El Carnaval de Patricio Rey
En uno de los mejores reportajes hechos a la banda, el Indio Solari y Skay Beilinson discurren sobre carnavales, máscaras y política; a la vez que analizan uno de sus mejores discos. Todo esto en febrero de 2001, el año del derrumbe, y del fin de la banda.
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-Bueno, hablemos del disco...
INDIO: Sí, lástima que últimamente los reportajes que estamos dando...
-¿Por qué lo decís?
INDIO: Sale cada cosa... Más allá del elogio del reportaje de ustedes de la vez pasada, supongo que el espacio que tiene la revista permite que la fotografía salga un poquito menos deforme que cuando te sacan en un diario. El otro día, casualmente, hablaba con los chicos de otra revista que el método que usamos y que uno lo llama música de edición, no es que esté copiado de lo que hacen los periodistas, porque se usa en cine y todo, pero es el mismo. Es decir, vos cuando venís acá a tomar un reportaje, tomás muestras que son las preguntas que haces. Y, de acuerdo al sentido que le des, es el monstruo que se arma al final. Es lo mismo que cuando uno toma muestras de Buddy Miles, de Chet Baker, después les cambia los armónicos que hay alrededor, los saca, lo edita, pone cosas adelante, y de acuerdo al sentido que le querés dar es la música que te queda.
Un reportaje es lo mismo: si vos iluminás a un tipo que lo está esperando un hombre -que parece que fuera un guardaespaldas- y después, renglón seguido, la otra pintura es que hay un loco que anda con una escopeta, rodeado de perros ovejeros, y que se la pasa en los shoppings... es un monstruo riquísimo, pero lo tendría que hacer un artista, y no un periodista. Porque los artistas partimos de la ficción. Entonces, esta claro que el monstruo que uno hace se intenta diferenciar de la muestra. Nosotros, cuando tomamos muestras, la transponemos de tonalidad, les cambiamos el nudo melódico, desarmamos el sonido. Es lógico, partís de una vision o de un sonido previo para generar un monstruo cuyo objetivo es que sea diferente. En cambio, acá, hay un criterio de verdad, que parece ser que el monstruo que queda al final sos vos y en el que muy pocas veces en un diario uno se reconoce. En las revistas es más fácil porque te toman más fotografías.
Un sampler es una especie de fotografía de un sonido que metés en un ordenador. Y esto es lo mismo. Todas las preguntas que puedas poner, aunque vos digas una tontera en algún momento, la tontera forma parte de la amabilidad. Cuando decís que vas a un shopping estás tratando de avisar, con cordialidad, que no vivís en una nube de pedos. Que vos hacés lo mismo. Pero yo voy una vez al año al shopping. Cuando voy a Nueva York aprovecho para comprarme ropa, porque no me gusta mucho lo que pasa cuando voy acá. Pero ahí parece que uno fuera del shopping a la escopeta, y de la escopeta al guardaespaldas.
Momo Sampler
-¿Qué muestras hay en Momo Sampler?
INDIO: Ya ni me acuerdo. En realidad, cuando uno empieza a tomar muestras está pendiente de la tracción de sonido. Entonces podes tomar muestras de una paleta inmensa porque hoy se utiliza mucho el sampler para obtener muestras reconocibles. Inclusive, aunque no se reconozca la melodía, se ponen modas, por ejemplo, del soul barato, de la bossa nova... y te da un carácter que empieza a parecerse. La idea es utilizar la herramienta. La primera diferencia que tenés es de dónde tomas muestras. Si abrevás del mismo lugar que todo el mundo por la moda o por el momento, o tomas de cualquier otro lado. Y después está el trabajo que hacés. Yo repito siempre que es como un collage o una técnica mixta. No es lo mismo recortar todo ese dibujo que está ahí (señala un cuadro de Rocambole) y pegarlo, a sacarle un ojo, cambiarle el color, ponerle un anteojito, ponerle otra cara... El objetivo es que aunque tomes muestras, te olvides en el momento. Porque terminás probando fracciones, cambiando el nudo melódico, entrando en la intimidad del sonido.
De lo que me acuerdo, hay un viejo disco de Buddy Miles del que tomamos algo. De cualquier manera, el juego de emulaciones que jugamos acá es permanente. Porque más allá del espejo conceptual que uno quiere hacer con respecto a lo que está pasando, al travestismo político, social, a la gente soportando decorados que ya no soportan más. Por miedo a la situación social, a quedarse sin laburo, todo el mundo termina, aunque renegando, soportando los discursos insistentes. Pero más allá de eso, lo que hicimos es la venganza del músico. Es decir, una vez que compusimos el monstruo, los músicos copiaron, se volvieron a tocar todas las baterías. Es como que los músicos tomaron muestras de las muestras. Entonces, era jugar con el concepto del carnaval de la emulación, que es como un falso ir en acción.
-No queda claro todavía quien grabó el disco. ¿Tocaron los músicos?
INDIO: En realidad, el álbum esta hecho con Skay y el equipo Luzbola: Eduardo, que es el ingeniero y Hernán, que trabajó mucho porque es el más diestro con respecto a la parte midi. Yo manejo las máquinas pero con cierto rubatto y cuando estás queriendo pintar necesitas la destreza y también las opiniones. Supongo que se parece un poco a la dirección de una película, que hay un director de fotografía que te dice "mirá, la luz que vos querés no da", "suspendemos", "seguimos"... Y después, intentamos grabar con los músicos.
Me acuerdo de que en un reportaje que me hicieron en Cerdos & Peces hace muchos años, que en una parte se refería a la aventura espacial, y yo decía que uno pone un hombre en este arañar acá nomás que hacemos con combustibles sólidos y otras cosas del pasado (se sonríe) para viajar al espacio, y que un cabeza cuadrada, un astronauta pesa 75 u 80 kilos. Entonces si vos mandás un supercomandante electrónico de 70 kilos que es resistente a los rayos y a todo lo que pasa, es mucho más cómodo y sirve más que pagar un boludo con electrodos a ver qué le pasa. Y esto es lo mismo. Las técnicas trabajan a imagen y semejanza de lo que generan. También ponía como ejemplo que cuando estás trasponiendo sonidos, subís un par de octavas, o modificas el sonido, y lo que es pasa a los armónicos que están alrededor... La muestra está tocada por unos músicos que en esa altura tonal, en esa tesitura, en e momento armónico, está bien. Pero cuando empezás a trasladarlos de tonalidad, hay un montón de armónicos parásitos que en la toma original no se notan, que se modifican, y hay que cantar encima. Por eso, generalmente, lo que haciamos era poner rapidamente alguna rítmica, alguna acústica, para que la canción crezca.
