Elecciones en UBA: lo que se juega en Sociales

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Elecciones en UBA: lo que se juega en Sociales

07 Septiembre 2017

Por Esteban De Gori (1) y Leandro Gamallo (2)

Los comicios en la Facultad de Ciencias Sociales (UBA) han asumido rasgos insospechados. Muchos han querido ver en esta elección una copia lineal de los alineamientos en las últimas votaciones nacionales; soslayando que la Universidad está atravesada por dinámicas, expectativas y problemas específicos. 

El oficialismo –que busca reelegir al actual decano- ha basado su campaña en presentar la propuesta electoral de SocialesxVenir –donde Carolina Mera y Ana Catalano representan por primera vez las candidaturas de mujeres a Decana y Vicedecana- como un “apéndice”, “réplica” o “puerta de entrada” del macrismo en Sociales. La estigmatización pretende clausurar un debate académico y político necesario para una comunidad. Estos años, la Facultad no ha logrado jerarquizar la gestión universitaria, las trayectorias de sus graduados y graduadas y los diversos lenguajes y registros políticos y académicos de las Ciencias Sociales argentinas y latinoamericanas que atraviesan nuestra institución. 

¿No nos merecemos pensar otras políticas y esgrimirlas en nuevas propuestas? ¿O acaso toda variación y cambio representa el nombre de la derecha argentina? ¿Tan pesado es el ejercicio de sustraerse de la rutina de los últimos tiempos e introducir nuevas discusiones y transformaciones en el mundo pedagógico, profesional y científico? ¿Debemos aferrarnos a la “continuidad” para no ser asociados con Cambiemos? 

Estas semanas se ha producido una especie de “timbreo discursivo” donde la actual gestión esquivó los temas relevantes que atañen a la vida de los docentes, graduados/as, estudiantes y no docentes de nuestra facultad. El tono de las acusaciones pretende instalar una confrontación de baja intensidad: se busca con mayor ahínco hacer circular temores que suscitar, escuchar y garantizar expectativas y deseos de los habitantes de esta institución. 

Parece más fácil apelar “al pueblo” y condenar a priori que conversar acerca de las condiciones edilicias pauperizadas, la ausencia de una biblioteca y de un espacio para estudiantes, la construcción de un centro cultural propio, la búsqueda de políticas institucionales que piensen en las trayectorias profesionales de nuestros graduados y graduadas, entre otras cuestiones. La Facultad se pensó como un “padrón” –a ensanchar y ampliar- y se dejaron de potenciar las perspectivas y prácticas creativas los miembros de la institución. Una cosa es gobernar en vistas al padrón y otra es gobernar una Facultad que debe asumir los grandes cambios y transformaciones en la ciencia y técnica, en las propuestas pedagógicas y profesionales. 

No decimos nada nuevo. La inverosímil acusación de “macrista” a una fuerza política que contiene a compañeros que han luchado desde el primer día contra el ajuste obtura arbitrariamente un debate serio acerca de una lógica política que ha provocado una hiperfragmentación de sus habitantes. Se han desarticulado las relaciones entre carreras, cátedras, claustros, equipos de investigación y grupos de debate, debilitando la fuerza intelectual que la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires puede tener en el espacio público nacional e internacional. 

Por esta razón, a pesar de los miles de personas que transitan nuestros pasillos y aulas, Sociales se encuentra deshabitada política y subjetivamente. Cada uno y cada una debieron transformarse en “monotributista” de sus textos, de su vida profesional. Una referencia política nacional no soluciona esta situación. Nuestra Facultad –más allá del arduo trabajo de sus profesoras/es e investigadoras/as- se ha retirado de todos los espacios de construcción de la palabra pública; incluso abandonó a sus becarios/as e investigadores/as cuando los trolls del Ministerio de Modernización los persiguieron desacreditando sus investigaciones. 

La recreación de una comunidad integrada, dispuesta a poner en cuestión los avances de un gobierno excluyente y desmantelador de derechos es una gran tarea que nos demanda la coyuntura. Necesitamos una institución capaz de articular los saberes y las experiencias de nuestros docentes, graduados/as y estudiantes para poner a las Ciencias Sociales en un lugar crítico y comprometido. Es imperioso organizar las distintas voces y perspectivas para lograr incidencia en la construcción de agendas vinculadas a las problemáticas de la pobreza, las desigualdades, las culturas políticas actuales, sobre el mundo del trabajo y las narrativas y monopolizaciones mediáticas, entre muchos otros temas. 

Debemos crear espacios de comunicación propios (canales y/o programas de televisión; estaciones y/o programas de radio, etc.), así como fortalecer los vínculos con sindicatos, movimientos sociales, instituciones y grupos afectados por las políticas neoliberales. La urgente creación de una editorial propia, la integración de investigaciones y el relevamiento de experiencias profesionales ayudará también a reconstruir una arena pública de debates y de sociabilidades.  

Menos estigmatización y más trabajo en lograr conversaciones dilemáticas y propuestas que amplíen derechos y amplifiquen la excelencia académica. La liturgia de las fotos con un candidato nacional o las declaraciones en favor de un partido no alcanzan. Tampoco “autoerigirse” como pueblo frente a un supuesto “academicismo”; ese binarismo perjudica la nobleza de las buenas conversaciones. Lo que se juega no es la capacidad de denuncia y estigmatización, sino la manera en que buscamos habitar un Facultad plural, diversa, potente y comprometida.

(1) Profesor UBA. Investigador CONICET y (2) Profesor UBA. Becario posdoctoral CONICET. Representante por el claustro de graduados en la Junta de la Carrera de Sociología (UBA).