Misiones: Denuncian muertes por agrotóxicos

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Misiones: Denuncian muertes por agrotóxicos

23 Enero 2012

En Revista Superficie, por Sebastián Korol l   A las 11.50 del 1 de diciembre de 2011, Celso Aníbal Fernández cierra sus ojos para siempre. Yace con sus 52 años en una cama del hospital Samic de Eldorado. La muerte pone fin a un sufrimiento que ya alcanzaba medio año. Quebrada, Marta Ávalos, la esposa, susurra sus últimas palabras: “Todo esto es por los venenos”.

Celso era peón rural oriundo de Puerto Piray. Durante doce años fumigó en forma manual para la transnacional chilena estadounidense Alto Paraná S.A (APSA). Tres meses antes de morir, expresó en una entrevista con Superficie: "Tirábamos veneno para la reforestación en las plantaciones de pino, también hacíamos plantaciones y preparábamos el terreno".

En julio había comenzado a padecer un fuerte dolor en la garganta, molestia que apareció acompañada de una parálisis local y un tumor. En las consultas médicas los profesionales negaban la relación del mal con la exposición a los agrotóxicos. Celso había manifestado serias dudas. “No me dicen exactamente qué tengo, no me dan medicamentos y quieren seguir haciéndome estudios pero ya no tengo con qué ir”.

Rodeada por sus seis hijos, Marta anticipa que iniciará una causa judicial contra APSA, a la que responsabiliza directamente por la muerte de su compañero: "Esto no puede quedar así, no podemos seguir callándonos".

Monocultivo letal

De las 36 mil hectáreas que conforman el municipio de Puerto Piray, el 63 por ciento (22.500) están en poder de la transnacional APSA, completamente cubierto de pinos. Se estima que cada hectárea forestada insume tres litros de agrotóxicos por año. Eso significa que, sólo en este pueblo, se rocían cerca de 70 mil litros de agrotóxicos cada año. La mezcla de herbicidas utilizada en los pinares es conocida con el nombre de “Arsenal”, una explosiva combinación de glifosato con otros tóxicos, que elimina todo, excepto el pino.

El médico Juan Yadhjian, miembro del Movimiento Social Misiones, del Espacio Ecuménico y del Foro de Pensamiento y Construcción Social, advirtió que “el veneno mata y los más expuestos son los que lo manipulan y también las poblaciones vecinas y lejanas. Pero el veneno sigue siendo veneno siempre, y se potencializa cuando se combina con otros venenos (sinergia). Todos ellos terminan en los seres vivos (bioacumulación) y en nosotros en particular porque tenemos pocos mecanismos para metabolizarlos y expulsarlos, muchas veces rebalsados por la cantidad que absorbemos”.

Alertó que “son muchas las enfermedades que nos deja el modelo productivo vigente y en su mayoría, difícil de diagnosticar. Los agrotóxicos no circulan en sangre, se depositan en los tejidos, principalmente donde predomina la grasa, como es el caso del cerebro. Su presencia es causa de disminución de calidad de vida y una gran cantidad de síntomas y enfermedades, que no siempre tiene relación con el contacto con el veneno”.

Hace cinco años, doscientas familias de la zona conformaron la organización Productores Independientes de Piray (PIP), con la decisión de luchar por la expropiación de tierras a Alto Paraná, para la producción de alimentos. Desde el inicio, además, vienen advirtiendo preocupación por los efectos sobre la salud de las fumigaciones en gran escala que la transnacional realiza a pocos metros de sus viviendas.

Aunque acercaron reclamos formales al gobierno provincial en numerosas oportunidades, la falta de “pruebas” para las denuncias era la excusa para la indiferencia. Cansados de evasivas, desde PIP resolvieron realizar una encuesta en la zona, centrada en cuatro grandes ejes: salud, tierra, producción y trabajo. En los primeros días de diciembre concluyó el relevamiento, que alcanzó a 200 familias, de un total aproximado de 240.

Sobre los efectos a la salud del modelo forestal y los agrotóxicos, la encuesta fue contundente. En 70 familias hubo personas fallecidas por cáncer; 136 familias tienen chicos con infeccion en los riñones y en las vias urinarias; 152 personas padecen serios problemas estomacales (dos jóvenes están muy graves, y como no encuentran una solución en Misiones se están tratando en Brasil); 113 mujeres tuvieron graves problemas de embarazo, de las cuales veinte sufrieron abortos espontáneos; en 12 familias hay jovenes y niños con capacidades diferentes. Además, en el 90 por ciento de las casas hay personas con enfermedades respiratorias crónicas; y en el 60 por ciento se registran casos de alergias gripales y dérmicas.