Lo que tiene la música de edición es esta cosa (chasquea los dedos) impresionantes que no pasa cuando estas trabajando con sonidos naturales: tenes que poner el equipo y entrar a correrlo en distintos lugares para ver donde rinde mas, y cuando queres acordar estas toda una tarde ahí para recién empezar. Y encima en una búsqueda de encontrarle un rango al sonido del bajo, y cuando queres tener subloads ya tenés que entrar a ver de qué manera lograr que el bajo esté en esa franja, para que no se mezcle y los armónicos compitan, los armónicos de los graves de la guitarra, o de los sonidos que elegiste. Y encima, cuando había una intención de que el horizonte de guitarras le diera el carácter humano que tiene este disco, que yo lo siento, a pesar de que usamos mucha más tecnología, y de que prácticamente los músicos no participaron a no ser por un solo de saxo y un calefonazo en Pool, Averna y papusa.
SKAY: Hay algunos bajos más, que tocó Semilla y quedaron...
-¿Y el acordeón?
INDIO: Eso lo toqué yo con una chapa. Lo que pasa es que hay mucho laburo con el equipo de emulación. También son chapas los arreglos de cuerdas, por ejemplo el de la Virgencita, más allá de que hay un cello que tocó Dimitri Rodnoi. Lo que pasa es que los hicimos emulando cada sonido independiente, siempre planteándonos cómo funciona realmente un cuarteto de cuerdas. El laburo que hemos hecho acá es para que al menos la impresión básica no moleste como de artificio.
-Esta idea de la emulación relacionada con el sampler y a la vez con el Momo, ¿cerró después de grabar o existía desde antes?
INDIO: Siempre es muy difícil explicar cómo nacen las cosas, porque nacen, primero, de una materia que tiene que ver con toda la musicalidad que tiene Skay y que tengo yo. Todavía, ahí, no hay ningún concepto ni ninguna letra, ni una merda. Hablo de este caso, porque ahora tenemos pensado volver a zapar, hace tres álbumes que estamos componiendo por separado y después nos juntamos. Originalmente él está tocando la viola, y grabando partes de violas y momentos musicales. Por otro lado yo estoy generando estructuras de canciones con samplers, me hacia cargar muestras en un pad de un sample cualquiera y con eso componía la estructura, los sonidos que me interesaban. Ese es el momento de mayor disfrute. Creo que salió en algún reportaje que yo decía que era cuando estás componiendo, "solo". Ahí había una intención, en el reportaje. Y, después sí, esa es una especie de marea que tenemos alrededor de los dos, que es independiente. Hay canciones que empiezan con una idea de Skay, pero del paquete más grande yo genero la melodía cantada y las letras, las texturas y las armonías del tipo de melancolía... o del tipo de oscuridad (risas)...
-¡Qué palabra!, ¿no?
INDIO: ¡Cómo estamos! (risas). Primero hago las melodías, y después recién las letras. Por eso digo que tampoco disfruto... Disfruto cuando escribo en un cuaderno, bartoleando. Pero cuando tenés que ponerte a hacer línea por línea y que coincida la cadencia y la musicalidad y todo eso, es un puto laburo. No hay mucho placer en eso. El placer está después, si te gusta cómo quedó. Pero mientras tanto, es reinar. Entonces, ni bien aparecen las canciones, tanto en el caso de las que van quedando como las que más nos gustan, yo le paso un montón de ideas a Skay, él selecciona las que le gustan y también las que tienen que ver con cosas en las que él ya tiene dominio para hacer las codas, para hacer los intermezzos.
SKAY: Tiene que ver con las cosas más estimulantes y también las que son más diferentes unas de otras. De todo el paquete de ideas que él me da, por ahí hay muchos temas que tienen el mismo clima, la misma intención. Entonces, tratas de diferenciar un poco, elegís los climas más distintos. Y después empieza todo el otro laburo. Yo escucho las ideas del Indio un par de veces, las saco, y no escucho más el sonido, empiezo a jugar con lo que me van sugiriendo. Y no hay sonido, no hay nada. Después empieza la otra confrontación cuando, para mí el tema se disparó para un lado y empezamos a conversar, a ver qué cosas entran a tener un sentido...
INDIO: Porque se sigue modificando todo. Y a partir de ahí ya empieza el laburo. A partir de ahí ya hay una demo. Previo a grabar, nos reunimos en el mismo estudio nosotros dos, sin los técnicos, con grabadoras digítales, a hacer las demos. Y una vez que ya se armó, a partir de ahí es entrar a mejorar la calidad. Yo siempre doy un ejemplo que es pintar: primero empezás haciendo el bosquejo con una carbonilla que todavía es una especie de visión primordial. Pero cuando ves el cuadro terminado, entre el bosquejo original y el final, hay personajes que los tapaste todos porque no prosperaron y pusiste otros... Esto es lo mismo: arrancas y generas una estructura que es el primer boceto, que en nuestro caso ya tiene las tensiones, los claroscuros están determinados. Y en los últimos casos más porque generalmente la mayoría de los samplers que hemos tomado y el trabajo ese quedan también. Y después, para definir, empieza el trabajo más fino. Ahí en general ya vienen el ingeniero y Hernán a trabajar.
Habitualmente no se desechan muchos temas. De hecho, de los temas que habíamos decidido se cayó uno solo, pero por otros problemas. Ese es uno de los motivos por los que estamos pensando en fortalecer Luzbola con mejores procesadores, porque empezás a disfrutar de la libertad del tiempo. Cuando decidís ir a mezclar afuera se complica. Por ejemplo, cuando querés ir a mezclar a Nueva York, de movida, tenés que plantear: "Vamos cinco personas". Y Nueva York es un lugar que está prendido todo el tiempo. No es que vos pasado mañana podés decir "Quiero cinco habitaciones en algún lado", tenés que contratarlo con tiempo. Con los estudios es lo mismo. Los estudios están todo el tiempo funcionando. Por un lado, en cuanto ya llegó el momento de arrancar para allá, porque nos teníamos que ir, acá todavía no estaba del todo terminado el laburo. Estaba todo terminado pero no estaba convincente, había cosas que todavía, si hubiéramos tenido quizá un par de semanas más, hubiera estado más claro el asunto. Y después, durante el laburo allá, pasa lo mismo.
