“El distanciamiento social es un distanciamiento de los cuerpos, no de los lazos sociales”

  • Imagen

“El distanciamiento social es un distanciamiento de los cuerpos, no de los lazos sociales”

25 Agosto 2020

Por Martín Massad y Juan Cruz Guido

Agencia Paco Urondo: ¿Cuál es tu opinión sobre la última marcha anticuarentena?

Oscar González: El distanciamiento social que estamos hasta ahora viviendo en realidad hay que entenderlo como un aislamiento de los cuerpos. Quiero hacer esta diferencia porque una cosa es que el lazo social esté impedido, que no esté facilitado, que esté prohibido incluso, cosa que no ocurre en este momento. Otra que haya una indicación a que los cuerpos se mantengan a distancia, a la menor distancia posible, donde el contacto esté regulado, para evitar justamente que el virus se propague. Ese es un punto que me parece importante destacar porque el lazo social no está prohibido, está limitado por el encuentro posible en lo presencial, pero ahora, por ejemplo, estamos hablando con vos por teléfono, con la audiencia, y podemos seguir haciéndolo con estas características. El distanciamiento social, es un distanciamiento de los cuerpos no de los lazos sociales. En este sentido quiero subrayar que si el psicoanálisis toma en cuenta algo en particular es la palabra. Es partir de ahí, de que podamos hablar, decir algo, porque el decir es el acto de la palabra misma, eso hace al lazo social. Podemos estar aislados corporalmente, cada uno en su casa, cuidándonos como creo que es lo lógico, pero no por eso estamos privados de un lazo social.

Los cuerpos en estos casos son portadores de un peligro, en tanto que pueden transportar el virus, y en esta situación el cuerpo deviene una amenaza. El cuerpo es el que a veces no suele traer noticias desagradables. El cuerpo es una amenaza en situación habituales, pero en este caso lo vemos agudizado, está claro que el cuerpo del otro y el mío pueden llevar y traer este virus que tiene características bastante peligrosas. El cuerpo es la sede de la muerte, morimos en el cuerpo. Pero cuando nacemos, vos, tus colegas, quienes te acompañan, reciben una marca simbólica, el nombre propio, por ejemplo. Martín, por ejemplo, es un nombre que te llega de tus padres, esta es una marca que marca el cuerpo, justamente, y es  simbólica. Con esto quiero decir que esta marca simbólica, el nombre propio, es incluida, incorporada al cuerpo, por el decir de los padres, no sin el amor, no sin las caricias, no sin la mirada, pero hay un decir, un efecto de la palabra que lo va marcando al cuerpo. Puede suceder (y tiene que ver con el tema del odio) que surja esta pasión del yo, que es una: el odio. Hay dos más, el amor y la ignorancia, por lo menos desde el psicoanálisis. Este odio  puede surgir como una pasión que no se dirige solo a matar al otro, sino que se dirige a eliminar las marcas simbólicas del otro.

APU: Llevándolo a la marcha del 17 de agosto, eliminar la marca del otro en este caso qué sería puntualmente: ¿Eliminar el distanciamiento, las recomendaciones sanitarias? ¿O eliminar una cuestión política?

O.G: Cualquier orden simbólico, lo que no sea “el que yo quiero” lo ataco, lo elimino. Para darte un ejemplo, eliminar todas las estatuas de Buda sería un movimiento de odio contra el budismo, ya no solo matar al otro por ser budista. Eliminar los íconos, las marcas que al otro le son propias, del nombre propio.

Me parece que el odio pudo haber estado expresado en esta manifestación como un intento de eso. No importa si ese odio elimina a todos los demás, porque borrándoles la marca al otro, estás afectando al otro, que porta las marcas. Se pierde el respeto a las marcas que cada uno tiene. Se puede dialogar, pero el odio no entra en ese diálogo. El odio lo rompe. Este odio apunta a que no quede nada, casi nada de la civilización, si esto se expandiera de una manera universal.

APU: Con respecto a lo que dijo Facundo Manes, sobre la depresión en la que puede entrar una persona que se encuentra restringida de este contacto ¿Qué patologías surgen a partir del aislamiento?

O.G: El aislamiento nos afecta, y paradójicamente alivia también algunos aspectos. La claustrofobia, por ejemplo, previo al dictamen de la cuarentena había expresiones de un gran temor al encierro en la casa, trasladado a la situación domiciliaria, han expresado un gran alivio de esa fobia, parece contradictorio, pero le han encontrado la vuelta. Eso no quiere decir que la fobia esté resuelta. Sino que ahora, luego de seis meses de estar en casa la fobia empieza a preguntar “¿Y cómo salimos de esta?”. Ahora se renueva a partir de un período de aplanamiento, de tranquilización de la fobia, de las ansiedades, vuelve a aparecer esta pregunta “¿cómo hago para salir?”.

¿Hay mayor consumo de sustancias? No olvidemos que no hay boliches abiertos. A veces las estadísticas llegan por vías que hay que interpretarlas. Las estadísticas marcan individuos y el psicoanálisis trata de sujetos

APU: ¿Saldremos mejor?

O.G: Yo no sé si mejor o peor, pero igual no (risas). Seguramente más cansados, un poco más viejos algunos, pero también con la posibilidad de decir: reencontré en mi casa un rincón que podía volver a habitar; reencontré que no necesitaba estar todo el tiempo bajo el consumo de custiones…todo esto nos invita a una nueva normalidad, la salud para Freud era capacidad para amar y trabajar. Nos podemos preguntar también si el neoliberalismo como expresión del capitalismo da trabajo, porque si estamos desempleados estamos ante un problema bastante serio. Qué capacidad de salud podemos desarrollar siguiendo estas coordenadas que nos planteaba Freud, amar y trabajar.

APU: Hay un tema que está en debate constantemente a raíz de la pandemia y que tiene que ver con la libertad: hay un sector que siente que sus libertades están coartadas. Por eso sale a la calle y toma la épica de fechas patrias ¿Qué importancia le da a este concepto de “la libertad”?

O.G: Yo creo que hay dos maneras de entender la ley que tiene el neurótico como una persona común digamos, una es creer que la ley es pura prohibición, y la otra es que no entiende que no es pura prohibición, es también una habilitación. Es decir: “Te prohíbo que te acuestes con tu madre, pero puedes hacer con otros u otras…Te prohíbo que cruces ahora con el semáforo en rojo, pero cuando esté en verde podrás hacerlo”. Una ley es una prohibición que está al servicio de algo (también hay leyes que tienen que ser modificadas, eso desde ya). La expresión contra una normativa que el gobierno impone, tiene ese carácter. ¿Es la cara de la prohibición la que tenemos que subrayar? ¿O que también nos están habitando a estar cuidados? Está bien privar a alguien del azúcar si tiene glucemia, ¿verdad? 

Lo último que puedo decir es que la importancia de la palabra es lo que indica que no estamos bajo un autoritarismo.