APU te invita al cine: Crónica de una fuga

APU te invita al cine: Crónica de una fuga

28 Noviembre 2013

Por Santiago Asorey

El 23 de noviembre de 1977, Claudio Tamburrini, estudiante de filosofía y arquero del club de futbol Almagro, fue secuestrado en la puerta de su casa por un grupo de tareas de la última dictadura. “Crónica de una fuga” (2006) de Adrián Caetano reconstruye los meses de cautiverio de Tamburrini (Rodrigo de la Serna) en uno de los campos de concentración dependientes de la Fuerza Aérea, “La Mansión Sere” o “Atila”. Se ha escrito y filmado mucho acerca de la última dictadura y los efectos permanentes que ha dejado en la sociedad. Los problemas –éticos y estéticos- son en algún punto siempre los mismos. La imposibilidad de aprehender estéticamente lo irrepresentable de la violencia ejercida por el Terrorismo de Estado.  En el caso de “Crónica de una fuga”, Caetano hace hincapié en la exploración de las relaciones perversas desatadas en el infierno entre “la patota militar” y los prisioneros. La cámara de Caetano intenta construir desde la altura del piso, de la victima arrodillada, filtrada siempre por objetos y ángulos que tapan el núcleo del horror. Gran diferencia con el punto de vista insoportablemente clásico o realista de “La Noche de los Lápices” (1986) y el punto de vista cenital y distante, de Garage Olimpo (1999).

Lo que no puede ser representado de la historia de Tamburrini, del miedo, de la tortura, de la muerte, de la fuga se convierte en un problema a la hora de construir una narración sobre el accionar represivo del Estado. Es difícil para los espectadores de las nuevas generaciones reconocer esa dimensión del Mal con mayúsculas. Es difícil pensar lo que no se entiende por miedo a reconocer el horror en nuestra cultura. “Crónica de una fuga” comprende esta dimensión del problema a través de un cuidadoso trabajo del fuera de campo. El punto de vista de las victimas que no pueden saber nunca en que momento “la patota” puede entrar para descubrir el plan y matarlos.  Una fuga en la mirada, algo del terror que siempre se escapa a la mirada del espectador.

En la novela no ficcional “Recuerdo de la Muerte”, Bonasso, narra la experiencia de cautiverio de Jaime Dri, ex diputado peronista, secuestrado en Uruguay y torturado en la ESMA, de la cual finalmente se fugo. En el relato Dri explica que peor que el miedo a la muerte, peor que el miedo a la tortura, era el terror que le producía la idea de la fuga. Tardo mucho tiempo en poder afrontarla y llevarla a cabo. “Crónica de una fuga” explora este mismo problema, la fuga era vencer el terror que intentaba paralizar y dominar, volver serviles. Quebrar la dimensión espiritual y política de rebelión de los prisioneros. En ese sentido la película de Caetano es la historia de una liberación. Estrenada en el año 2006, funciona como metáfora del contexto en que la película fue estrenada, momento político de redención y liberación de la memoria sobre el genocidio.  La “Noche de los lápices” (1986) de Héctor Olivera fue el primer grito indignado de justicia ante la crueldad- todavía sin tanta información de las metodologías-, Garage Olimpo (1999), una década después, narro los métodos  y practicas del accionar represivo (vuelos de la muerte, torturas físicas y psicológicas). Las dos narraciones culminan en la muerte de los secuestrados. En “Crónica de una fuga” Tamburrini, logra vislumbrar una salida. Su fuga es la metáfora de un posible triunfo colectivo.