A modo de conclusión

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A modo de conclusión

18 Agosto 2014

Por Leandro Andrini

Una y otra vez volvemos al “mito” del peronismo de las alpargatas y alejado de los libros. En esta oportunidad, sobre los rastros que dejaron esos años en lo que a materia científica se refiere. Y volvimos a esos años retrotraídos por las expresiones de Sábato, quien desde la defensa (falaz) de un saber presumiblemente neutral toma partido por la distorsión de la historia cuando protesta por un hecho que, según su entender, distorsiona la historia.

En materia ciencia y tecnología el primer peronismo mantuvo una relación compleja a la vez que de integración, de acuerdo a las políticas públicas establecidas en esa época y con cierta visión de mediano y largo plazo. En general estos lineamientos y hechos concretos se desconocen y se los desintegra de una cosmovisión general de sociedad que se forjó en esos años.

Puede decirse que fue la primera vez que en la Argentina se comenzó a trazar una política científico–tecnológica, con todas sus tensiones. En tal sentido, hemos visto que el CONICET no es ajeno a estas tensiones e inventivas del primer peronismo, siendo allí donde vio la luz un consejo como el que después (re)fundaran Bernardo Houssay y su élite, bajo las ideas pergeñadas desde una dictadura antiperonista.

El recorrido del CONICET, como institución, no ha sido ni ha estado exento de  los vaivenes políticos generales del país. Hemos bosquejado su trama, situada desde su aparición en la escena pública hasta los días de 2003. El recorrido y el recorte que hemos planteado muestran una siempre conflictiva situación, de aspiraciones propositivas verbalizadas y no concretadas en políticas. El ansiado 1% del PBI para el sector fue declamado por todos, desde las alas conservadoras hasta las más neoliberales. La importancia de la investigación científica lo mismo. En lo presupuestario y las asignaciones de prioridades políticas de cada gobierno las cosas no fueron lo que las palabras.

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