Porque vos calculás, a priori, en función del trabajo que estás haciendo en tu estudio, sin tomar en cuenta que el entorno de sonido te cambia totalmente; vas a otro estudio, tenés que volver a entender cómo es ese ambiente de sonido para no hacer cagadas. Eso lo controlamos mucho con Skay: nos compramos unos aparatos domésticos bien berretas, en el hotel, para ver cómo escucha la gente. Vos decidiste, así, arbitrariamente, que vas a mezclar dos o tres días por tema. Y te tomas tres días más, por las dudas si algún tema no te gustó, para remezclarlo. Pero, de pronto, pasa que el primer tema que llega a ese nuevo entorno, la primera mezcla, en general, no está a la altura del segundo o tercer día, que ya, al reconocer el sonido, empezás a saber cómo se labura bien en ese estudio.
-¿Cómo surgió lo del título, lo del Momo Sampler?
INDIO: En un momento aparece la idea. Me gustaba un poco por esto que pasaba en los reportajes, también, copiar el método de trabajo de la edición, que me parecía bueno para crear un monstruo, para que aparezca otra cosa y no lo que debe ser. Y, por otro lado, porque veía que con el carnaval, y esa cosa de travestismo, de farsa, de gente disfrazada de gente, de lo que no es, la única diferencia que había con lo que estaba pasando en la vida cotidiana de todos, era que el carnaval es un episodio cíclico, y que el carnaval que vivimos ahora es permanente, que no hay ninguna cuaresma, ningún ascetismo posterior, no pasa nada que modifique el estado de locura, de travestismo de disfraces, de máscaras, de antifaces donde, inclusive -y, esto los excluye por la libertad que tienen ustedes de trabajar en una cosa que no está circunscripta a la política- el bastión de la relación entre las personas, que es el periodismo, hoy también da pena, por los intereses de las corporaciones que están encima, de las líneas editoriales.
0 ves la televisión, que es el mediador que ha reemplazado al resto de los territorios de encuentro entre la gente, y ves los programas periodísticos y son de terror. Tiene que haber de todo, pero cuando la fórmula del éxito es copiar, cuando Mariano Grondona utiliza la misma estética de Chiche Gelblung, estamos hasta las manos. No estoy en contra, tiene que haber boludeo, tiene que haber de todo, porque la vida necesita de frivolidades. Pero cuando está todo el mundo atrás del éxito, de los intereses. Si el artista que va a tocar hoy no es del Grupo Clarín, es del otro, en el noticiero no aparece o le tiran algún mierdeo, y si es al revés, Natalia Oreiro es el peor número que hay en la Tierra. Entonces ya no hay ningún criterio de verdad funcionando ahí, sino que hay un montón de intereses que tienen como mascaron de proa un medio para que la línea editorial represente las conveniencias de la Fundación de la Corporación del capital que está atrás metida.
Todo superorganismo está atomizado, somos distintas personas, y siempre hubo mediadores o territorios de encuentro. Y el territorio de encuentro que es el rock también está atomizado, porque está el punk-metal, el pendorchopop, el qué se yo, hay como una atomización muy loca que si fuera un episodio cíclico está bien. Nosotros venimos de generaciones donde las marchas eran cosas de todos los días, pero había como un brillo en los ojos, la gente creía algo, aunque sea en una ideología. Y digo aunque sea en una ideología porque nosotros somos de mudar de dogmas permanentemente. Cuando uno habla de la cultura rock, habla de un evento histórico donde, en el caso nuestro, no tuvimos ni tenemos una militancia por algún género en particular. Creo que en cada momento se hicieron cosas buenas y fue importante para la cultura. No somos mucho de una ideología, y convencer a todo el mundo y "vamos con esta bandera", porque esas cosas cambian de acuerdo al momento histórico, al nodo en el que estás metido, a la encrucijada en la que te fuiste a parar. Lo que veo yo hoy es que los ojos de los piqueteros no son ojos vinculados con una creencia, sino con el desamparo. No ves un brillo que dice "vamos a tomar la Casa Blanca con máuseres", una cosa del pasado, pero que por lo menos daba un brillo en los ojos. Hoy están ahí como diciendo "bueno, estamos haciendo este quilombo para ver si alguien, Dios, miranos, alguien..."
-Sin líderes...
INDIO: Los líderes ni hablar, son una cosa medio nefasta. Desgraciadamente parece ser que el superorganismo necesita esa cosa delos líderes para que haya movilidad. Pero lo que hay que hacer es mudar de líderes rapidamente (se sonríe), porque ellos siempre viven situaciones privilegiadas, tanto para que los maten como para las componendas. Esto ni siquiera censura el rol de líder. Porque el pobre líder también es parte del superorganismo; es como el profeta, el tipo al que expulsan, al que lo tiran al desierto para que coma lombrices y después cuando viene y loquea, todo el mundo lo usa oracularmente. Un líder puede ser un miserable, o puede ser un inocente, un ingenuo, puede haber distintos tipos...
-¿En algún momento de tu vida le creías a algún líder?
INDIO: A nosotros nos tocó un momento muy especial. Uno venía del escepticismo del beatnik y del existencialismo. Uno lo que hace es admirar gente. Ya pasó tanto tiempo que los recuerdos mienten un poco, como dice el poeta (risas). Pero me parece que la admiración es diferente. Yo estoy haciendo hincapié, sobre todo, en esa frase de Apuleyo que hay en el disco y que trata de eximir al artista del exceso en pro de su vida, porque me interesa la obra de la gente, no me interesa lo que le pasa al personaje. Entonces uno sabía que, de movida, cuando leía a los poetas malditos o a Buffoughs, que no eran personas para admirar en su absolutidad (sic), que no eran modelos para seguir, probablemente, porque uno casi mata a la mujer en pedo. Norman Mailer, lo mismo. Personas que no son modelos virtuosos pero que tienen talentos y capacidades para determinada cosa, y que por eso vos los admirás. Pero eso no quiere decir que vos admires que el tipo sea un genio absolutamente.
