La discapacidad en primera persona: "Antes me quise suicidar, ahora quiero a veces que un día o dos pasen sin más"

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La discapacidad en primera persona: "Antes me quise suicidar, ahora quiero a veces que un día o dos pasen sin más"

04 Octubre 2021

Por Liliana Urruti y Noelia Velozo

Proyecto Etnográfico pretende vehiculizar tu sentir como persona con discapacidad o recordar al familiar fallecido por la pandemia. Queremos que otros sepan de vos. Quiénes somos, qué queremos, qué sentimos, hacia a dónde vamos. Tu historia cuenta. Contanos la tuya y enviala a: proyectoetnográfico@gmail.com.

Necesitamos una definición cultural de la discapacidad porque entendemos que es la única manera de que nuestros reclamos sobre derechos incumplidos sean escuchados. Estamos ensayando algunas definiciones culturales, todavía incipientes, de lo que significa perder a un ser amado en soledad, sin asistir a su entierro, sin la despedida final.

Entendemos que ambos senderos nos ayudarán a tomar conciencia que muchos sobrevivientes del Covid-19 quedarán con algún tipo de discapacidad.

En esta instancia, dos líneas, aparentemente paralelas, se cruzan. Yo te presto mi hombro. ¿Me prestás el tuyo?

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Historia de Graciela

Por si me preguntas qué me pasa.

En situaciones me pongo eufórica. Por ejemplo: pierdo mí objetivo si la persona con la cual interactúo me trata con amabilidad.

Luego, si voy a la carnicería dónde come un turista, lo considero "gente sana" -aunque de cerca nadie es normal- me olvido de mirar mí cuenta, aunque sabía que me cobraban un plus extra con una excusa incoherente.

Cuando lo veo a mí ex, que me abandonó con la excusa de mí discapacidad, me pongo a reír, cómo payaso Pepitito. Lo acaricio, le digo mi gordito, me anulo. Luego no sé para dónde ir, me despisto, me excito, me desconecto y tengo necesidad de abrigo.

Creo que allí está el estado de euforia o manía. A eso se le llama trastorno bipolar.

Antes me quise suicidar, ahora quiero a veces que un día o dos pasen sin más, quisiera solo dormir. Me da la sensación de huida, de la incertidumbre, de la soledad, de la indefensión. Eso se llama angustia o  estado depresivo o quizás dudar de plenas facultades, para estudiar, para trabajar siendo jubilada, para emprender el esfuerzo de conocer a alguien más. He escuchado de mis seres queridos que lo que me pasa, le ocurre a todos. ¿Tendrán razón? Entonces recurro al clonazepam. Aumento la dosis.

Me pregunto sobre normalidad o anormalidad, por ejemplo, la compulsión por estar un paso adelante, comprar una salsa de repuesto, un pantalón de repuesto. Pero ese mundo por adelantado es fatalidad, como si el futuro solo trajera desgracia, luego, al fin, necesito compartir para caer en lo real.