La altura de las circunstancias, por Juan Cruz Cabral

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La altura de las circunstancias, por Juan Cruz Cabral

12 Junio 2017

Por Juan Cruz Cabral*

“La unidad nos da la fuerza, la solidaridad la cohesión.” (Juan Domingo Perón)

Terminado el gobierno de Cristina, la reacción hizo su trabajo, que era de esperar: intentar demoler la experiencia histórica de 2003/15 acusándola de todos los males nacionales, incluso de algunos (muchos) inexistentes. Naturalmente, tal operación requiere la estigmatización de su más cabal representante: justamente, Cristina.

Pero, más grave que eso, también pudimos ver cómo muchos representantes surgidos de las listas del FpV “no estuvieron a la altura de las circunstancias” (diría Cristina) y facilitaron la tarea reaccionaria del gobierno de Macri, aprobándole leyes que provocarían inevitablemente un deterioro de las condiciones de vida de nuestro pueblo y de la soberanía nacional. Evidentemente, según se deduce de la frase que encabeza esta nota, Cristina ya sabía que eso podía suceder.

Néstor fue el primer presidente que gobernó realizando peronismo en el período democrático sobreviniente tras la dictadura cívico-militar. Cristina la última. Lo hicieron colocando al peronismo en el centro de un dispositivo amplio que convocaba a todos los sectores sociales y políticos, sea cual fuera su tradición político-ideológica. Tal como lo hizo Perón.
El Peronismo, al fin y al cabo, siempre se planteó como una convocatoria a todos los argentinos dispuestos a defender el interés del Pueblo y el de la Nación, que considera inseparables. Por lo tanto, lo más habitual fue que se presentara a las elecciones en frentes plurales, desde 1946 hasta 2015.

Luego de un año y medio de gobierno neoliberal, resulta que nos encontramos frente al siguiente turno electoral, y el pueblo bonaerense, en su porción proclive al proyecto nacional y popular, parece percibir inequívocamente la necesidad de que Cristina encabece el enfrentamiento a las políticas del macrismo y sus aliados oficialistas y pretendidamente opositores.
La ex presidenta manifestó su disposición a ser candidata si los compañeros pensaban que con su caudal electoral colaboraba a un resultado en línea con la necesidad de oponer un freno al programa gubernamental. Dijo dos cosas: que desearía que fuera en el marco de la unidad y con un programa concreto que garantizara que los legisladores electos cumplieran el mandato opositor, diferenciándose de los que “no estuvieron a la altura de las circunstancias”. Parecen dos condiciones razonables.

Todo el arco del Frente para la Victoria parece de acuerdo con estas peticiones de Cristina. Pero en el seno del Partido Justicialista surgió una facción que, encabezada por Florencio Randazzo (más como candidato que como conductor), reclama una elección primaria, centrando su disputa en la figura de Cristina, pues no se manifiestan desacuerdos programáticos, aunque sí diferenciaciones con supuestos “errores” del gobierno de Cristina y con la metodología para armar listas.

Nada parece convencer a estos compañeros de aceptar una lista de unidad. Todo su discurso se orienta a relativizar la condición de Cristina como conductora del Peronismo.
El problema es que el planteo que realizan pasa por alto que esta última cuestión, la conducción del peronismo, no es un tema del frente en su conjunto. Es un tema interno del Partido Justicialista, en todo caso. Pero, además, al igual que todos los demás partidos dispuestos a integrar un frente con Cristina como candidata a senadora, el grueso de los peronistas bonaerenses (militantes, afiliados, simpatizantes) reconocen su conducción, como mínimo, o bien su liderazgo o su capacidad de convocar votos, superior a la de todos los demás referentes políticos identificados con el proyecto nacional, popular y democrático; o simplemente superior al resto de los peronistas del distrito, si se quiere conceder a una mirada pequeña y sectaria de las cosas. Claramente, el Peronismo, más allá de los conciliábulos partidarios, es la porción principal del potencial electorado. El Partido Justicialista, pieza fundamental del dispositivo electoral en formación (similar al que gobernó hasta 2015) debería tomar nota de este sentir popular, y no perder de vista lo que se deduce de esta circunstancia. Al menos, si quiere ser representativo de algo más que un sello todo terreno. Al menos si sus dirigentes desean ser intérpretes y representantes del pueblo peronista bonaerense.

Por su parte, la facción liderada por Randazzo y Alberto Fernández debería recapacitar: si el enemigo principal es el gobierno de Cambiemos y su programa de hambre, desindustrialización y entrega, no tiene sentido centrar las aspiraciones políticas en la confrontación contra Cristina. Eso precisamente es lo que el macrismo quiere: que Cristina sea desplazada de su rol no sólo en el Peronismo sino, directamente, en la política.

Las últimas PASO en la provincia profundizaron desencuentros y lejos estuvieron de dinamizar a la propia fuerza. Las PASO son una herramienta adecuada o no según las condiciones de cada coyuntura. En ésta sólo servirían al festín mediático de mostrar, no civilizados y gentiles disensos, sino disensiones salvajes; e incluso de buscar una incidencia en la resolución de nuestros conflictos, aprovechando la inexistencia de internas PASO en las demás alianzas del distrito, lo que podrá no ser definitorio, pero sí distorsivo.

Si estamos todos dispuestos a llevar a las cámaras un programa de defensa del interés nacional y popular (y hasta de la democracia, ante el visible riesgo que corre el estado de derecho), si estamos todos dispuestos a no dejar las convicciones en la puerta del Congreso para terminar votando leyes antipopulares con alguna cosmética justificativa, no debería haber problema en conformar una lista de unidad.

La mano está tendida. Los dueños de todas las cosas, seguros de querer borrar de la historia a Cristina, a los 12 años felices y a toda memoria de un proyecto nacional y un peronismo transformador, observan acechantes esperando que esa mano no sea aceptada.

El Pueblo espera a ver quiénes están verdaderamente dispuestos a confrontar en su defensa. Su felicidad y la grandeza de la Nación se construyen con todos los que verdaderamente la desean, vengan de donde vengan. Eso sí, que el Peronismo esté “a la altura de las circunstancias” es responsabilidad exclusiva de nosotros, los peronistas.

* Secretario político del Peronismo Militante.