juan de la Costa
Para hacer tu servicio militar en la ciudad.
En el potrero se echó la vaca de la angustia.
Se te dijo que la vida en la ciudad
era una gallina de espinazo pelado
de tanto ser pisada por el gallo del destino.
SE TE ADVIRTIÓ QUE TENGAS CUIDADO.
Pero ascendiste en las laderas de lo esencial,
cambiaste a la Rosita Rupailaf por la Lulú Salomé.
Titubeaste en los barrancos de lo sustancioso.
Para después caer como un terrón de tierra
LUEGO
           NO QUEDO MÁS
                                 QUE JUNTAR TUS PEDAZOS.
Nunca se olvidará el día que volviste al campo.
DE TU ROSTRO PÁLIDO RESBALÓ UNA LÁGRIMA DE ALQUITRÁN.

Se notó tu ausencia en el domingo de ramos

Nos dices en tu carta Carmen, que Santiago
es una gran ciudad, barata y de muchas luces.
Que tienes un personal estereo y escuchas a Michael
Jackson.
Que usas la minifalda que acá nunca mostraste.
Que tu felicidad es un C.D que tocas por las noches
a todo volumen.
Nosotros – tus amigos del barrio – con un parchecurita
sellamos tu vacío.
El domingo de ramos se notó tu ausencia.
El Johny consiguió trabajo y aún se acuerda de ti.
Carmencita – tu hija – ya tiene cuatro años.
Bien te haría Carmen volver a Rahue.

No todas las noches son como las de Quenac

No todas las noches son como las de Quenac.
(Corazón de tierra en Chono).
Ni detrás de todas las edades se oculta el tiempo.
Antes que los mapuches descubrieran el fuego
cada estrella era un antiguo abuelo
                                 iluminado
que cazaba avestruces en la noche.
                                     El nocturno
canto de la guada
                      anunciaba
enfermedad y muerte. Detrás
del silencio se encontraba el hombre.

Yo quisiera tanto que recordaras.
Mi madre acogía mi mano en la suya:
había barro, lluvia, gente y tanto
ruido, que sólo tengo memoria
                      de la noche
apretándose en mi cuerpo.
                                 Aún
no olvido mi Título de Comisaria
ni el Tratado de Paz de 1793.
                      El silencio,
                      tú sabes
es un rostro semejante a un espejo olvidado.
                      Duerme
oscuro dentro de su vejiga y el tiempo
se encarga de unir a quienes
se encuentran, sin hacer ningún ruido.



Cuando de viaje, hija, salgas al mar

(A Kavafis, en la memoria)


Cuando de viaje, hija, salgas al mar.
ten siempre en tu corazón a Wenteyao.

Llegar hasta allí es tu destino.

A Kanillo, kalkus y anchimallenes no temas.
Tales espíritus nunca hallarás
si tu alma no los pone en tu camino.

Deseo, Alen, que el camino sea largo.

                      Detente
en Pucatrihue, Choroy
                        Traiguen.
Recolecta como tus antiguos rulamas
           lunfo y sobre todo algas
                      todo tipo de algas.

Con la shumpall de Caleta Manzano
comparte los dulces cantos de tu madre.

Pero no apures tu viaje en absoluto
mejor es que muchos ríos cruces.

Deseo, hija, que no manquée tu caballo.

Detén tu viaje en los catrihues.
Detrás de un cielo azul te hablarán en voz baja.

Y si pobre encuentras la isla
el viejo no te ha engañado
hermosa, como has llegado a ella, sabrás
                                            del lugar
donde los pájaros van
a nacer con los ojos cerrados.