“Ayer”, de Agota Kristof: exilio, rutina y soledad

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“Ayer”, de Agota Kristof: exilio, rutina y soledad

16 Enero 2022

Por Inés Busquets

 Agota Kristof es dueña de una maestría deslumbrante. La escritura en ella fluye naturalmente como la respiración. El lenguaje en Agota es un latido, es un tic tac que pareciera provenir de la fábrica de relojes donde trabajó en Suiza, país que eligió para exiliarse en 1956 y permaneció el resto de su vida. Ese sonido sutil y penetrante que marcha con constancia hasta instalarse en el inconsciente. 

El drama y las situaciones cotidianas se amalgaman para decir con naturalidad lo más terrible. Ese dominio narrativo es el que nos introduce en el clima, en los personajes, en los paisajes, en los sentidos y en los sentimientos más profundos de los protagonistas.

Ayer es una novela de 1995, publicada en Argentina en el 2021 por Libros del Asteroide y con traducción de Ana Herrera. Narra la historia de Sándor Lester, exiliado en una ciudad europea y obrero en una fábrica de relojes.

Sándor es un personaje con muchas singulares que tienen origen en la historia personal que se va desarrollando a lo largo de las 109 páginas.

El protagonista pasa su tiempo libre escribiendo, de esa forma dirime la alienación que le provoca su trabajo mecanizado: “A veces me pregunto si vivo para trabajar o si es el trabajo el que me hace vivir.”

Sin embargo también se cuestiona el rol de la escritura y la incertidumbre del aceptarse escritor o no: “Escribo allá donde voy. Escribo caminando hacia el autobús, escribo en el vestuario de hombres. Delante de mi máquina.

El problema es que no escribo lo que tendría que escribir, sino que escribo cualquier cosa, cosas que nadie puede comprender y que yo mismo no comprendo tampoco. Por la noche, cuando transcribo lo que he escrito en mi cabeza a lo largo del día, me pregunto por qué habré escrito todo eso. ¿Para quién y por qué? “

En Ayer además confluyen temas como la migración, la identidad, la figura del padre, la mentira, el desarraigo, la resignación y el tiempo: “El tiempo se desgarra. ¿Dónde encontrar los descampados de la infancia? ¿Los soles elípticos paralizados en el espacio negro? ¿Dónde encontrar el camino volcado hacia el vacío? Las estaciones han perdido su significado. Mañana, ayer ¿Qué significan esas palabras? Solo existe el presente.”

Agota Kristof en esta obra también profundiza tópicos como la idealización del amor, los sueños, los deseos, la soledad y la maternidad.

Sándor comparte su vida con Yolande, una mujer que lo acompaña pero que él no logra amar. Él espera a una mujer ideal con la que sueña pasar el resto de su vida, pero cuando ella llega y alcanza tener un vínculo, las circunstancias no permitirán que esa relación avance; solo llevará a la obsesión y al dolor.

Ayer está colmado de destellos autobiográficos, la fábrica, la escritura, la atmósfera. La escritora en un documental dice: “Yo verdaderamente intenté escribir mi historia y al final siempre escribí otras cosas, es por eso que las llamo mentiras.” Los elementos que componen su historia son utilizados como disparadores para grandes ficciones, sin embargo aclara: “Todo no ha sido vivido pero lo sentí. Yo describí mis sentimientos.”

Es cierto porque traslada la imagen poética como solo puede hacerse habiéndola vivido, porque las palabras parecen venir de la más insondable intimidad.