Maga Pérez: “No se trata de contar la historia afrodescendiente para borrar lo demás”
Maga Pérez es artista visual, militante de Derechos Humanos Afrodescendientes de Argentina, directora del INADI en la Comisión de Reconocimiento por la comunidad afroargentina y una de las organizadoras de la de la primera Asamblea de Mujeres Trans, Travestis Afroargentina. En diálogo con AGENCIA PACO URONDO se refirió a los discursos del odio.
Agencia Paco Urondo: ¿Cómo es el camino del autoreconocimiento y cómo eso se traslada al reconocimiento histórico, social, cultural, como identidad nacional?
Maga Pérez: Pensando en esa palabra que tiene su propio peso, reconocimiento, que va de la mano de otra muy fuerte en nuestra cultura argentina, producto de la lucha, que es identidad, uno puede decir que el reconocimiento de la comunidad de la cual una forma parte va en diferentes dimensiones. La sociedad me identifica negra, soy orgullosamente negra. Yo también me llamo así, pero sé que esa palabra tiene un condimento y una historia muy fuerte en relación al pasado de las personas de las cuales desciendo, africanos y africanas.
Partiendo de esa base y del escáner que tiene la sociedad para conmigo, donde como me ve me trata, hay un reconocimiento directo desde que soy chica. En la familia está toda la información, porque cuando sos una persona negra, la familia es la que te prepara para que enfrentes a la sociedad con determinadas estrategias. El silencio, no contestar provocaciones, por ejemplo. Atravesamos la vida sabiendo que somos personas que no descendemos de esclavos y esclavas, sino que han pasado por una situación muy trágica como es estar en condición de esclavitud. Esa es una historia importante que tiene peso hasta este presente, pero que no nos determina. Un contexto histórico nos convirtió en eso por muchísimos años, no somos solamente la etiqueta que la sociedad nos da.
Como una niña negra, como una joven negra, como ya una mujer adulta negra, sigo en esa lucha. En algún momento pensaba que había cuestiones de discriminación y de racismo que se iban terminar, las asociaba con mi juventud. Lamentablemente es algo que tiene continuidad e inclusive va cambiando sus formas. Esto con respecto al color de mi piel, pero hay un montón de otras personas en las cuales el color de la piel no refleja su afrodescendencia: ahí la búsqueda es diferente.
APU: ¿Qué pasa cuando no está ese rasgo visible, cómo empieza la búsqueda del pasado afro?
M.P.: Hay personas que nos han contado experiencias muy movilizadoras, que nos lleva a decir no se ha podido tapar el sol con la mano. Llegan de maneras extrañas para ellas a la historia de la afrodescendencia. Uno puede pensar de que eso no alcanza para que la persona empiece a preguntar, pero sí. Durante tantos años les ha sido difícil preguntar sobre la ascendencia en sus armados familiares… En la Asamblea Nacional de Mujeres, una funcionaria del Ministerio de las Mujeres me comentó algo muy significativo que a ella la llevó a investigar. Estaba en una de esas fotos grupales que se hacen con todas las hermanas afrodescendientes y ella se quiso corre a un costado. Una hermana de la comunidad que ella no recuerda, le dijo “a dónde vas, si vos tenés que estar en la foto con todas las negras”. Ella se quedó perpleja. Se acercó, pero lo hizo porque fue invitada, para no contradecir.
Pero una hermana afrodescendiente vio algo en ella, la vio como parte de la comunidad. Solamente haberle dicho eso la llevó a investigar, a viajar a Santiago del Estero de donde es oriunda, a hacer preguntas y descubrir que tiene una tatarabuela negra. No digo que uno tiene, para decirlo vulgarmente, el "negrómetro", no es que uno ve la persona y ya sabe. Ese es un juego en el cual nosotres, como comunidad, no debemos caer, pero sí es verdad que a veces hay energías que están en diálogo.
