Moulián: “Piñera ha querido construir una nueva derecha y, hasta ahora, no ha podido” (parte I)

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Moulián: “Piñera ha querido construir una nueva derecha y, hasta ahora, no ha podido” (parte I)

12 Septiembre 2011

Publicado en CONADU.org, por Federico Montero y Yamile Socolovsky I Entre sus libros se destacan: “Fracturas: de Pedro Aguirre Cerda a Salvador Allende (1938-1973)” (2006), “Socialismo del siglo XXI: la quinta vía” (2000), “El consumo me consume” (1999) y “Chile actual, anatomía de un mito” (1997). En la entrevista, Moulián analiza las potencialidades del movimiento social en Chile y su relación con la “ruptura pactada” que significó la transición a la democracia en el vecino país y el desgaste de los partidos políticos. Aborda también los desafíos en la reformulación de la educación superior y el lugar de Chile en el escenario político Latinoamericano. Primera parte de la entrevista.

¿Cómo caracteriza usted la situación actual en Chile en relación a las movilizaciones de protesta?

Considero que se trata de un momento y de una coyuntura excepcional en el país. Lo digo porque el Chile de la Concertación que conocemos ha sido un Chile silencioso, con escasa movilización social. La última experiencia de este tipo -aunque de menor magnitud- tuvo que ver con otra movilización estudiantil, el llamado “Movimiento de Los Pingüinos”, que salió a la calle haciéndole frente a un gobierno de la Concertación. Con respecto a las actuales movilizaciones, nos encontramos, entonces, ante un segundo momento muy excepcional. Recientemente se han sumado los profesores y la Central Única de los Trabajadores (CUT).

Por otra parte, cabe resaltar el papel del movimiento empresarial que apoya al gobierno de Piñera -incluso él es un importante empresario y uno de los hombres más ricos del país. En este contexto de protestas, el gobierno ha hecho muy poco y se percibe su baja aprobación social. Piñera ha querido constituir una nueva derecha y, hasta ahora, no ha podido. Continuamos con la vieja derecha dividida en dos ramas: una conservadora que es la UDI (un partido católico), y otra más o menos liberal que es la Renovación Nacional (pero el liberalismo es principalmente económico y su dosis de liberalismo cultural se contrapone con el conservadurismo cultural de la UDI,). En definitiva, no surgió una nueva derecha y la Concertación, por su parte, está desconcertada, en silencio y sólo retomó la voz para apoyar el paro de la CUT.

En la Concertación están apareciendo ciertas diferencias entre la Democracia Cristiana y el Partido Socialista, que mantienen una alianza desde hace 20 años. Hay sectores que viraron hacia la derecha y otros que quieren entenderse con el gobierno, siempre que éste acepte ciertas cuestiones. Va a ser difícil que el gobierno de Piñera pueda hacer eso, pero de todos modos nos encontramos ante una Democracia Cristiana que parece estar mirando hacia su derecha, lo cual puede dificultar todavía más la recuperación de la Concertación. Considero que todo va a depender de lo que ocurra con las elecciones municipales del 2012.

Vuelvo a insistir en que estamos ante un momento muy especial: las movilizaciones tienen una gran significación. Es interesante que hayan sido iniciadas por los estudiantes, que después se hayan sumado los profesores y luego la CUT. Pero fueron primero los estudiantes secundarios y luego los universitarios. Si bien al liderazgo público lo mantienen dos militantes comunistas, eso no significa que el Partido Comunista sea el que maneja las protestas.

En este sentido, ¿cuál es la relación de estas movilizaciones con la política?

La relación con la política es de amor-odio. El profesor Jaime Gajardo, por ejemplo, es un militante del Partido Comunista. Por su parte, la presidenta de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECh), Camila Vallejo también es militante comunista. Pero sobre todo en el movimiento estudiantil hay otro tipo de federaciones de las diferentes universidades, especialmente de la Universidad de Concepción, que han tenido posiciones de divergencia con la presidenta de la FECh. Esto tuvo que ver con que Camila Vallejo, en determinado momento, estuvo por bajar las movilizaciones y negociar. Evidentemente, en algún momento los estudiantes tendrán que negociar, el problema es con quién lo hacen: si negocian con los parlamentarios o con el gobierno. Me da la impresión que lo van a hacer con el Parlamento, donde están todos los partidos políticos. En este contexto, el gobierno va a tener que participar e incluso en alguna cuestiones cuenta con la posibilidad de tener la iniciativa de ley. Nos encontramos ante una sociedad movilizada -algo excepcional para Chile- y habrá que seguir los acontecimientos, teniendo en cuenta que en algún momento cesarán las movilizaciones y el gobierno presionará sobre el término del año escolar.

En la conferencia de prensa que se realizó durante el paro de 48 horas, tanto Camila Vallejo como los representantes de la CUT, pretendían reafirmar la idea de que esto excedió la demanda estrictamente estudiantil y se ha convertido en un movimiento social que apunta a lo global. Incluso diferentes analistas han hecho referencia a esta etapa como el “fin de la transición democrática chilena”. ¿Qué opina al respecto?

Si esta movilización da ciertos frutos, sí podremos considerar el fin de la llamada “ruptura pactada”. La misma tuvo más pacto que de ruptura, pero se denominó así y se constituyó como la salida electoral de la dictadura militar. Fue un modo de salida que no se preveía en el período inmediatamente anterior al momento en que se produjo el plebiscito en el que Pinochet es derrotado. Este proceso dio lugar a un largo periodo político liderado por la Concertación, que se caracterizó por sucesivos gobiernos neoliberales con algunos ingredientes socialdemócratas (pero en definitiva, fueron más neoliberales que socialdemócratas). Fueron liberales en materia de política económica, a la par que introdujeron algunas políticas sociales, sobre todo en el gobierno de Michelle Bachelet. De los dos gobiernos socialistas, el de Bachelet aplicó políticas sociales significativas pero que no afectaron a la educación. Ricardo Lagos tuvo en su mira demostrar que la izquierda podía gobernar sin generar un caos, y lo consiguió, pero lo hizo a costa beneficiar mucho más a los empresarios que a los trabajadores.

