Pablo Semán: “No creo que la derecha en Argentina esté pensando exclusivamente en términos democráticos”

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Pablo Semán: “No creo que la derecha en Argentina esté pensando exclusivamente en términos democráticos”

07 Septiembre 2022

APU RADIO (FM La Patriada, domingos de 10 a 12) dialogó con el sociólogo y antropólogo Pablo Semán sobre el atentado contra la vicepresidenta Cristina y su impacto en la política argentina. Polarización, violencia y avance de la derecha. 

Agencia Paco Urondo: ¿Qué opinión tenés respecto a la marcha que se llevó adelante en Plaza de Mayo en apoyo a Cristina Fernández de Kirchner tras el atentado?

Pablo Semán: Lo primero que creo es que fue una manifestación donde casi no hubo policías. Lo segundo es que fue una manifestación donde se encontraron tribus que hasta hace dos meses pagaban para matarse entre sí. Y lo tercero –es una hipótesis– es que creo que estábamos todos heridos y desorientados por distintas razones, había gente que fue kirchnerista desde hace muchos años, otros desde el conflicto con el campo y hay gente que es antimacrista por la hostilidad que Macri tuvo con los sectores populares en su gobierno. Toda esa gente tiene distintas formas de relacionarse con el hecho. Obviamente, la gran mayoría fue a defender a Cristina y a la democracia. Nadie quiere la democracia de los abogados radicales, no lo digo en ese sentido. Fueron peronistas pero hay muchos peronismos, también.

En definitiva, lo que pasó en la Plaza de Mayo fue multicolor. En la Argentina hay 4 espacios políticos: el centro que es el Frente de Todos, la derecha que es Larreta, la ultraderecha que es Macri y la ultraderecha plus que son Javier Milei y Patricia Bullrich. Todos los que estábamos ahí estamos aterrorizados por el 2023, salvo las personas que creen que este es un punto de inflexión. Lo que yo vi ahí fue gente defendiendo algo, muy herida y muy sentida, pero sobre todo desorientada. Acá no se resuelve nada y esa es una gran diferencia con octubre de 1945, porque eso era un programa político ofensivo de un bloque de poder y esto no.

Nosotros somos los reyes de escribir en una pared “la gente anda diciendo”, le sacamos una foto, la subimos a Instagram y creemos que ahí está el pueblo. Cada politizado lleva en su mochila el bastón de la interpretación. Ahí estabamos, éramos unos cientos de miles, pero el pueblo no estaba ahí. Lo lamento pero es así. Hay una distancia enorme entre la sociedad política y la gente que yuga la diaria. Yo vi en Facebook a gente kirchnerista o que quiere a Cristina diciendo: “Mirá loco a mí no me viene bien esto porque yo salgo a laburar y gano la diaria”. Esto es parte de la violencia interpretativa por la cual nos terminamos arrogando la representación de un pueblo que no estaba. Nosotros somos los tipos que contratamos al jardinero y después lo interpretamos; no contentos con extraer plusvalía violamos la producción de sentido del otro. Si nosotros hubiéramos ganado todas las elecciones que perdimos yo no tendría nada que decir, pero cómo perdimos todas las elecciones que no ganamos...

APU: ¿Puede implicar algo en relación a los discursos de odio que circulan en muchos sectores sociales, parte de la política y en los medios?

PS: Hay un cambio político que es una redistribución de fuerzas internas dentro del peronismo en favor de Cristina. Ella siempre se toma su tiempo para definir y muchas veces sorprende con sus definiciones. Hay un cierto grado de inhibición en la beligerancia que tienen algunos actores de Juntos por el Cambio, lo cual no quiere decir nada porque quizás dentro de tres días pasa otra cosa y se desinhiben. Ellos ven como una desgracia el hecho de inhibirse, los pocos que lo hacen, además. Por lo tanto, el clima de beligerancia por ahora disminuyó, pero no podemos apostar de que esto dure mucho tiempo.

Por otro lado, creo que hay que complejizar la idea de discursos de odio. Las cuestiones importantes de análisis político son en realidad cuestiones importantes de análisis sociológico. Lo que no estamos viendo es que estamos ante una sociedad que hace 10 años está estancada, que sufrió dos grandes devaluaciones, una altísima inflación durante el gobierno de Macri y el peronista, que hubo una pandemia, que hay una guerra y que en esos años se perdió el salario real. Mucha gente tiene miedo que una ola de violencia le arranqué lo poco que volvió a acumular después de haber perdido y acumulado 10 veces en los últimos 10 años y que lo vuelva a dejar en la intemperie. Esta es una sociedad de mucha más intemperie que hace 10 años. Esa gente tiene miedo, tiene bronca. Hay gente que perdió patrimonio, ahorros, trabajo y familiares... Es una situación muy compleja. No alcanza con decirle "discurso de odio". Eso es una simpleza. Me ha tocado hacer 300 entrevistas y escuché mucho dolor, muchas situaciones muy difíciles. Hay gente que está sufriendo muchísimo. Yo no voy a dar una justificación gramsciana, foucaltiana o qué daría Laclau sobre los discursos del odio. Hay que ver qué pasa en la sociedad. 

APU: ¿Pero esa situación social muy dura cómo termina en el tipo que agarra un arma y dispara contra Cristina?

