Documento de un sector de la Corriente Peronista Descamisados

Documento de un sector de la Corriente Peronista Descamisados

14 Noviembre 2013

Las siguientes líneas, más que una despedida, intentan dar cuenta de un diagnóstico que un conjunto de compañeros, que hoy ya no pertenecemos más a esta organización, queremos compartir respecto a la situación de la Corriente Peronista Descamisados, la militancia y la coyuntura política que nos atraviesa.

La hora de la militancia: Unidos y Organizados

“En la acción política la escala de valores
de todo peronista es la siguiente: primero la Patria,
después el Movimiento, y luego los Hombres.”

El llamado al empoderamiento del pueblo y al trasvasamiento generacional que Néstor y nuestra Presidenta nos hicieran en reiteradas oportunidades, nos invita a darnos cuenta de la importancia que los movimientos sociales y las organizaciones políticas populares guardan en los tiempos que corren y que se vienen para nuestro proyecto nacional.

La militancia fue construyendo a lo largo de esta década diferentes herramientas o puertas de ingreso para protagonizar el proyecto nacional, aspirando a organizar cada vez una mayor porción de pueblo.

La iniciativa y capacidad de dar respuestas por parte de un Estado que en cada una de sus decisiones fue achicando la brecha entre “el poder” y el pueblo, generó las condiciones para el fortalecimiento de organizaciones en las que durante los ‘90 resistíamos los embates del neoliberalismo, y a partir del nuevo ciclo que se inicia en el 2003, comenzamos a organizar al pueblo en torno a un proceso de avance.

El proceso de consolidación de ese núcleo medular de decisiones de Estado que modificaron la estructura política, económica, social y cultural de los argentinos, no siempre tuvo su correlato en los niveles de maduración del conjunto de las organizaciones. El pueblo como sujeto y no como objeto del proceso histórico implica asumir desde las organizaciones hermanas un nuevo piso de responsabilidad histórica para estar a la altura no sólo de defender las conquistas alcanzadas sino principalmente para construir la victoria de la próxima década.

Aquel 27 de abril del 2012 en el estadio Vélez Sarsfield, significó un punto de inflexión para el sujeto militancia, que se había lanzado a la construcción de esta década, atomizado en un sinfín de agrupaciones de diferentes escalas: locales, provinciales o nacionales. La convocatoria a asumir el desafío de Unidos y Organizados nos permitió  reconocernos en un sentido épico común y construir las instancias orgánicas capaces de abrazar al conjunto de las organizaciones con la esperanza de alcanzar mayor nivel de unidad en la concepción y por ende en la acción.

En ese camino estamos, aunque muchas veces parecemos más enamorados de las banderas que nos diferencian, que del aporte o valor agregado que desde esas organizaciones hacemos a este proceso histórico.

El temor irracional a que todo esto pueda perderse, conduce muchas veces a la propia reafirmación de identidades fragmentadas. La idea de que el pasado esté a la vuelta de la esquina, la incertidumbre por los años venideros, y que el devenir nos encuentre en una nueva resistencia, puede llevar paradójicamente a mayor atomización cuando debiera generar más bien lo contrario.

Ya lo advertía el General Perón al sentenciar su recordado “unidos o dominados”. Cualquiera sea el escenario que se abra en el 2015, dos son las certezas que podemos vislumbrar: que mantendremos el liderazgo y la conducción de la compañera Cristina al frente de la porción más dinámica del movimiento nacional; y que a mayor atomización de las organizaciones populares más fácil les será a las fuerzas de la antipatria condicionarnos.

No nos hacemos cargo ni responsables de las denominaciones poco felices que se usaron para describir a organizaciones hermanas por parte de algunos de los dirigentes que representan a la organización en la que hasta hace poco nos reconocíamos. Tildar de “sindicato de aplaudidores” y “obsecuentes” a algunos o de “marginales” a otros, no parece ser una buena práctica para lograr la unidad de la militancia. Creemos que las diferencias -si aportan al proceso político- deben expresarse por la positiva en forma de construcción diferenciada que logre representar a la pluralidad de expresiones que componen a nuestro pueblo, y no por la negativa reproduciendo los vicios de las vanguardias iluminadas.

Lo cierto es que con nuestros defectos y virtudes, a lo largo y a lo ancho del país somos muchos los militantes que, independientemente de la organización a la que pertenezcamos, nos reconocemos soldados del proyecto nacional y popular con un único liderazgo y del cual, tan sólo en la medida que seamos capaces de traducirlo, estaremos a la altura de las circunstancias de protagonizar este tiempo histórico.