Ahora bien, como ha sido señalado, en el presente conflicto los estudiantes han puesto en el tapete los temas educacionales y han sido sobrepasados. Hoy se discuten temas globales e incluso estamos frente a un plebiscito. Si bien es discutido por algunas personas, soy un firme partidario que la consulta que se plebiscita sea precedida y surja de una gran discusión colectiva. En este caso, el plebiscito tendrá sentido porque, aunque no de lugar a la introducción de demasiados cambios, sí permitirá debatir cuestiones importantes que van más allá de lo que plantean los estudiantes. Estamos ante un movimiento que genera un quiebre de consenso ya que la Concertación administró ese consenso y logró que se modificaran pocas cosas que habían sido ordenadas por la Dictadura, entre ellas las cuestiones educacionales. El problema a discutir es el paso de la “municipalización” a lo que se podría llamar una “estatización” educativa, es decir, a darle mayor injerencia al Estado nacional en relación a la gestión educativa. Esto implicaría volver a concentrar la gestión de la educación pública en un Ministerio de Educación. Por otro lado, hay una solución intermedia que consiste en que en vez de estar en la burocracia del Ministerio de Educación, la gestión educativa se sitúe en un ámbito representativo de los padres, los estudiantes, los docentes, los movimientos sociales, etc. (teniendo en cuenta que la cúpula de un ministerio depende del gobierno de turno). Ante un escenario político en el que el próximo gobierno será disputado entre una derecha y a una centro-izquierda cada vez más corrida a la derecha, el plebiscito puede ser una instancia de discusión que permita visualizar otro tipo de salidas. Siempre he admirado el “Presupuesto Participativo” instituido en Río Grande do Sul, Brasil. Ese tipo de instancias requiere que la discusión del presupuesto tenga que ser precedida por una discusión de la sociedad. Este tipo de movimiento hace mucha falta en Chile porque tenemos una democracia representativa (demasiado representativa) y poco participativa.

Es interesante lo que dice en relación a que la “Transición Democrática Chilena” fue un modelo a seguir para muchos, incluso se busca imitar por parte de la oposición política argentina.

Para salir de la dictadura de Pinochet fue un buen modelo, pero para avanzar desde una democracia representativa convencional -que se consiguió con la reforma que se hace sobre todo durante los gobiernos de Frei y Lago en un contexto en el que había resabios autoritarios muy poderosos en tanto había senadores pinochetistas- pero más allá de eso no se avanzó. Hoy día se requiere de una sociedad que discuta institucionalmente, para eso se necesitan instancias de participación que estén en el gobierno y desde la base. Los temas se han agotado argumentativamente porque muchas decisiones son tomadas en soledad por las cúpulas partidarias. Siendo partidario de los partidos políticos por eso no creo que haya que desvalorizaros. Considero que en Chile se debe empezar a pensar en democratizarlos. Si bien tenemos partidos políticos e ideológicos más o menos sólidos, esto no basta. Además, la municipalización que instauró la dictadura no dio lugar a una mayor descentralización de las gestiones. Por otra parte, también es necesario pasar de una democracia puramente representativa a una participativa. En este contexto, lo que está ocurriendo y la posibilidad de que se dé un plebiscito, pueden ser instrumentos que caminen en dirección a lo dicho anteriormente. Por eso, esta demanda de los estudiantes tiene que tener un trámite mucho más rápido, el movimiento estudiantil necesita ganar algunas cuestiones, no pueden desmovilizarse sin conseguir algunas cosas fundamentales. No las va a conseguir todas, pero si algunas.

¿Considera posible que se logren algunas de las reivindicaciones del movimiento estudiantil?

Dependerá de que solamente se bajen de esta lucha si es que les conceden algunas cosas.

Por parte del gobierno, ¿qué cosas considera que les podría conceder?

Este gobierno está siendo astuto en su ofrecimiento. Por ejemplo, aparece dispuesto a desmunicipalizar la educación. El problema es el cómo piensa hacerlo, cómo se vuelve a concentrar las decisiones en materia de educación publica. Si las decisiones van a recaer en el Ministro de Educación y 4 asesores, esto no sirve. Considero que se tiene que crear una agencia que permita que la gestión de la educación pública sea protegida por los diferentes movimientos sociales, partidos políticos, etc. Que todos se sientan representados.

¿Y en relación a la educación superior?

En relación a la educación superior, lo mismo. Yo no soy partidario a eliminar las universidades privadas (yo trabajo en la Universidad Arcis, que es privada) pero sí de que no tengan fines de lucro. Las ganancias de una universidad privada deben ser re-invertidas para mejorar el proceso educativo y no ser repartidas entre sus dueños.

En relación a las universidades nacionales, creo que tienen que seguir recibiendo fondos del Estado. Las universidades privadas no deberían recibir la misma cantidad de fondos. Una posibilidad sería que participen en determinados concursos en los que tengan que elevar propuestas calificadas. En relación con el Estado, tiene que haber un privilegio de la universidad pública por sobre la privada.

En el caso de esta institución, los comunistas son los dueños de esta universidad pero no coartan ni presionan. Esto puede ser una virtud o un defecto, ya que también refleja la falta de un proyecto educacional. Esto generaría una discusión, una tensión, pero por lo menos tendríamos una universidad que discute. (Agencia Paco Urondo)