APU: ¿Cuál es la parte afro, de nuestra identidad argentina, de nuestra historia? M.P.: Cuando desde la comunidad decimos “Argentina es afro”, no es una expresión de deseo, una exageración, un eslogan de de marketing. Es realmente así. Durante la época colonial hubo una trata esclavista muy importante (la cual, la historia oficial continúa ocultando) que llevó a que muchísimas personas, hombres, mujeres, niños, niñas de todas las edades a que se conviertan en botín de guerra y sean parte de una trata que duró más de 400 años en nuestro territorio, más concretamente en el Virreinato de Río de la Plata. Esa actividad comercial, esa institución muy fuerte que fue la esclavitud, se desarrolló desde el puerto de Buenos Aires con una gran distribución a lo largo y a lo ancho de todo nuestro territorio.
Siempre hablamos de la comunidad afrodescendiente como un pueblo preexistente al Estado Nación. Argentina no tenía esa denominación, no habíamos pasado los procesos de independencia y ya ese acervo social estaba presente, producto de ese tráfico, no en calidad de migración. Además de la población negra, también estaba la más preexistente en nuestro territorio, que es la de los pueblos indígenas. Un plan político, un desarrollo, una mirada social acerca de lo que Argentina debía ser en sus bases fundantes llevó a tomar la decisión de que nuestra nación sea blanca y europea. Tanto pueblos indígenas como afrodescendientes quedaron por fuera de la historia.
Quienes han desarrollado con mucha fuerza toda esa visión ha sido la Generación del 80 que trabajó denodadamente el concepto de que en Argentina no hay negros y ni indios. Esa visión se trasladó fuertemente para que la población la abrace como si nuestra historia empezará en 1880. Hoy nos encontramos contando la verdadera historia de estos pueblos que han derramado sangre por este país; no han bailado el candombe, nada más, vendido empanadas.
APU: Hay una vertiente revisionista al respecto, inclusive en la escuela, está la figura de María Remedios del Valle, por ejemplo.
M.P.: Quiero destacar la oportunidad que tengo, a través de la Agencia Paco Urondo, de transmitir en estas notas históricas, culturales, que permiten hacer un cambio en esta perspectiva. Llegar a muchísimos lectores, lectoras y contar en primera persona, porque soy descendiente de ese grupo que han traído esclavizadas en tiempos de la colonia y acomodar un poco esos mosaicos que están mal distribuidos y en los cuales han dejado deliberadamente afuera a la comunidad. Hay una perspectiva antirracista que celebro, dentro de la agencia. No se trata de contar la historia afrodescendiente para borrar lo demás, repetir esa historia de negación, si no sumar todas las raíces que hacen a esta Argentina, a este ser nacional muy diverso, que no tiene ni un solo color ni un solo nombre.
“Hablamos de la comunidad afrodescendiente como un pueblo preexistente al Estado Nación”.
María Remedios del Valle es una mujer negra con una potencia que nos sorprende hasta a los de la misma comunidad porque es una mujer de otro tiempo, pero que tiene el anclaje en el hoy. A través de los documentos históricos, uno lee y un poco descifra su personalidad, inmersa en la tragedia de cómo eran tratadas las personas negras y afrodescendientes. María Remedios es la máxima figura de un reconocimiento histórico muy importante como es el del 8 de noviembre, el día nacional de los afroargentinos, las afroargentinas, la cultura afro; la ley 26.852 que cumple 10 años. Lo vamos a celebrar, a conmemorar y a reivindicar en las calles con la alegría que conlleva este reconocimiento, pero también con demandas que continúan a pesar de la ley.
En ella reivindicamos la lucha histórica de nuestra comunidad. Ella ya está presente en las guerras de la Independencia desde la primera defensa de Buenos Aires. Todos y todas estaban decididos a luchar por la patria y creo que el enemigo era bastante atractivo, el ejército realista, porque el imperio español es el que trajo a la comunidad africana a América Latina. Han luchado por nuestra independencia, por la libertad de sus hijos. Y cuando digo sus hijos, hijas, es de todos los descendientes que al día de hoy gozamos de esa libertad. María Remedios ha participado en el Ejército del Norte, ha sido una de las niñas de Ayohuma. Ha sido nombrada capitana por una figura indiscutida de nuestra historia como es el general Manuel Belgrano, única mujer negra en eso. Y por sus compañeros, reconocida como la Madre de la Patria, como una medalla por su arrojo y valor, por la defensa de los combatieron con ella y que los libros de historia han dejado asentado.