SKAY: Además, la apuesta es que cada uno sea líder de su propia vida. Hay gente que uno puede admirar por determinado de habilidad, pero tu vida es la tuya, derecho, ni debería ni siquiera influir en tus decisiones.
-También estas hablando de lo que pasa con ustedes...
INDIO: Exacto. Hay una necesidad, en general, de reducirte a una imagen, y por más que vos patalees y putees, llega un momento en que decís "lo único que importa acá es cómo soportar la presión, porque tengo el placer de hacer lo que quiero cuando quiero.... Ya te importa un queso tu imagen pública, porque sabes que hagas lo que hagas hay una necesidad de encasillarte de una manera determinada. Y una de las maneras es no estar permanentemente bajando línea. Nosotros cacareamos cuando ponemos un huevo: si vamos a sacar un álbum, vamos y cacareamos por promoción o lo que carajo fuera, para ampliar un poco lo que hay alrededor de la obra, pero después, durante el resto del tiempo no le quiero llenar la cabeza a nadie de lo que a mí me parece. En todo caso militaré en algún lado, como puedo, pero desde un llano.
Pero yo no tengo ninguna claridad especial como para estar mandándole viaje a nadie, y sobre todo a pibes que tienen, seguramente en sus nervios, más información del futuro de la que tengo yo. Yo estoy más para escucharlos en este momento, y ver qué pasa con la vida. Es una cosa que pasa indefectiblemente cuando, por algún motivo, en muchos casos estás en el momento adecuado, en la hora adecuada y en el lugar adecuado. Te pasa la cultura y te transformas en alguien que no zapa, sino que realmente le pasó la cultura, porque tenés la edad justa para haberla vivido completa sin que te cuenten un pedazo. Te transformas, a veces, en una especie de referencia que usan los demás. Pero eso se puede mirar de muchas maneras. A mí lo que me interesa en todo caso, y creo que con esto Skay estará de acuerdo, es que si uno enuncia algo es porque quiere decir algo, pero desde la obra, desde lo que hacemos, desde el disco, las letras.
O cuando he escrito algo, para que se lea en esos términos Y como uno se dedica a esto, que son como ramificaciones del arte, o disciplinas cercanas -hacer canciones y todo eso- tiene que ser leído simbólicamente y en términos estéticos, a lo cual nosotros no le adjudicamos un valor menor que al panfleto. Todo lo contra es mucho más profundo, provoca cambios. Pero provoca cambios de libertad. Es decir, cuando estos chicos de Laferrere están cantando las letras que yo hago, a ellos les está pasando algo, pero algo que yo ignoro. No es lo mismo que mandarles un panfleto. Estás provocando algo, un enigma, una especie de oráculo... Lo que tiene que ser es potente, y para hacer eso sí creo que tenemos cierto talento. Simplemente, el hecho de perdurar tanto tiempo, de alguna manera lo confirma. No es que uno cree a priori. Cuando empezamos nos asombraba que a un amigo le gustara lo que hacíamos. Pasaron treinta años y de alguna manera encontramos la vuelta para generar algún tipo de enigma, de misterio con potencia o con carácter, como para que la gente apasionadamente lo viva y para ella signifique chi lo sa...
-¿Con esa intención está la cita de Apuleyo en el disco? Es probable que el 99 % de la gente que se encontró con eso no tenía idea de lo que se trataba Y quizá tuvo que ir corriendo a la enciclopedia (risas)...
INDIO: Y está bien, si conmueve hasta ese punto no está mal. Porque también hay una especie de standard de reducción de la información sensible, que es leer que es ver películas, que es ver el arte. Hoy la gente tiene muy poca paciencia para comprender. A mí siempre me ha pasado de esa manera, siempre aquella persona que me interesó leer, o que lo que hacia, o las canciones que hacia eran una guía cuando citaba a alguien en el libro, o cuando en un reportaje decía que escuchaba a los bluseros negros. Por ejemplo, a los bluseros los escuche cuando supe que los Stones los recomendaban, para ver que eran. Es una pena que haya una reducción de eso.
Pienso que tiene que ver con lo que esta pasando en la sociedad, esto de que los porcentajes de marginación y de riqueza, en realidad, no han variado tanto: en realidad, si uno lee las estadísticas, no hay muchos más marginales; lo que se ha desmoronado es la clase media. Lo que caracterizó a Uruguay, a nosotros, a Australia (nada más que con otro destino y otra suerte). Y ahí sí es grave, porque la clase media ha sido el gran movilizador de la cultura. Y, cuando vos ves que hay cierto conservadurismo, muchas veces, en los jóvenes, que hay cierto resentimiento con la tecnología, también. ¿Por qué? Porque no la tienen a su alcance. Y a uno le da pena. Porque yo no creo en la reducción, yo creo en la ampliación del campo posible de las cosas. Al no responder a dogmas, lo diverso sobrevive, lo nuevo está bien, aunque te tengas que arremangar los pantalones...
-¿Poner la palabra sampler en el título del disco tiene este sentido del que hablas?
INDIO: Yo creo, y confío, también, en la ansiedad de la gente. Lo único es que hay que buscar vehículos que lleguen a su corazón. Cuando hay setenta mil personas en un estadio, es difícil pensar que todos pertenecen a un grado social que pueda entender, al pie de la letra, por llamarlo de alguna manera, las cosas. Pero cuando ves todas esas banderas con frases de lo que vos decís, las remeras, y todo eso, te das cuenta de que sí vos llegas al corazón, se despierta otro tipo de interés y hacen aunque se el esfuerzo porque les signifique algo aunque sea un eslogan. Y ni siquiera todos eligen el mismo, porque eso pasaría en un dogma.
Así que Momo Sampler es un poco eso. La idea original tiene que ver con reflejar esta especie de farsa, de carnaval de emulaciones donde todo el mundo está medio travestido.
-¿ Y cómo empieza la relación específica con el carnaval? Tanto con los ritmos musicales, como con la tradición, la Cultura...
