Mataron al líder de las FARC: ¿cómo queda el escenario colombiano?

Mataron al líder de las FARC: ¿cómo queda el escenario colombiano?

06 Noviembre 2011

Nuevamente, el ejército colombiano ha logrado eliminar físicamente, al principal comandante de las FARC Guillermo Sáenz Vargas (a) Alfonso Cano.

Ya, el año pasado fue cercado y asesinado en un ataque aéreo, Victor Suares Rojas (a) el “mono Jojoy” el anterior Secretario General de las FARC y anteriormente (2008) Luis Edgar Devia Silva, (a) Raúl Reyes fue muerto en un bombardeo en territorio ecuatoriano

 Por otra parte, el primer jefe histórico de esta gerrilla, Pedro Antonio Marín (a) Manuel Marulanda, murió de muerte natural en la selva colombiana, siendo su reemplazante: Raúl Reyes.

Las tres últimas muertes mencionadas, indican claramente que el estado colombiano, gracias a la ayuda de tecnología electrónica y de inteligencia brindada por parte de Estados Unidos e Israel (información satelital, aviones no tripulados de reconocimiento, intercepción de las comunicaciones, rastreo por GPS, etc.), ha podido pasar a la ofensiva, implementando una combinación de bombardeos a áreas geográficas determinadas con gran precisión (gracias a la inteligencia humana y electrónica) y la práctica de los asesinatos selectivos

No podemos dejar de mencionar aquí, por su importancia en el conflicto, que en el caso del accionar paramilitar, se realizaron asesinatos de carácter masivos, a efectos de desalojar tierras aptas para cultivos industriales de mayor escala)

Por su parte, aparentemente, la guerrilla optó por desarrollar un esquema organizativo altamente descentralizado y de mimetización con las poblaciones locales en las que opera, estrategia esta de supervivencia, que no le alcanza por lo visto, para neutralizar la contrainteligencia estatal.

Visto así el escenario colombiano,  pareciera dirigirse a un statu quo, en el que periódicamente asistiríamos a un relevo forzoso de la máxima autoridad de la guerrilla, acompañada de manera intermitente, por golpes y emboscadas guerrilleras en las zonas desfavorables para el accionar del ejército colombiano, pero alejada de las grandes urbes urbanas (a las que el estado logró imponer un eficiente control)

Dada así las cosas, es de suponer que el conflicto seguirá, ya que el estado no está dispuesto a negociar, si previamente la guerrilla no se desarma y la guerrilla pide sentarse primero en la mesa de negociaciones, para definir los términos en que debe sustentarse cualquier tratado de paz.

Daría la sensación que la guerrilla se encuentra en una especie de cerco de geometría variable, basado más en un rodeo virtual, de tecnología electrónica que en un cerco geográfico específico.

Por otra parte, esta guerrilla, quizás por su origen campesino y alto grado de aislamiento (debido al contexto histórico reciente y actual), nunca se preocupó o no pudo incorporar a su logística tecnología sofisticada, ni logró articular una red internacionalista de apoyo, tal como si lo hizo, por ejemplo, Alqa Eda en la geografía islámica, factor este que le permitió a la guerrilla islámica, más de una vez, utilizar el factor sorpresa frente a los servicios occidentales (inclusive golpeando en áreas altamente protegidas, como es el caso de la zona verde de Bagdad en Irak.

Frente al empantanamiento de estas dos fuerzas (estado y guerrilla) se observa un creciente fenómeno socio político que amenazaría con desplazar del centro de la escena política colombiana a los sectores más extremos de ambos bandos.

Es el modelo neoliberal y de libre comercio con Estados Unidos y  no la guerrilla, quien le está propinando los mas demoledores golpes al régimen colombiano. En efectos movilizaciones masivas de estudiantes confrontando con el modelo educativo de mercado, los reclamos de millones de campesinos desplazados de sus tierras, mayoritariamente provenientes de pueblos originarios o afro descendientes, y cuyas tierras fueron apropiadas por grupos paramilitares o grandes transnacionales productoras de cultivos industriales (como la palma aceitera)

Las grandes movilizaciones protagonizadas por pueblos originarios hasta la capital Bogotá, las huelgas nacionales de transportistas debido al aumento usurario del precio de la gasolina, las grandes huelgas de los trabajadores petroleros, estatales, etc., ponen crecientemente a la defensiva a un gobierno que, si bien tiene un instrumento tan poderoso como es el ejército colombiano, este no puede ser utilizado en caso de una situación de descontento en ascenso, a riesgo de caer en una especie de metástasis, tal como ocurrió con el ejército del Sha en Irán o el de Somosa en Nicaragua.

La única salida a la crisis colombiana (en el mediano plazo) pasa por una solución negociada que dé cuenta de las urgentes y angustiantes demandas de los actores sociales mencionados y que permita instaurar un estado de Bienestar, tal como hoy se está dando en la Argentina, Brasil, Bolivia, Ecuador, etc.