La rueda del Hámster o la programación neurolingüística aplicada a las PASO

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La rueda del Hámster o la programación neurolingüística aplicada a las PASO

23 Agosto 2017

Por Claudia Bernazza*

La comunicación que se dio a lo largo de la noche del domingo y la madrugada del lunes, en los casos de Buenos Aires y Santa Fe, respondió a un diseño por fuera de la lógica de carga de cualquier escrutinio. Este diseño, definido como “picardía” por alguna contendiente, guarda alguna sofisticación que conviene develar: sin entrar a detallar el conjunto de normas que se incumplieron, todos, involuntariamente, fuimos parte “actora” de un proceso comunicativo ejecutado con precisión.

La programación neurolingüística, hija no reconocida de las teorías conductistas, propone técnicas de comunicación de dudosa eficacia terapéutica fundadas en  la idea de que “lo que se dice” y “cómo se dice” puede programar y/o reprogramar la conducta de las personas que escuchan el mensaje. Utilizadas para mejorar comportamientos supuestamente anómalos o para obtener éxito en la actividad que se emprenda, el slogan de sus fundadores es elocuente: si cualquier ser humano puede hacer cualquier cosa, tú también puedes.

Estas técnicas, perfeccionadas a lo largo de décadas, cuando se ponen en juego desde el aparato del Estado y desde los medios de comunicación que orbitan alrededor de él, pueden explicar algo de lo ocurrido el domingo. El público que siguió los resultados tuvo los comportamientos que esa comunicación pretendía: ansiedad, desilusión, euforia, en una sucesión de emociones que fue deliberadamente manejada por “otros”. Estas emociones, y los comportamientos que las acompañaban, fueron sentidas no solo por el conjunto de ciudadanos que siguió las noticias sino también por los protagonistas directos. Ciudadanos de a pie, militantes y precandidatos/as de todas las fuerzas, pasaron de la serenidad a la ansiedad, de la ansiedad a la euforia, porque alguien así lo decidió. Los dirigentes más avezados lograban salir de ese clima y serenar las aguas, pero esta serenidad solo alcanzaba a los próximos, sin llegar a una población para la que se programó un conjunto de emociones y comportamientos.

En este marco, la remontada histórica de los resultados no era tal. La celebración del empate y la victoria esquiva fueron una ficción premeditada. El detalle de una diferencia en Buenos Aires de 0.01 en favor del candidato oficialista, toda una provocación. La ampliación de la brecha a 0.08 en favor de ese mismo candidato mientras Cristina Fernández de Kirchner se dirigía a sus compatriotas orilló el sadismo, en tanto disfrute de las emociones que se provocan en otros.

La programación neurolingúistica puso sus técnicas al servicio de este juego: todos fuimos, en mayor o menor medida, ratones en una rueda que no llevaba a ningún lugar. El nombre de Durán Barba se asocia, inevitablemente, a esta decisión.

De las consecuencias políticas, jurídicas y electorales de este juego, ya se están ocupando otros. Lo que queremos puntualizar en estas líneas es la eficacia de estas técnicas cuando las utilizan instituciones públicas, a las que la población, por contrato democrático, les cree. Estas técnicas, disfrazadas bajo el manto insospechado de la comunicación institucional, logran convertirnos en involuntarias marionetas de quienes las aplican.

Contra estas técnicas, se levanta la autonomía de las personas. Su libertad más íntima, su capacidad de ver más allá del bombardeo a sus sentidos. Las PASO tuvieron, así, una utilidad inesperada: sirvieron no solo para dirimir candidaturas en cada fuerza, sino, y quizás sobre todo, para aprender lo que estas técnicas, en manos del aparato estatal, son capaces de producir en nuestras emociones.  

Contra lo que pregonaban los creadores de la PNL, ahora sabemos que cualquier ser humano no puede hacer cualquier cosa, y en todo caso, lo que cada uno puede será, en octubre y en cada elección crucial para su futuro, lo que cada uno decida.

* Doctora en Ciencias Sociales (FLACSO). Candidata a Diputada Nacional por Buenos Aires de Unidad Ciudadana.