INDIO: Cuando uno elige un concepto, quiere elegir siempre algún condimento. Yo voy a los carnavales de Uruguay que son los que más me gustan, y que cada vez son más difíciles de encontrar, hay que irse al Club Albatros, a la concha de la lora, porque en el Teatro de Verano hay una cosa más televisiva ya. Lo que me pasa con el carnaval se parece lo que me pasó antes con el circo. Cuando yo era pibe, el circo era una cosa con una estética propia, el hombre bala, las fieras... Y de pronto, con la aparición de la televisión, a la gente empieza a gustarle que haya bailarinas con coreografías... Con el carnaval pasa lo mismo, hay una invasión de la estética televisiva, y con mucho éxito, se llena mucho más el Teatro de Verano, van turistas de todos lado.
En cambio, vas al Club Sporting, y es la gente del barrio, hay choripanes, copos de nieve, entre grupo y grupo, hay bingos, ¡es muy bueno! Cuando vas a ver a Araca la Cana o a Falta y Resto al Club Sporting, te encontrás con tipos de tu edad cantando a voz en cuello, apasionados, las letras de los tipos, y ahí sí que los discursos de la murga, de alguna manera, señalan las cagadas que se mandan desde el poder. De todos modos a nosotros no se nos ocurre pretender hacer murgas, ni ritmos de ellos. Está muy en boga, pero nosotros no somos cultores de nada, ni de la cultura rock. En nuestros álbumes hacemos un par de rocanroles, pero el resto, desde siempre, es otra cosa. Por que el rock es un evento transcultural. Yo no tengo la esencia de los bluseros negros, y lo mismo que me pasa acá con el folclore, a mi el folclore de salón no me gusta. Me gusta lo que hace Leda Valladares, pero el "chirarararaiii" (imita algo tipo los Chalchaleros), es un embole, nunca me dijo nada. Lo mismo pasa con el disco, hubiera sido ridículo que uno quisiera hacer murga. Aquél que lo quiera hacer, que lo haga. Sí hemos incluido mucho tambor batiente. En la gráfica hay algunos personajes de la comedia del arte mezclados, por supuesto, porque es un carnaval al uso Patricio Rey (risas).
-El disco tiene una estructura de saludos y retiradas, que tiene que ver directamente con el lenguaje del carnaval.
INDIO: La idea está en jugar con el concepto del carnaval, con la jerga del carnaval. Nosotros hemos usado la jerga taurina, del burladero. A mí me embola la ficha técnica, así, cruda, entonces, siempre me gusta jugar con eso.
SKAY: Hablando de eso, podríamos hacer un paréntesis e incluir partes de la ficha técnica...
INDIO: Los llamamos "los niños de Ayohuma", porque cosen y cosen los samplers que están ahí. El Kid Eduardo Herrera y Hernan Cacao Aramberri. Y Mario Breuer en el papel de teachering, y Dimitri Rodnoi toco el cello.
-Contaron que Semilla grabó algunas cosas, hay algo de Sergio, ¿y la batería?
INDIO: La batería la volvió a tocar toda Hernán. Primero tomamos muestras de distintos lados, de algunas baterías que había compuesto yo. Pero todo midi, todo una cadorcha. Eso, por un lado, porque queríamos darle una unidad de contexto humano, y por otro lado, una vez que se armó toda la estructura rítmica, se reemplazaron cada uno de los módulos vueltos, a tocar, y se volvieron a tomar muestras, y se volvió a trabajar con muestras...
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El escapulario
-¿Todos los escapularios tienen el mismo número?
POLI: No.
-Pero nosotros tenemos tres, y tienen el mismo número...
INDIO: Entonces nos están falsificando (risas)...
-Pero no se suponía que eran numerados.?
SKAY: Es por partidas.
-Cuando lo vimos, pensamos: "Acá hay un mensaje " (risas).
INDIO: En realidad, no les queríamos decir, pero si sumás todo, le restás y le volvés a sumar... (risas) La idea del escapulario es la de aprovechar todo el espacio que hay para llegar a la gente. Me acuerdo de que la vez pasada les llevé a los asistentes en Nueva York el disco y pasó algo curioso con Los Redondos, porque para ellos un número latino es otra cosa, es "parapapapapapa" (hace una trompeta), y cuando nos escuchan se sorprenden. Y cuando les llevé la tapa del disco anterior la abrieron, miraron todo y dijeron "esto es un delirio". Porque en el mejor de los casos allá, cuando hacen una producción gráfica importante, es una edición limitada, no es para todo el mundo, no es un escapulario de 38 gramos para toda la gente. Y una de las cosas en las que nos gusta gastar el dinero es esa.
Era una idea que surgió antes de irnos, en el brain storming que tenemos con el Mono (Rocambole), yo le paso un poco el concepto y él sigue trabajando. Nosotros nos fuimos a Nueva York pensando alegremente –yo, al menos- que iban a agarrar pedazos de bronce, matricería... una cosa de cordura. Y cuando llegamos, fuimos a La Plata y estaba todo en pelotas. Entramos a un lugar y nos encontramos que habían comprado la casa de al lado, habían traído a un maestro fundidor para aprender a fundir, había parva de lingotes, la goma que habíamos pensado originalmente se doblaba así que la cambiaron, era todo un delirio de "los chicos jugando", una pyme funcionando. Y ahí tenemos a Momo Sampler, que esperamos que le guste a la gente porque sino vamos a tener que tocar con cascos, ¿te imaginás 70 mil revoleando escapularios? De los redonditos de ricota a los momo sampler...
-La primera sensación que tuvimos fue "espero que no se me caiga porque se me puede romper". Y la segunda fue "espero que no se me caiga porque me puede romper un pie "...
POLI: Ya le pasó a uno, se le cayó en el pie...
SKAY: ... tuvieron que hospitalizarlo.
INDIO: La cuestión fue que nos encontramos al grupo jugando alegremente a Zorba el griego. Imaginate que hacer tiradas como para la venta de Los Redondos, de todo eso, bruñirlo, ponerlo, es un delirio que solamente en una producción independiente cabe. Si vas con un plan así a una corporación, te dirían que estás totalmente colifa.
POLI: Los van entregando de a poco porque como son pegados a mano, un por uno...
INDIO: Y los imanes para que cierre... un disparate total.
POLI: No hay manera de hacerlos en serie, entonces a medida que los van haciendo, nos los van dando.
Personas y personajes
Hay ciertos personajes en Momo Sampler que reaparecen, como el Morta...