Organizar al 54% para convencer al 46%

“El Peronismo es esencialmente popular.
Todo círculo político es antipopular, y por lo tanto, no es peronista.”

La reafirmación de la conducción estratégica del movimiento nacional en manos de CFK y la oportunidad histórica de volver a tener un liderazgo capaz de sintetizar a las distintas expresiones del mismo (como no tuvimos desde Perón) no debiera ser un limitante a la hora de tomar la iniciativa por parte de la militancia. El problema, quizá, es que debiéramos estar más preocupados por generar los consensos sociales capaces de profundizar el rumbo de este modelo que por participar de la timba de nombres posibles para suceder a Cristina en la Jefatura institucional del País.

Son tiempos de poner a la gente en la calle, de salir a organizar a ese 54% que supo confiar en este proyecto, pero por sobretodo de avanzar sobre ese 46% al que todavía podemos seguir interpelando para que se sume a este proyecto de país.

Pensar en clave movimentista es construir herramientas capaces de ser apropiables por los trabajadores, estudiantes, jubilados, intelectuales, jóvenes, profesionales, desocupados y empresarios nacionales, entre tantos, y así sostener ese frente nacional con el que construimos esta Década Ganada. Somos conscientes que las organizaciones políticas tan solo somos una parte del movimiento, y que debemos asumir la complejidad de un escenario que contemple a los diferentes actores del quehacer nacional, capaces de aportar a la consolidación del rumbo del modelo.

¿Qué es lo verdaderamente revolucionario? ¿Autodenominarse como tal o construir la base social y política con la que enfrentar a las corporaciones? Darle territorialidad al proyecto nacional, implica ganar terreno en cada frente en el que libramos la batalla cultural.  

Debemos pensar orgánicas capaces de expresar lo más dinámico de nuestro pueblo, y no círculos y camarillas reguladas por confianzas personales que solo obstruyen la incorporación de las masas populares a las filas del movimiento nacional.

La Organización vence al tiempo

“El Peronista trabaja para el Movimiento. El que en su nombre sirve a un Círculo o a un caudillo, lo es sólo de nombre.”

El 20 de Mayo de 2011 fundamos una nueva organización sobre la base de dos experiencias pre-existentes, con la profunda convicción de que a mayor unidad, mayor fuerza y espalda para profundizar. La cohesión del campo popular resultaba ser uno de los desafíos con el que nos encontrábamos para garantizar el rumbo del modelo.

En este sentido nos convocó nuestra Presidenta a dejar en un segundo plano las diferencias identitarias menores y construir ese continente común capaz de poner lo mejor de cada uno en función de potenciar el conjunto: Unidos y Organizados. Esas especificidades o roles diferenciales siempre debieran ir en un sentido de complementariedad y no como puentes de distancia que nos desvíen del objetivo común.

Las condiciones de la transformación no radican en ninguna organización por sí sola, sino en la capacidad de la militancia de encontrar un camino común como uno de los actores del movimiento nacional.

Difícilmente podamos aportar a la síntesis común, si ni siquiera pudimos darnos las instancias orgánicas en la que procesarlo nosotros mismos. Desandar ese camino no resulta ser un retroceso, sino una mejor forma de sincerar matrices distintas desde las que enriquecer al conjunto de la militancia.

Las criticas y las convicciones deberían ponerse siempre sobre la mesa para que se transformen en un debate político. En el peronismo celebramos las diferencias sólo si nos enriquecen y podemos sintetizarlas, y no si nos separan. Las preocupaciones por el devenir debieran encontrarnos con los espacios de discusión colectiva más sólidos que nunca. Lamentablemente no pudimos terminar de lograrlo en esta fuerza, en la que los ámbitos orgánicos nacionales en los que debió haberse procesado la política y la estrategia de la organización dejaron de funcionar hace tiempo, sin tomar en cuenta la capacidad de análisis de un conjunto de cuadros que a lo largo y a lo ancho del país se cargan la fuerza al hombro.

Con tristeza por no haber podido sellar la unidad, pero con la plena convicción de que con todos y cada uno de los descamisados nos encontraremos una y mil veces en la ancha avenida del campo nacional y popular defendiendo los intereses de nuestro Pueblo, nos despedimos con un fuerte abrazo peronista y revolucionario.

¡CFK CONDUCCIÓN!