Alabarces (I): "La lógica del aguante en la cultura futbolera implica pelearse"
Por Enrique de la Calle y Horacio Bustingorry I
LA PACO URONDO: La primera pregunta tenía que ver algo que planteamos como hipótesis en la agencia sobre si en el último tiempo hay una reconfiguración de los hinchas que van a la cancha y han perdido lugar los sectores populares para ganarlo los sectores medios y altos.
PABLO ALABARCES: No tenemos datos sociológicos. Hay montones de cosas que hemos construido con datos sociológicos que no son precisamente estadísticas, que tienen que ver con la observación, etc. Hace rato que no hago observación en las canchas, entonces no puedo decirlo. Una afirmación de ese tipo tendría que ser nacional, no solamente metropolitana. Digo, porque sigue siendo un fenómeno de mucha envergadura. Además esta cosa del desplazamiento del torneo argentino al interior, a Salta, etc.
Sí es claro que hubo un fenómeno de ampliación, en el sentido de capturar a los públicos de clases medias y altas y eso genera fenómenos… El más visible es el de Boca donde se entra si se es socio. En una cierta cantidad de bandejas tenés el 90 % adjudicado a los socios. Incorporarse como socio implica sí una selección natural, una selección muy darwiniana, que implica una posibilidad económica. Ese sería un lugar fantástico para estudiar esto con más detalle, porque tradicionalmente en el público de Boca había una sobrerrepresentación de las clases populares. Que el fenómeno se “bosterice” eso no significa que se nacionalice. La macrización de Boca no se reprodujo necesariamente en otros lugares. Por más que Boca sea Boca, eso no significa el fútbol argentino en su conjunto. Entonces habría que verlo. Sería interesante porque en el caso inglés fue bastante claro.
La restructuración del fútbol inglés también implicó, no sé si deliberadamente, pero lo implicó, que claramente los públicos más activos pasaron a ser las clases medias. Por ejemplo, en las organizaciones de hinchas, la Federación Inglesa de Hinchas, etc., claramente son clases medias, profesionales, hijos de la clase obrera que eran los dueños del fútbol. Parte de la solución de los problemas de violencia también consistió en esto, que en general los hooligans dejaron de concurrir a los estadios por prohibición o por carencia de medios. El precio de las entradas en Inglaterra es muy salado. Aproximadamente una entrada común, lo que sería las viejas populares, hoy debe estar cerca de los 200 pesos argentinos. Incluso para el salario medio inglés 30 libras es un precio importante.
No sé si eso se está dando en la Argentina, en términos de lenguaje, por ejemplo. No ha habido, desde la hinchización de los lenguajes periodísticos que producen entre Olé y Marcelo Araujo, que hacen esa vuelta desde comienzos o mediados de los 90. No es que por el contrario el lenguaje ha buscado un hincha “más culto”. En realidad eso también tiene que ver con leguajes más achatados en el fútbol, en Tinelli, en la televisión, en la política, etc. Hay cierta “plebeyización” de los lenguajes. Y eso no quiere decir que hayan ganado presencia los públicos populares, sino que se “plebeyizan” las clases medias. Entonces no hay datos en ese sentido.
LA PACO URONDO: Las intervenciones que se han hecho acá en Argentina para controlar la violencia, ¿Han replicado el modelo inglés?
PA: No. No ha habido políticas en la Argentina destinadas a reducir la violencia. La editorial me ofreció reeditar “Crónicas del aguante”, que ya tiene ocho años, y empecé a revisar el tema. Revisé la trayectoria de (Javier) Castrilli, (Pablo) Paladino, (Juan Carlos) Blanco. No ha habido una sola política. Que haya habido una campaña de Castrilli, un proyecto bancado por el (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo) PNUD para hacer charlas en las escuelas o que haya surgido el (Comité Provincial de Seguridad Deportiva) Coprosede y haya prohibido visitantes. Política no ha habido ninguna. Lo que ha habido son gestos espasmódicos. El problema es que no tenemos indicadores fehacientes. El único indicador sería la categoría incidente. No hay manera de registrar incidentes. Tendrías que hacerlo solamente por coberturas periodistas. Registrar si las coberturas periodísticas marcan que hay o no hay incidente en un partido. Habría que ver entonces todos los partidos de todo el territorio argentino, cosa que es muy difícil de hacer. El único indicador fehaciente que tenemos es el muerto porque el muerto es, como diría Lacan, lo real. El muerto es innegable. Bueno, las cifras de muertos me dan que los últimos ocho años se mantiene el promedio que venía de De la Rúa a Duhalde: seis por año. Entonces no habido políticas y por supuesto no ha habido resultados.
La pregunta original era: ¿esas políticas tendieron a imitar? No. Las intervenciones políticas y periodísticas tienden a decir: “tenemos que hacer como los ingleses”, que no es lo mismo. Eso choca con un problema básico y es que nadie sabe lo que hicieron los ingleses. Ese es el punto. “Che, los ingleses echaron a los hooligans.” Qué bien. Hay que sentar a todo el mundo y controlar más a los barras, a los inadaptados. Lo acabo de escribir, permítanme que cite este texto. El día de River-Belgrano de Córdoba todos recordarán que en la semana aparece una bandera en la concentración que decía “A ganar o a morir.” “Cómo van a decir eso los hinchas, no es ganar o morir, por favor dejémonos de joder. En el momento en que Belgrano empata el partido, el relator de Fútbol para Todos, es decir el Estado argentino dice: “Ahora River sale a ganar o a morir.” Terminado el partido, cuando empieza la batahola fenomenal, todo el mundo se horroriza y dice: “Mirá estos inadaptados.” ¿Cómo inadaptados? Están adaptados a ganar o morir. Si el Estado argentino les dijo –insisto, porque en el momento en que Fútbol para Todos se hace cargo del relato, el que relata es el Estado-, el Estado argentino dijo “a ganar o morir”. Por lo tanto los inadaptados famosos lo que hicieron fue adaptarse al discurso estatal que les dijo a ganar o morir. Nadie sabe lo que hicieron los ingleses y la política consiste en seguir reproduciendo lo mismo. Eso sí, cuando viene el River-Belgrano salen todos los tontitos a decir “hay que hacer como los ingleses.” Pero nadie sabe lo que hicieron los ingleses.