INDIO: Cuando uno pone la lupa en cierta marginación social para defenderla y ponerla en un plano de emotividad, para que no se transforme siempre en una cosa policial, y saber que son seres humanos, que están ahí, uno cae en los sopapitas y este tipo de personajes. Pero aparece esta cosa que ha pasado con la clase media, aparecen estos personajes que están marginados pero que tienen un tío en New Jersey, entonces en vez del bourbon hablan del burbón, tienen una tarjeta trucha de American Express, sin “bullshitear a nobody”, gente de clase media a los que el mundo no les aportó una oportunidad. Inclusive muchos de los que se formaron en la cultura rock.
Esos que tienen restaurantes originales, son santones new age, o se llevan unas turquesas y unos topacios para Brasil, pero la pala no les viene más. Son tipos que tienen una formación para buscar huecos y paradojas en lo que hay y tener un papeo más o menos interesante sin necesidad de transpirar, no son muy dañinos, pero pueden ser pícaros simpáticos, como alguno conocido. Es un montón de gente de la clase media.
POLI: Llamados comúnmente buscas.
INDIO: Sí, buscas, que en realidad tuvieron toda una etapa temprana de formación donde hicieron experiencias ordinarias y no ordinarias en serio, porque creían que el mundo iba a parar a un lado de difusión del poder, redistribución de la riqueza y de toda esa especie de objetivos caóticos que tenía la cultura rock. Bueno, eso no pasó, la cultura rock infectó al sistema de otra manera, no de esa y de movida menos mal, porque al final de objetivos de ese tipo está el poder, y si hay una cultura que lo que quiere es la difusión del poder, es ridículo tener acceso a él. Entonces, era como clavado que no iban a tener lugar en el poder, a no ser la leche de ser un artista exitoso, o un periodista que tiene trabajo. Pero en realidad el resto de la gente que abandonó carreras para estudiar las flores de Bach, o tomar pepas en algún lado, llegó el momento en que empezaron a tener 25, 26, 27 años y qué mierda hago, de qué voy a laburar si ya abandoné Arquitectura, Derecho, abandoné todo para hacer la experiencia hippie, para hacer la experiencia de la cultura rock, que no llegó a ningún lugar que me proveyera de otra cosa que de la transformación metafísica de uno. Y que aprovecharon todo ese caudal de conocimientos no ordinarios para encontrar un lugar de buscas.
Eso también tuvo su prensa y su marketing...
INDIO: Es que tienen información que los hace tener un lugar de privilegio para acomodarse. Generalmente se piensa en un ascetismo y la bohemia es lo contrario, es tomar buenos vinos aunque no tengas la guita para pagarte el alquiler de tu departamento. En consecuencia, todo ese aprendizaje, hizo que se fueran a vivir a Buzios, pescaran langostas, pusieran un cuchitril para vender esas langostas y ahora son el Gato Dumas. En este momento, en donde hay una especie de decaimiento tan grande del estatus de la clase media, me gustaba pintar no los marginales del puto suelo de la miseria, sino estos otros que son como “el rubio que se tragaba cien lucas hace lo que puede para vivir”.
Volvamos al recorrido. ¿Templo de Momo es una especie de saludo a esta murga o carnaval?
INDIO: Es el tema principal por varios motivos. De movida porque está al principio...
¿Musicalmente también es un anuncio de lo que va a ser el disco?
INDIO: El disco es lo suficientemente diverso, así que cualquiera que sigue es otra cosa, porque en realidad hay temas muy minimales, “Pool Averna y Papuza” no tiene ni bajo, y mi voz está grandota, contando el relato, y aparece el dolor con una chapa con la que hicimos un acordeón. Después hay temas como Pensando como una acelga que es un disparate, delirio conceptual-musical lo que está diciendo el tipo, un espanto. Creo que Templo de Momo lo elegimos para arrancar porque estaba bueno que fuera un power trío, como para no atemorizar a la gente de movida (risas)...y por otro lado la letra es una antesala, un poco la clave de todo el viaje.
En Morta punto com nombrás a Chuck Berry, y además está en el dibujo...
INDIO: El Morta es un poco el personaje que está relatado ahí, un tipo que no se cuece al primer hervor, tiene la virtud de tener un tío en Nueva Jersey...
Son personajes que conocés...
INDIO: Sí, pero la ficción tiene la ventaja de que es un collage, es como si uno pensara que porque un escritor escribe sobre un crimen, cometió uno. Como ejemplo de la relación personaje-historia, doy el del perro de Hitler, que a su dueño lo quería. No tiene nada que ver, uno un poco se nutre y mezcla parte de la personalidad que a uno le gusta con algo que vio en otro lugar y se genera un monstruo que no siempre es la crónica de alguien que conociste.
¿La murga de los renegados es una descripción del público de Los Redondos?
INDIO: Es una especie de descripción de la murga que viene desencantada, que viene mal, donde aparecen los distintos personajes. Cuando uno habla de putas serenas a veces no se sabe si está hablando de las chicas que están por acá o de algunas amigas de una belleza inconmensurable, y de una experiencia similar a la de uno que, vista desde ojos más standard, puede significar que su vida sea dispendiosa de cierta manera.
Pero en realidad son personalidades de una riqueza infinita, y uno trata de meter y aprisionar en las escasas líneas que tiene una canción, pequeños falsees o imágenes que representen eso, y sobre todo la musicalidad que precisás. En verdad pienso que cuando uno quiere aclarar estas cosas oscurece un poquito. Estoy con mucha cordialidad dejándome llevar por la intención, pero no sé si es lo mejor. Lo mejor es lo que te pasa a vos. La gente, si reconoce algo que lo rodea es más poderoso que uno vaya quitándole magnetismo a las cosas, describiendo lo que realmente era para uno, que no significa nada. Porque entonces con cada obra tenés que tener un manual de interpretación al lado que te explique todo. O te conmueve o no te conmueve, y eso es lo que debe valer. Después, si el manual es más grande que la obra, dedicate a escribir manuales.
¿Dr Saturno es una especie de autorretrato de la banda?
INDIO: En la lírica se pone medio difícil representar algo más que lo íntimo. Yo sé que estoy confirmado por el hecho de que la gente que yo respeto y quiero todavía está conforme con lo que yo haga al respecto.
Vos decías que de alguna manera escribís “como escribimos...”
