"El peronismo se debería reordenar en torno a los intereses sociales en pugna"

"El peronismo se debería reordenar en torno a los intereses sociales en pugna"

26 Noviembre 2015

 

Por Redacción APU

APU: Antes de explicar los porqué de la derrota del FPV y de la victoria de Cambiemos. ¿Qué escenario queda para el futuro? ¿Cuál consenso expresa las elecciones?

Ricardo Tasquer: Quizás el consenso es que no elaboraron un consenso: si observás, el mapa post electoral muestra a Cambiemos –o al PRO, tienen mucho que resolver ahí con la UCR– extendiéndose como una mancha amarilla desde el puerto hacia la región centro; y el resto del país en diferentes tonos de azul. Existen, sí, demandas sociales que se expresaron en las urnas, y aunque parezca antipático, algunas cruzaron transversalmente a Cambiemos y al FpV. Por ejemplo, la demanda de terminar o al menos disminuir la confrontación. Para mí, eso constituyó un germen del triunfo de Macri: prometió implícitamente remover la disputa del campo de percepción social. Scioli, en cambio, prometía mejores modos pero pelear a la vez por salario, empleo, actividad y mercado interno, todas cuestiones que implican, indudablemente, niveles de confrontación similares al de estos años.

APU: ¿Qué pasará en el peronismo? Después de la derrota de 1983, se produjo una alfonzinización del peronismo con la renovación. ¿Ve algo así ahora?

RT: Hubo un poco de eso durante la campaña, ¿no? Scioli repitiendo que él era el original, Macri peronizando su discurso luego del balotaje porteño, Massa vendiéndose como un Macri más eficaz. ¿Qué ocurrirá con el peronismo? Qué difícil. Debe asimilar dos derrotas duras: Nación, pero más importante en términos simbólicos e históricos resultó la de provincia de Buenos Aires. Ello requiere de tiempo, pero a la vez no cuenta con mucho si quiere ser competitivo en 2017, algo ineludible camino a 2019. Mi deseo es que el peronismo se ordene en torno a los intereses sociales en pugna –algo que la agenda neoliberal de Macri debería facilitar–, aunque existe el riesgo de que las ambiciones personales supongan un escollo.

Si tuviera que arriesgar, diría que lo ideal sería un rápido reordenamiento en torno a una conducción que pueda articular los espacios e imprimirle una dirección a la acción. De otro modo, no solo estaríamos alejándonos del objetivo de retornar en 2019 sino, además, facilitando la tarea del macrismo en la desarticulación del Estado a favor del gran empresariado y las multinacionales.

APU: Se ha dicho y escrito mucho sobre las elecciones y la derrota del FPV. ¿Qué elemento central le gustaría sumar a ese debate?

RT: Que nos faltó parar las orejas y escuchar qué pasaba abajo. Se ha hablado de subestimación del electorado, de la renuncia a la representación de algunas nuevas demandas, y es todo cierto, pero creo que los errores primigenios fueron desestimar la intermediación política y el hacer política mirando hacia la conducción y no hacia abajo, como corresponde. El peronismo es mucho más que Cristina, Scioli y los gobernadores, y fue como si nos sorprendiéramos al descubrirlo sobre el filo del ballotage, con la movilización desarticulada de gente que tomó la campaña en sus manos y salió a militar el voto en la calle, convenciendo y pegando cartelitos.

APU: Es muy importante el clivaje social en el voto: norte y GBA, FPV. Centro de la pampa húmeda, Cambiemos. ¿Cómo puede incidir eso en el país que viene?

RT: El clivaje socioeconómico y geográfico del voto tradujo electoralmente los distintos proyectos de país, ¿no? Uno agroexportador, con escasa demanda de empleo y valorización financiera, y otro que entiende que necesita seguir recorriendo la senda de la industrialización, del valor agregado y que, mientras, necesita que desde el Estado se siga aplicando el principio de igualdad que reza “más al que más necesita”. Massa en 2013, cuando quería convertirse en un líder de la zona núcleo, planteaba una agenda fiscal compartida para esa región, algo que solo podía ir en detrimento del país federal y extenso que somos.

Fue finalmente Macri el candidato seleccionado por esos sectores, y tiene dos opciones delante suyo: comprender cuán lejos estuvo el resultado electoral de implicar un cheque en blanco, lo que traduce una demanda de continuidades, junto con el cambio que él dice representar, en lo que a políticas económicas y sociales refiere –es decir, hacer más kirchnerismo (o “nestorismo”, al decir de Federico Pinedo) que macrismo puro–. Ello supondría enfrentar a su base política en beneficio del conjunto, con el riesgo de quedar en pampa y la vía en lo que a sustento electoral significa.

La otra posibilidad es hacer lo que creo que finalmente hará: macrismo hecho y derecho para retornar a la dinámica de crisis cíclicas que tanto beneficia a algunos pocos en nuestro país y afuera. Ello significa menor intervención estatal para que la mano invisible del Mercado recupere predominio, ajuste, devaluación, realineación geopolítica, y morigerar los efectos sociales del liberalismo económico vía dólares dulces de endeudamiento (total, la cuenta la pagará el peronismo cuando retorne). Claro, este combo no cierra sin control social represivo y medios de comunicación que justifiquen lo anterior. Si tuviera que expresar otro deseo, este sería que nuestra Derecha hubiera aprendido algo de sus persistentes errores. Pero quizás ese sea un error mío, ya que no los consideran errores.