PS: No lo sé. Tampoco sé si hubo una conspiración. La teoría del loquito suelto me parece muy difícil. Pero sea cual fuere la categoría que utilice para explicar a ese loquito suelto, esa categoría no puede obstaculizarme el diálogo con la sociedad. Tengo muy en claro también que no hay que igualar las cosas. Sé que el objetivo del macrismo, por ejemplo, es la exclusión social, y del peronismo no. Ahora, tenemos dos dimensiones: la de la beligerancia y de las pasiones horribles, que están habitando en la sociedad, y encima tenés una fuerza que apunta a la exclusión. Y, además, tenés otra cosa que son las redes de militancia beligerante neofascista. Y ahí tenés un borde donde hay partidos, gente cercana a gente que tiene armas y ahí tenés un caldo de cultivo monstruoso para que te salgan estas cosas.

Pero insisto en lo mismo. No es que yo quiero ser más crítico con nosotros que con los otros, sino que creo que los únicos que podemos hacer la diferencia somos nosotros. Entonces, no me preocupa lo que hacen los otros porque sé que van a ser lo peor posible. A mí me preocupa cómo nosotros hacemos lo mejor posible y una manera es no autocontentarnos con decir que somos lindos, buenos y unos genios porque si fuéramos así no nos iría como nos va. ¿Nosotros no tenemos nada que ver con cómo nos va? No puede ser. Sin ir más lejos, en Uruguay, el Pepe Mujica perdió por nada e hizo 15 años de política consensuada. Y sin embargo, ahora la derecha está desarmando todo en una sociedad donde lo conseguido tenía reaseguros muy fuertes. Hay un grado de violencia política, simbólico y física en Uruguay que es asombroso. Entonces, yo digo: ¿qué pensamos que puede pasar en Argentina? Creo que mucha gente que es del Frente de Todos está angustiada por eso. 

APU: Hay un sector de la sociedad, no politizado, de centro - no es de ultraderecha-, que también dice que lo que le pasó a Cristina le pasa todo el tiempo en su barrio o que todo es un show para tapar que no llega a fin de mes.   

P.S: Esa es la mayoría de la sociedad. A esa gente no hay que verla como si fuera menos que nosotros, sino que tienen otra experiencia. Es gente que tiene miedo a perder, por ejemplo, en una tormenta de violencia. lo poco que recuperó después de la pandemia. La gente cuando ve violencia no sale a la calle tan fácil.

APU: En alguna oportunidad te referiste a la bolsonarización de la política y dijiste que la Argentina no tenía que relajarse porque a veces los procesos son más lentos y tardan en llegar. ¿Cuál es tu opinión hoy?

P.S: Sigo pensando así. Brasil, en 1972, anunció la apertura de su dictadura militar mientras nosotros no habíamos terminado la de Lanusse y aún nos faltaba la del 76. Las aguas que vienen del Atlántico Norte y traen oleadas de derecha siempre llegan más tarde al sur del Atlántico. Puede ser que gane Lula pero eso no significa que haya una oleada progresista. En Argentina hay una radicalización al infinitum de la derecha: a los tipos, a esta altura, les parece que pagar un sueldo es de comunista. Lo que estamos enfrentando es eso. Yo creo que hay un peligro de bolsonarización en nuestro país. También es verdad que el tiempo de la política es retroactivo y no sabemos qué va a pasar con lo que pasó con Cristina. Ella está fortalecida y tiene el apoyo del peronismo. Cabe preguntarse si eso le va a permitir hacer alianzas más heterogéneas y sólidas de las que hizo hasta ahora o como lo de Alberto no salió tan bien va a hacer alianzas más sectarias. Por ejemplo, Lula hizo alianzas más heterogéneas y amplias que las que había hecho antes de ganar. No sé qué va a pasar.

APU: Si a la mayoría de la gente no la conmueve un hecho de estas características que atenta contra la democracia, no solo contra Cristina. ¿Cómo puede la clase política interpela a esa mayoría?

P.S: A mí, en principio, me preocupa cómo lo construye el peronismo. Yo creo que en esos espacios de ultraderecha plus no todos son democráticos y yo ya no doy más por sentada la democracia, porque hay elites en Argentina que piensan post-democráticamente. Cuando me refería a Uruguay, que hicieron una ley ómnibus donde hacen las privatizaciones que no pudo hacer Sanguineti, eso es un nivel de violencia política, porque lo hicieron en medio de la pandemia sin que la gente se dé cuenta. Si eso hacen en Uruguay que es todo más suave, ¿qué nos imaginamos que va a pasar acá? Acá Melconian dice que ellos van a cambiar el país en 120 horas. Va a hacer una ley ómnibus con doscientos cincuenta mil artículos, privatizaciones, despidos, fin de las leyes laborales y con mucha violencia. No creo que la derecha esté pensando exclusivamente en términos democráticos. Por eso me cuesta decirte qué puede hacer la política con la democracia, porque hay gente que piensa por fuera de la democracia. 

APU: En esta caracterización que hacés: ¿qué rol ocupan los medios hegemónicos?

P.S: En este momento, hay una gran disputa entre los capitalistas de la Argentina sobre si es más conveniente una alternativa democrática como la que representa el Frente de Todos o si van a jugarse a una aventura del tipo Bolsonaro tan excluyente como esa. Y la experiencia histórica indica que Bolsonaro no mejoró mucho Brasil para los capitalistas. Si los tipos fueran racionales no harían eso. El problema es que cuando vieron que Bolsonaro puso un techo de 20 años al gasto público e hizo una reforma laboral que parecía la vuelta a la esclavitud, hay una parte de los capitalistas argentinos que sueñan con eso. Ellos también se ponen ideológicos. Por eso, creo que hay facciones entre los capitalistas argentinos, algunas muy ideologizados. A los medios los veo en esa duda, en esa coyuntura.