APU: ¿Rosas le dio el apellido?
M.P.: El proceso independista fue muy cruento, largo y ya María Remedios tenía sus marcas de guerra. Lo que hizo fue sumarla a un batallón de lisiados y lisiadas para que no la llamen tanto a combatir. Ese es el reconocimiento concreto que hizo Rosas, pero quiero aclarar porque a veces se habla de la gratitud que tuvo María Remedios con
con el Restaurador. Sí, seguro porque ella se hizo anotar como María Remedios del Valle Rosas y ese es un reconocimiento concreto, pero nadie la liberó, no hay ni un sólo prócer que la haya liberado. No hay ni un solo héroe de la patria, afrodescendiente, que le hayan concedido la libertad y pasado al menos uno, dos años con una pensión vale destacarlo para no romantizar la historia. Les afrodescendientes que participaron de de las guerras fueron obligados. Algunos se presentaban, pero estaban viviendo una vida de personas esclavas. ¿Qué era peor, quedarse de esclavo o salir a luchar y morir?
APU: Y perdió toda su familia.
M.P.: Claro, me parece que ese es el sentido que mostramos desde las militancias en la transmisión de la historia, porque si no, parece que la esclavitud fue feliz, que estaban todos contentos, bailando el candombe como en los actos escolares, que eran monotributistas y vendían empanadas, después iban a la guerra y volvían contentos.
La historia fue otra cosa, inclusive el proceso de abolición de la esclavitud fue larguísimo. Los que ponen plata nunca quieren perder y se aseguraron durante muchísimos años que aquello que nuestra Constitución nombraba aboliendo la esclavitud no les remita una pérdida económica. Los de ayer y hoy, la misma historia.
APU: Diez años de este reconocimiento, 40 de democracia y sin embargo están circulando discursos de odio demasiados explícitos, que nos llevan a momentos muy duros de nuestro país.
M.P.: Me sumo a las voces que tienen muchas preocupaciones por el poder de esas palabras que acabas de nombrar y que no están en boca de cualquiera. En el ejercicio de hablar, como hacemos nosotros, uno trata hasta de evitar nombrarlas, no porque no existan sino porque es muy fuerte decir “voy a terminar con tal figura, tal grupo político”. Los discursos de odio tienen un lenguaje no muy plural y muy potente.
Una manera de transmitir la determinación con la que esas personas consideran que se tiene que vivir. Cuando hablamos de “se tiene que vivir”, es algunos sí y otros no. Eso se hace tomando medidas muy específicas que no tienen que ver con la convivencia social, porque cuando uno entiende que tiene que convivir hay flexibilidad, una escucha atenta. A partir de eso hay acuerdos, pactos sociales que se hablan, necesarios para una sociedad con equidad, más justa, en la que podamos ejercer nuestros derechos ciudadanos. Los discursos de odio te dan piel de gallina porque siempre llegan en secuencia, regresan con fuerza. En nuestro país, realmente hay un movimiento por los Derechos Humanos muy poderoso que se suma a las luchas de las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo, por la entidad. Producto de esa lucha, muchísimos otros grupos históricamente vulnerados en nuestros derechos nos hemos sumado a esas formas de hacer, de resistir y de lograr. La respuesta contra eso es siempre la resistencia, la estigmatización, el estereotipo, considerar que las políticas públicas no pueden llevarse a cabo de esa manera. Eso se da porque cuestionan privilegios. Siempre se pensó las políticas públicas como si fuera un talle único para todo. Ahora, con el correr del tiempo, vemos que hay una perspectiva que se necesita. Necesita estar ese cupo laboral trans, por discapacidad, con perspectiva antiracial, porque hay personas racializadas que tampoco tienen acceso al trabajo. Porque si no existiera esa flexibilidad, esa salida del talle único de la política, quedaban siempre los mismos privilegiados, por condición de género, color de la piel. Esas resistencias llevan a estos discursos de odio en los cuales es increíble ver las personas que se enganchan porque no hay un reconocimiento de su propia identidad, eso también me llama mucho la atención.