Miriam Samudio, delegada de PIP, contó que “todas las familias relacionan estas enfermedades con los agrotóxicos. La mayoría de los problemas comenzaron hace unos diez años, cuando Alto Paraná taló árboles viejos y plantó pino muy cerca de las viviendas, a solo 70 metros. Se usó mucho agrotóxicos, y desde entonces tenemos enfermedades”.

“La misma gente va relacionando y haciendo memoria de por qué ocurrió todo esto. Lo mismo con los animales, siempre cuando se fumiga se encuentran palomas, tortugas, los animales se intoxican y mueren. Mucha gente de acá se opera de la vesícula: ¿será que tiene que ver con el pólem de los pinos? Nos damos cuenta de lo que nos pasa, de acuerdo con nuestra realidad cotidiana”. Enfatizó que “todo esto tiene que ver con los agrotóxicos. Necesitamos con urgencia un médico que nos acompañe, pero no conseguimos que alguien nos ayude”.

Salud Pública S.A.

Los productores de PIP denuncian que Salud Pública oculta las enfermedades relacionadas con la producción del pino y la utilizacion indiscriminada e inadecuada de los agrotóxicos, en evidente complicidad con Alto Paraná S.A.

Hace diez años, asistía al Caps del paraje una médica contratada por la empresa. Los vecinos notaron que en lugar de atender la salud de la población, sólo buscaba proteger la imagen de Alto Paraná. Por eso, la denunciaron públicamente, y dejó de venir.

En su reemplazo, arribó un médico clínico del Samic de Eldorado, quien permanece hasta la fecha. A pesar de ello, la situación no ha cambiado demasiado, según observaron los productores. La diferencia entre los profesionales enviados por APSA y Salud Pública es mínima.

“Nos llama la atención la forma en que nos atiende. Siempre comentamos entre las mamás, porque él te saluda muy amable, vos entrás con tu criatura, con la persona enferma, le llevás, y cuando le empezás a contar te quiere despachar nomás, no te escucha, 'dale esto', 'dale aquello, y andá nomas', te dice. Y nos llama la atención eso, porque un doctor te tiene que escuchar, tiene que esperar que el paciente le cuente todos los síntomas, para que después te medique”, comentó Miriam.

Añadió que cuando la empresa reanuda las fumigaciones “la salita se llena, todo el mundo va, y él nos dice que es una alergia nomás. No se interesa ni pregunta por la situación, no hay ningún compromiso de parte de los profesionales de Salud Pública”. La asistencia en el Samic Eldorado no es diferente. Nunca se mencionan los agrotóxicos. El mismo silencio, la misma complicidad.

Con los resultados de la encuesta en mano, los pobladores solicitarán próximamente una audiencia con el director de dicho nosocomio y los médicos, para reclamar un compromiso mayor ante la ya inocultable problemática sanitaria.

¿Y la academia?

“Tenemos una Universidad que enseña a usar agrotóxicos”, afirmó el Ingeniero Forestal Juan Domingo Perié, coordinador de la carrera de Guardaparques en la Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad Nacional de Misiones (Unam).

“La carrera de Ingeniería Forestal, en una de sus materias, enseña el uso, aplicación y cuidado que hay que tener con el uso del glifosato en las plantaciones de pino, que también es gran parte de lo que enseña esta Facultad, a plantar pinos”, contó.

Perié lamentó que “apenas un pequeñísimo sector de los Ingenieros Forestales egresados salen preocupados por la salud de su comunidad y la conservación del medio ambiente”.

La Universidad forma profesionales que serán funcionales con un modelo productivo depredador, advirtió, “y aquel profesional, aquel docente que enseña el uso obviamente lo sabe. Todos sabemos, porque leemos y porque vemos el problema que genera el glifosato en la contaminación del medio ambiente y a la salud. Nadie puede decir, ningún docente puede decir que no sabe que esos productos son tóxicos".

¿De qué manera está relacionada la Universidad de Misiones con empresas como Alto Paraná y Monsanto? “Directamente”, respondió el Ingeniero forestal. Y explicó que quienes manejan las plantaciones, no solamente de Alto Paraná, sino de toda la provincia, son los ingenieros forestales; y un veinte por ciento de ingenieros agrónomos que tienen propiedades. Pero nosotros (los ingenieros forestales) somos los responsables de las grandes plantaciones de pinos, no otros”.

Para Perié, una salida para comenzar a revertir esta situación es plantear la necesidad de volver a contratar gente para carpir. “El pino va a crecer igual si se pone gente, porque el glifosato mata todo, menos el pino. La orientación sería esa: dejar de usar productos químicos, y poner la gente a trabajar, porque así generás trrabajo, cuidás al ambiente y generás riqueza”.