Toniolli: “Ni todos en La Cámpora son ‘chicos bien’, ni todos los del Movimiento Evita, piqueteros”

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Toniolli: “Ni todos en La Cámpora son ‘chicos bien’, ni todos los del Movimiento Evita, piqueteros”

03 Abril 2012

 Por Eduardo Blaustein para Miradas al Sur.

–¿Cuándo nació la JP Evita y qué tipo de desarrollo tiene?

–Nació en el año 2005, en el seno de lo que en ese momento era el MTD Evita (Movimiento de Trabajadores Desocupados Evita), en una asamblea nacional de compañeros jóvenes que militábamos en las filas del MTD pero sin identificarnos particularmente desde lo generacional. Sólo en un campamento nacional realizado en Carcarañá reunió unos tres mil pibes de todo el país discutiendo en las comisiones y los plenarios. El 27 de abril, el Movimiento Evita se propone movilizar entre 30 y 40 mil compañeros a la cancha de Vélez, y seguramente más de la mitad de esos compañeros y compañeras son de la JP Evita o son jóvenes participando de algún otro ámbito o frente de la fuerza. En Santa Fe, la JP Evita es la fuerza juvenil del kirchnerismo con más presencia. Pero también empezó a crecer en los pueblos del interior de la provincia, donde antes la política la hacía “el doctor”, había dos o tres referentes institucionales y pará de contar.

–¿Cuáles son las modalidades principales de militar o construir política?

–La JP Evita nació como una fuerza principalmente barrial, nucleada en torno de los reclamos de trabajo y dignidad: se nos solía caracterizar despectivamente como “piqueteros K” desde los medios concentrados. En esa primera asamblea nacional que hicimos en el 2005 discutimos desde el nombre –decidimos volver a llamarnos “Juventud Peronista”, una referencia expropiada por el neoliberalismo–, el color rojinegro de las banderas. Acá en la provincia, cuando volví y transmití la decisión a los compañeros, los de Unión y los de Rosario Central me querían matar. La JP Evita, junto con la Juventud de Libres del Sur, que en ese momento adhería al proyecto nacional, fueron las dos primeras experiencias masivas de organizaciones juveniles nacidas en el seno del kirchnerismo. La característica central que se le reconoce a la JP Evita y al Movimiento Evita es que los compañeros que lideran sus distintos ámbitos son militantes, que forjaron ese liderazgo a partir de la militancia, lo mismo los cumpas que ocupan lugares institucionales.

–A diferencia de las juventudes de los ’70, las del kirchnerismo se cuidan mucho de “sacar los pies del plato”. ¿Es producto de ciertas enseñanzas históricas?

–No se trata de si “sacamos los pies del plato” o no. Acá hay un proceso de mejoramiento de las condiciones de vida de nuestro pueblo desde el 2003 a la fecha, que nos habilita a ir por más. A diferencia de la izquierda liberal que siempre pensó que “cuanto peor mejor”, nosotros sostenemos que los mayores desarrollos de lucha obrera y popular en la Argentina se dieron luego de procesos de integración y de auge de la movilidad social ascendente. Ejemplo: hubo décadas del ’60 y ’70 en la Argentina, porque primero hubo Estado social de derecho parido por el peronismo. En ese marco, hay que decir que ese mejoramiento se funda en un modelo de desarrollo que va generando sus propias contradicciones que con el tiempo se convierten en obstáculos. Doy un ejemplo concreto: las retenciones a la soja permitieron distribuir ganancias extraordinarias para mejorar las condiciones de vida de millones de argentinos, pero está claro que el monocultivo y la frontera de la soja al tiempo que se va extendiendo van desplazando a los campesinos pobres y generando un drama humano y ambiental. Profundizar es ir superando esas contradicciones en favor del pueblo.

–¿Ser “juventud” es realmente una categoría que define algo? ¿Qué cosas define?

–Ser joven no es un valor en si mismo. La JP de Corach estaba integrada por jóvenes, lo mismo el Grupo Sushi, y estaban en los antípodas de cualquier planteo transformador de la realidad social. Lo mejor de la lista que integramos no era el corte etario, sino que expresaba a muchos compañeros que se integraron a la acción política desde distintas luchas que el kirchnerismo puso en el centro de la escena en los últimos años: por los derechos humanos, por mejores condiciones de trabajo, la lucha de los pueblos originarios, de las mujeres por sus derechos, la de compañeros que integran organizaciones de diversidad sexual o experiencia de comunicación popular. Sí creo que por una cuestión etaria, un compañero joven tiene menos compromisos previos con estructuras del pasado, y seguramente la definición de Cristina de ir dando protagonismo a distintos dirigentes juveniles tiene que ver con eso, con buscar lealtad con un proyecto de transformación profunda de nuestra Patria.

–¿Dirías que existe algún rasgo en los modos en que ustedes hacen política que sea distinto de los de La Cámpora?

–Por la misma razón que enunciaba recién, La Cámpora se encuentra en el centro del dispositivo de la Presidenta, es depositaria de su confianza. Eso no nos genera ningún complejo, ni nos pone a nosotros en la necesidad de disputar esa confianza o los lugares institucionales en los que se traduce. Nos ganamos el rótulo de “fuerza propia” o el mote de organización “ultra K” enfrentando en la calle los lockouts patronales o recuperando la Plaza de Mayo o el Monumento a la Bandera para evitar un golpe oligárquico y mediático la noche del 25 de marzo del 2008. Con respecto a las formas de hacer política, los matices por ahí los podés encontrar en que La Cámpora, producto del espacio que ocupa en el dispositivo del proyecto, está más integrada al Estado. Pero hay que romper con determinados prejuicios instalados: ni el Evita sigue siendo un movimiento exclusivamente barrial o “piquetero”, ni La Cámpora es ese grupo de “niños bien” que los medios concentrados pretenden vendernos. La lucha por una Patria para todos nos va encontrando, y el 27 de abril lo vamos a demostrar llenando en conjunto, con la participación también de la Corriente Nacional de la Militancia, el estadio de Vélez.

–¿Han encontrado en Santa Fe buenas vías de conexión entre las demandas territoriales en los barrios y la política institucional?

–El Movimiento Evita tiene una gran presencia en los cordones de los grandes centros urbanos. Hoy la realidad de hace diez años ha cambiado. En el centro de los reclamos quizá ya no estén el hambre y la necesidad de alimentos, sino problemáticas como la vivienda, el hábitat digno y el trabajo de calidad. Estamos en cada uno de esos reclamos intentando promoverlos pero también organizarlos para darle un horizonte político. Porque su resolución depende de la capacidad que tengan los sectores populares de dar la pelea por el sentido y la dirección de las políticas públicas, en este caso, de una gestión provincial –la del Frente Progresista– que evidencia un claro defasaje entre su discurso cultural progresista y sus prácticas conservadoras en el plano económico y social. Nuestra fuerza ha protagonizado luchas contra la trata de personas, o contra la discriminación de los pibes de los barrios más humildes o de las chicas trans excluidas, en una provincia que tiene un “gabinete joven” o que se define como “gay frendly”, pero en la que –por ejemplo– la policía todavía no se enteró.