Reencuentro y reparación entre sudamericanos: camino imprescindible para Malvinas
El 16 de Agosto pasado se cumplió un nuevo aniversario -141 años- de una batalla desigual y cruel como pocas en la historia latinoamericana: el combate de Acosta Ñú, donde tres millares de niños menores de 15 años enfrentaron a las tropas de los invasores que conformaban la Triple Alianza: Argentina, Brasil y Uruguay. Fue el primer genocidio que azoto a las nacientes patrias nacientes de Iberoamérica. Las crónicas de esa batalla nos invitan a pensar seriamente en que no sólo fue un acto de heroísmo inconmensurable, el sacrificio del pueblo paraguayo, sino que a la luz de los tiempos modernos, el accionar de los aliados constituyó un crimen de guerra. Allí se masacraron 3,500 niños y mujeres paraguayos. Las tropas aliadas tuvieron menos de 50 bajas. Hace muchos años el entonces Presidente Juan Domingo Perón cumplió con uno de los pasos que conforman un proceso de reparación histórica: la devolución al Paraguay de los trofeos de guerra obtenidos en esa vergonzosa conflagración. Ante el pueblo y nación guaraní se cumplió al resarcir de alguna manera tamaña mancha de la historia argentina. Sin embargo, aún falta lavar culpas frente al espejo de nuestra conciencia histórica en general y de la memoria bélica en particular. Muchas unidades y subunidades del Ejército Argentino llevan el nombre de batallas correspondientes a esa ignominiosa guerra contra el hermano pueblo paraguayo: Curupaytí, Tuyutí, Yatití Corá, Yatay, por mencionar algunos.
En otra guerra un siglo después, durante la Campaña de Las Malvinas, la noche del 13 de Junio de 1982 la Compañía de Infantería A “Tuyutí”, reforzada con un grupo de la Compañía “Curupaytí” pertenecientes al Regimiento 3 de Infantería, combatió en Wireless Ridge frente al 2do Batallón de Paracaidistas británico. En esa batalla cayeron 5 soldados pertenecientes a las Compañías referidas. Si fue vergonzoso llevar el nombre de batallas indignas, la sangre de los soldados Cao, Folch, Segura, Reyes y Soria, las limpiaron con honor frente a una de las dos unidades de élite británicas –el Para I y II- que participaron en las principales batallas. Además, en las filas del RIM 3, sirvieron algunos soldados hijos de paraguayos.
Se debería completar este proceso de reparación histórica de doble condición - una, por la injusta guerra contra el Paraguay y otra para reafirmar nuestros derechos sobre las Islas Malvinas, Georgias , Sandwich del Sur- iniciando una campaña y que el Ministerio de Defensa argentino la llevara a cabo, para cambiar los nombres de todas y cada una de las unidades militares argentinas que refieran a batallas de la Guerra de la Triple Alianza, y denominarlas con los nombres de los combates y batallas tales como Sapper Hill, Monte Longdon, Puerto Argentino, Top Malo House, Ganso Verde, Darwin, Dos Hermanas, Wireless Ridge, Bahía Agradable, Tumbledown, y tantos otros lugares donde murieron cientos de hombres argentinos dando lo mejor de sí, conformando así una etapa histórica cercana y aún vigente, y que fuera muy bien definida y simbolizada por el historiador Federico Lorenz como “Malvinas, una guerra argentina”.
No sería solamente una referencia y un acto de justicia ante el pasado, también sería una manera contribuir a la correcta formación de los nuevos soldados, suboficiales y oficiales de las fuerzas armadas: que sientan en el espacio que hace a la vida castrense cotidiana que los símbolos y nombres remiten a sucesos que guardan una lógica con el presente y que son motivo de orgullo tanto para ellos como la gran mayoría de la población, y que en cada aniversario de las correspondientes batallas, acudieran ex combatientes a compartir con ellos detalles de los combates, no solo como relato bélico, sino también como contribución a la formación integral del soldado, que no puede ser marcialmente aséptica, sino con contenido de Patria e historia.