INDIO: ¿Sabés por qué? Hay un lugar que yo capitalizo para nosotros, y ahí la incluyo a Poli. No hablamos del evento estrictamente musical, porque cuando nosotros tres decidimos que algo va, es porque nos representa a los tres. Ahí ya no hay roles. Es como cuando Poli discute con alguien. No es que yo estoy en una nube de pedos e ignoro lo que pasa. A partir de ahí es como si fuéramos tres directores de algo, somos dueños de todo lo que pasa en el producto o la obra. Ahí la autoría es una cosa que escapa. ¿Quién es el autor de algo que se confirma cuando lo decidimos los tres?
Por eso lo del autorretrato...
INDIO: Una cosa es el consentimiento de cómo se pinta la lírica, y otra cosa es si con lo que escribo estoy representando lo que le pasa a Skay. En todo caso se parece más a mí, sobre todo en esta letra. Yo también me trato como un personaje. No es que yo ando con los brazos picados, hay cosas que sí y otras que no. Que no salgo mucho es verdad.
Llama la atención lo de Orquesta Antibalas...
INDIO: No salió en la ficha técnica, pero íbamos a poner en el arte de tapa “La Orquesta estable del corsódromo”, pero no salió. La Orquesta Antibalas somos Los Redondos, porque más allá de que nos haya ido bien, y de que muy de vez en cuando uno haga hincapié en el tipo de resistencia que puede haber desde distintos lugares, es una banda que por el carácter de independencia es la que más ha estado con el culo al aire. Porque si viene un número extranjero y muere un tipo nadie se entera, y de pronto, el día que aparecen Los Redondos salís en policiales aunque estés metiendo 60 mil personas en Racing.
No hay columna de espectáculos o de la televisión diciendo que hay 60 mil tipos viendo a un grupo ahí. Lo ignoran olímpicamente. A mí me importa un queso, pero en última instancia eso es la Orquesta Antibalas: la que tolera cierto resentimiento, resistencia, y a veces cierta envidia de que uno, calzándose la boina, ha logrado un estado de libertad creativa y de producción, por ejemplo para que haya escapularios de 38 gramos. Mientras que fichado en una compañía siempre hay limitaciones de algún tipo, a excepción del amigo Calamaro, que logró que una corporación le banque un disco quíntuple. Esta es una banda que desde un andarivel aparte, a la que le han cueteado desde más de un lugar, se la ha bancado.
Esa frase va a ser una bandera...
INDIO: Claro, dejamos de ser Los Redondos y pasamos a ser la Orquesta Antibalas.
¿Y con respecto a La murga de la virgencita?
INDIO: Es esa especie de putita hermosa, que masca un chicle para que el guascazo... bueno, ya empiezo a hablar de guascazo, que tiene un prestigio poético como el cloro...(risas).
Poco elegante...
INDIO: Cuando uno tiene que explicar tiene que reducir el carácter poético a un lenguaje un poco menor.
La murga de la virgencita es uno de los temas condenado a convertirse en un preferido.
INDIO: Es uno de los temas más logrados, de acuerdo a de dónde lo quieras ver. Tiene la misma estructura, de distintos momentos, que parecen despegados...
SKAY: Básicamente es una fusión de tres temas. Por ahí hay muchos temas que tienen el mismo carácter, y terminan siendo uno.
INDIO: Y hay como una unidad buena. Hay temas que ameritan. Por ejemplo Sheriff es el único que yo considero oscuro. Los demás son grotescos, farsescos, dramáticos en el sentido de la comedia del arte, un poco porque es el carácter tradicional de la banda. Nunca hacemos un tema pum pum para arriba, algo vasodilatador para el verano (risas), siempre es una pintura de cómo vemos las cosas, pero a veces te interesa que hay una especie de tensión monocorde, redundante y tediosa, porque es lo que mejor sostiene lo que hay arriba.
Parece una crónica del Gran Buenos Aires de hoy...
INDIO: Sí, por eso me gustó esa especie de base hiphopiana, esa densidad de los lows profundos. Hay temas que no. Con La Virgencita, nos pasa que es uno de los temas que más nos gustan.
SKAY: Posiblemente es uno de los temas con más melodía, hay temas en que el drama está planteado desde otro lugar. La virgencita tiene todo un desarrollo melódico y armónico distinto.
Pool, averna y papuza... es un blues medio raro, con una base reggae.
SKAY: Tratamos de salir un poco de ese lugar de inercia medio remanido.
INDIO: No somos muy ortodoxos, hacemos rocanroles de toda la vida, porque fue lo primero que empezamos a hacer, pero si vos te remitís a los primeros álbumes, a excepción de un par de rocanroles más ortodoxos y de carácter más clásico, después los demás chi lo sa...
SKAY: Pool, averna y papuza tiene que ver con los demás temas, que estaban muy cargados de cosas, y necesitábamos un tema que utilice un poco de aire, prácticamente no hay baterías. Si no hubiese sido así capaz que el tema hubiera ido por otro lado.
INDIO: También está Una piba con la remera de Greenpeace, que es una canción de amor, que se arrocka un poquito. Eso lo hacemos generalmente en casi todos los álbumes, porque el planteo es como si fuera Óperas de Tres Centavos, en donde tenés un drama musical general, pero los cuadros son independientes. Hay uno con cuarteto de cuerdas, otro con el pianista solo...
SKAY: Te va obligando a darle a cada uno un tratamiento distinto. Pool, averna y papuza podría haber sido un blues desenfrenado...
Otros personajes son el Negro Burgundí y el Flaco Merlín.
INDIO: Son sobrenombres que uno tiene por ahí. Cuando un sobrenombre suena bien uno tiene la tentación de ubicarlo, y ahí está el amigo. Hay yirias que se conocen poco porque son carcelarias: esto del brindis, que carcelariamente tiene otra significación...
Murga purga está claramente dedicada a alguien...
INDIO: Y, son viejas venganzas. Son mambos que uno aprovecha en un tema arrasador. Ese es un rocanrol con una baucazo abajo, y a grito pelado, para mandarle un último mensaje a alguien, pero ya no tiene esa importancia. Ya no tiene la importancia del mensaje, porque a veces lo que estás reviviendo es una cosa que está muerta, pero simplemente es una manera de representarse una situación de cierta traición o algo que pasó en algún momento.
