Kicillof, el RIGI y un truco entre vivos

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    Axel Kicillof GNL
    Foto: Radio Provincia.
Crónicas del abismo

Kicillof, el RIGI y un truco entre vivos

29 Abril 2025

La semana pasada se confirmó que YPF desistirá de la construcción en Río Negro de una megaplanta de licuefacción de gas natural extraído del reservorio de Vaca Muerta, pensada en principio a partir del poderío económico de la estatal malaya Petronas, y optará por barcos que cumplan esa tarea.

Es uno de los típicos temas de la actualidad federal que resultan eclipsados en la agenda unitaria, pese a revestir una importancia económica y política de orden nacional. En este caso, por la cada vez más acentuada reprimarización extractivista y la previa utilización de la inversión finalmente descartada como prenda de extorsión política.   

La noticia, per se relevante, constituyó el capítulo final de una trama en que el oficialismo nacional convirtió en artilugio el proyecto para poner a dos jurisdicciones a competir entre sí, mientras buscaba adhesiones provinciales al Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI), cuyo carácter entreguista era ostensible.

Fue en ese marco que el Gobierno hizo aparecer al paraje rionegrino de Punta Colorada como alternativa a Bahía Blanca, pensada desde el inicio como la más adecuada localización de la megaplanta.

Cualquier cálculo razonable evidenciaba que no eran opciones en real pugna: mientras Punta Colorada requeriría un desarrollo integral desde niveles básicos, la ciudad bonaerense de 400 mil habitantes posee infraestructura ya instalada, una geografía propicia y la existencia de centros de formación de alto nivel en disciplinas vinculadas a los hidrocarburos, la ingeniería, la arquitectura y las ciencias económicas.  

La difícil

La creación de la alternativa rionegrina fue, a las claras, artificial. El problema de la opción bahiense radicaba en su lugar en el mapa. Bahía Blanca es una de las ciudades más importantes del interior de la provincia de Buenos Aires, gobernada por Axel Kicillof. La figurita difícil en el álbum en que Javier Milei recolectaba apoyos al RIGI.

Fue entonces cuando el oficialismo nacional, en un golpe de real astucia, disparó una indisimulada campaña de presión hacia el provincial. Si su gobierno no adhería al RIGI, algo que el de Río Negro hizo presto, toda Buenos Aires quedaría excluida como emplazamiento de la megaplanta.

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Río Negro RIGI GNL

Kicillof fue el único actor político entre los involucrados que advirtió que estaba ante un juego de vivos, donde un proyecto acordado en el gobierno del Frente de Todos y pronto a descartarse en el de Milei, era utilizado para forzar la postración ante la liturgia entreguista del RIGI. No es necesario simpatizar políticamente con el gobernador bonaerense para admitir que conoce el negocio y los actores del ámbito de los hidrocarburos. No se pasa en vano por el directorio de YPF, el Ministerio de Economía, la Universidad de Buenos Aires y el CONICET.

Tampoco hace falta gran perspicacia para suponer el agrado que habrá causado a una empresa pública de Malasia que se la involucre en un juego político interno de otro país, donde el oficialismo la convierte en pieza de una pugna con una fuerza política con la que los malayos no podrían descartar tener que negociar en el futuro. Por algo, tras un trimestre de trascendidos y suspenso, la compañía se retiró del proyecto en diciembre de 2024.

RIGIdeces

La apuesta gubernamental fue pivotear sobre las expectativas de la opinión pública del sudoeste bonaerense, una región de poco menos de un millón de personas, cuya capital virtual es Bahía Blanca.

Como en todo el país, la población regional necesitaba abrazarse a algún tipo de esperanza. Una más, dentro de un repertorio histórico de ilusiones faraónicas que en los últimos años incluyeron la idea de trazar un río artificial hacia Córdoba o una pista de canotaje en el arroyo Napostá, entubado por la dictadura y por ello desbordado en la inundación del 7 de marzo.

Tal grado de fantasía es proporcional a lo implacable de la realidad, en una ciudad pisada por su competencia portuaria con Buenos Aires y Rosario. Bahía Blanca no crece desde hace por lo menos medio siglo y sus problemas crónicos, más palpables y concretos, permanecen sin resolución: la especulación inmobiliaria, la anárquica extensión urbana, o la insostenibilidad de su imprescindible sistema de transporte público, entre otros.

A diferencia de los varios casos previos de vanas ilusiones, la posibilidad de instalar una megaplanta de procesamiento de GNL sí existió. La participación malaya fue anunciada más de un año antes del triunfo electoral de Milei, y no había requerido entregas adicionales como las contenidas en el RIGI. En definitiva, ocurrió lo inverso a lo pronosticado por el credo oficial: con el Régimen aprobado, se evaporó la inversión que había sido anunciada sin él.

Al cabo, sucedió lo previsible: en un contexto de reprimarización, con las exportaciones de materias primas como únicos sostenes de la balanza comercial, la YPF mileista descartó el proyecto y dejó a Río Negro sin premio a su prestancia para acompañar el RIGI.

El vacío de los puños rionegrinos puede estrecharse, en un saludo de desencantados, con el de las manos que se alzaron en el Concejo Deliberante de Bahía Blanca para votar un inocuo apoyo local al RIGI de Milei. A favor se expresaron las bancadas variopintas que representan a Unión por la Patria, temerosas de quedar pegadas con el gobernador Kicillof, retratado como el dique mezquino contra la grandeza bahiense.

El tiempo le dio la razón. Aquello era un truco de vivos, un juego descarnado en que las ilusiones del interior postergado pagaban los porotos.  

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