Estuve ordenando cosas y acabo de guardar la caja de archivos en la que tengo guardados todos los materiales ingleses. Mi chicana favorita es decir esas cosas yo las conseguí con un subsidio del Estado argentino. La universidad y el CONICET me pagaron los fondos suficientes para que yo consiguiera toda la documentación inglesa. Por ejemplo, manual de cómo entrenar a los guardias privados, el informe Hillsborough, el Taylor Report, los informes de los hinchas. Es una caja de archivos así. Nunca nadie me la pidió. Nadie sabe lo que hicieron los ingleses. Y además, de lo que hicieron los ingleses hay ciertas ideas generales que serían practicables pero el resto es impracticable por una razón fundamental, que no es que sean una sociedad democrática, desarrollada. Nosotros no tenemos hooligans. Los hooligans son otra cosa.
LA PACO URONDO: No son el barra brava argentino.
PA: No, nada que ver. Hay una dimensión en la que hay cierta comunidad, que tiene que ver con la relación con la violencia como experiencia adrenalínica. La figura del hooligan está más basada en eso, en la experiencia de la violencia y de la pelea como una experiencia placentera. Eso lo experimentan no sólo nuestros barras sino todos los hinchas argentinos que se pelean. Hay una dimensión “psicológica”, “psicosocial” según la cual pelearse es satisfactorio.
No para mí. No estoy justificando. Mi misión no es justificar. Mi misión es entender. Tengo que entender que para muchos sectores pelearse es gratificante. Pero hay dimensiones mucho más complejas en el fútbol argentino. Una tiene que ver con la idea del aguante como lógica muy fuerte. Una moralidad fantástica, bien organizada, muy compacta. Los “inadaptados”, como dice la prensa, no actúan como animales irracionales, sino son sujetos que actúan de acuerdo a una lógica llamada el aguante que dice que en determinadas circunstancias hay que pelearse. No es que está mal, que está bien. Hay que pelearse. Se fueron al descenso Quilmes, con incidentes; Huracán, con incidentes; Gimnasia y Esgrima de La Plata, con incidentes; River-Belgrano, con incidentes. ¿Por qué eso? Está claro desde Marcelo Cejas en el año 2006. Te vas al descenso y eso está configurado en la cultura futbolística como una deshonra. Entonces vos tenés que vengar esa deshonra demostrando que tenés aguante. Por lo tanto, si te vas al descenso te tenés que pelear. No es que “uy, mirá estos inadaptados.” No. La cultura futbolística exige de vos que de alguna manera laves esa afrenta del descenso demostrando que perdiste pero tenés aguante. La única forma de demostrar que uno tiene aguante no es cantar. Es ir a enfrentarse con el otro, con la policía, etc. A mí me parece tan evidente que no puedo entender cómo no se reconoce esto como problema. No es inadaptación, salvajismo, irracionalidad. Es una lógica muy compacta, llamada la lógica del aguante, que organiza las prácticas y también organiza muchos discursos. Hay discursos periodísticos que están organizados también por la misma lógica. Por ejemplo, ganar o morir.
El otro problema son las barras bravas. Pero no son el problema de la violencia en la Argentina. No son el problema central. Las barras son el producto de la combinación de dos factores. Habría un tercero que es histórico y es que las barras fueron un invento de los dirigentes de fútbol. Por más que miren para otro lado, lo inventaron los dirigentes de fútbol a finales de los años 50. Y 50 años después miran y dicen: “bueno muchachos pero no me maten gente en la alfombra”. Esa sería la tercera cuestión. Las dos cuestiones fundamentales son: es una combinación del aguante, el aguante es funcional, legítimo, reconocido y compartido por millones de personas y entonces las barras son sectores que acumulan mucho aguante. No es gente más o menos hábil. Para llegar a la barra vos primero tenés que demostrar que poseés aguante, es decir que tenés capacidad para pelearte, que defendés el honor de la comunidad etc. Luego eso se combina con una cosa que es dinero clandestino. No hay barra sin dinero clandestino. Ahora bien, ese dinero clandestino, ¿de dónde viene? ¿De exenciones impositivas viene? ¿De donaciones graciosas de la comunidad? No. El caso Schlenker y la disputa en la barra de River exhibió lo que todo el mundo sabía y es que las barras, en los acuerdos que tienen con los dirigentes participan con porcentajes en ese dinero clandestino. Dinero clandestino que alimenta también no solamente los porcentajes de transferencia de jugadores, parte de esa plata también va para el periodista deportivo que infla un jugador y después participa con un diego en la transferencia, intermediarios, etc. Es un circuito estructural de generación de dinero clandestino donde hay un grupo que posee un solo capital, que es el aguante, y dice “queremos una parte.”