¿Y Pensando como una acelga?
INDIO: Para mí es el más alienante del disco. No es oscuro, pero sí es alienante por lo que relata y por la construcción musical, que tiene ese espacio kitsch que hay en el medio, con una viola que imita a un theremin. Lo que relata el personaje es medio una locura, y el soporte de esa locura tiene que ser un tema de una construcción medio loca también. El tema más complejo, supongo, para digerirlo rápidamente, porque tiene una estructura que no es muy lineal, con una guitarra rítmica que es de sample, un montón de ruidos, un escenario apropiado para lo que está diciendo.
Rato molhado es ideal para terminar un show...
SKAY: A mí me parecía un buen tema para terminar el disco.
INDIO: Tenés razón (risas)
¿Por qué en portugués?
INDIO: Uno también ha vivido fuera de aquí, puede haber personajes que uno conoce de otro lado. Yo he estado viviendo hace muchos años un tiempo largo en Brasil y me gustó esa manera de decirlo para el amigo Tumberito, que es el hijo de la tumba. Se llama tumberitos a los hijos engendrados en las visitas higiénicas de la cárcel. A mí no me gusta esto que estamos haciendo. Es un trabajo en todo caso agarrar el glosario, podés hacerte detener unos días...
¿En las letras hay códigos que comparten entre ustedes?
INDIO: Les voy a dar un solo ejemplo: el término “cucharango” no existe. Sin embargo, me salió y me pareció que era una mezcla de “chulo guarango” y que tomaba mucha falopa. Me salió ese término, y me dieron ganas de ponerlo, no tenía otra justificación. No es la primera vez, y a veces se aplicaron términos que fueron después mal explicados. Ahora me acuerdo de que daban una explicación de la frase “está muy shangai” y era otra cosa. Significa “muy confuso”. Que algo está “muito shangai” se decía en Brasil cuando yo estuve allá. Cuando querían decir que algo era muy confuso decían eso, usaban shangai como ejemplo de un lugar confuso, olores a comidas, gente en bicicletas, quilombo. Me pareció una figura que estaba buena, porque acá no existía. Después la explicaron de cualquier forma, creo que en uno de los libros.
El que no había que comprar...
INDIO: También hay una confusión con respecto a eso. A mí lo que me jode de algunos de los libros que han sacado, es que alegremente usan cuentos míos que yo publiqué en Cerdos & Peces, en Fin de Siglo, en El Porteño, y están vendiendo cosas que hiciste vos, no es que están opinando, porque pueden opinar lo que quieran, es lo mismo que pueden hacer ustedes cuando interpretan algo. El problema es cuando te encontrás con que hay uno o dos capítulos que son todos cuentos cortos tuyos que los está publicando alguien, y decís “loco, yo no me tomé el trabajo de ir a Argentores, porque tengo los huevos llenos de proteger mi vida, pero estás currando y lucrando con cosas que escribí yo”.
Carnaval toda la vida
¿De dónde viene el enganche con el carnaval uruguayo?
INDIO: Viene de que yo tengo mi escapada montevideana, que dura lo que un pedo en una mano. Empecé a ir a Uruguay para ver cine, porque acá mucho no puedo, tengo que ir a la función de la una de la tarde. Voy, y en una semana me veo ocho películas. Y cuando coincide con el carnaval, aprovecho para ir a ver, porque todavía mantiene lo suyo. El carnaval de Río tiene esa magnitud for export, el que tenemos en Gualeguaychú es una imitación de ése, pero en el de Uruguay hay una cosa de la comedia del arte, que tiene más de cien años de tradición y que es muy potente, muy bueno, muy conmovedor. Además, hay cada composición de murgas, de Araca la Cana, de Falta y Resto, hay varias que me gustan. Hay otra cosa admirable y es que mantienen el origen respetuoso de la tradición de las carnestolendas, donde había una inversión de roles: al tonto lo ponían a gobernar, y los otros se daban el gusto de hacerse culear por el palafrenero disfrazado y los discursos eran en contra de las trapisondas de los gobernantes.
Y más allá de que sigan con esa tradición, que para uno puede ser medio psicobolche, referida a la izquierda-porque todavía el espíritu libertario y socialista es muy fuerte en Uruguay y en los barrios-, la calidad de la lírica, de la armonización de voces, cómo cantan los solistas. Yo me admiro de ver en esos tinglados de morondanga, llenos de olor a choripán, a tipos que cantan dominando el aparato vocal, el plexo, que cantan bien: es admirable cómo una expresión tan popular ha reunido para sí escritores, poetas, que se preocupan de ver la armonización de las voces, para esos coros que son conmovedores, que me hacen acordar a veces a esos coros rusos, del ejército, todas esas voces masculinas potentes, gritando. Es muy conmovedor. Más allá de la tradición que tiene, ahí hay un género que es interesante. A tal punto de que uno ha querido incursionar en ello, uno toma eso como una especie de juego conceptual y le pone algunos condimentos.
¿Cuándo eras chico te gustaba el carnaval?
INDIO: Sí, porque cuando yo era chico no había mucho para entretenerse. No sé si tenían una gran calidad, había mucha murga de barrio, que uno las integraba. Yo llegué a integrar una murga en Valeria del Mar, ya de grande, con (Claudio) Kleinman, con Enrique Symms, salíamos de murga... (risas).
¿Cómo se llamaba la murga?
INDIO: El Corcho Caído, El Vaso Roto, no sé, cosas de beber, de disfrazarnos. Inclusive hay alguna foto en la que estoy disfrazado de señora, el Rafa Hernández con una minifalda, esos eran los carnavales de Valeria del Mar. Es más acá de cuando yo era chico, años 85, 87. Me acuerdo de haber ido a prenderle fuego al Oso Carolina (muchas risas), que era el disfraz mas peligroso porque siempre había un boludo mamado que le prendía fuego (risas). Nosotros tuvimos un Oso Carolina que era Alfredo Rosso, cuando tocábamos en Cemento, se disfrazaba de eso seguramente para transpirar. En Cemento, metido dentro de un uniforme de piel, era un espanto.
En Revista LA GARCÍA. Año 2, Nº 36. Febrero de 2001, por: Humphrey I.- Pablo M. - Martín C. - Ingrid B.