¿Hasta cuándo el fútbol que sólo le gusta al DT?

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¿Hasta cuándo el fútbol que sólo le gusta al DT?

03 Octubre 2012

Por Lucio Guarnaccia

Hay quienes cuentan que, una vez cocinada la renuncia de Riquelme, Julio Falcioni comentó en su intimidad la posibilidad inmejorable de mostrar, ahora sí, su identidad.

Pues bien, hoy Boca juega a la manera que le gusta al DT aun cuando ni siquiera cuenta con el convencimiento del plantel, pieza fundamental en este deporte, y el acrílico de la Bombonera se viene abajo de insultos cada vez que el DT pasa cerca.

He aquí el momento más importante del partido frente a San Martín de San Juan: el entretiempo. Luego del flojo primer tiempo (1 a 1 con un hombre de más contra un equipo que pelea el descenso) Falcioni inició sonriente el largo camino que une el banco de suplentes y el túnel de vestuarios. Al final de ese camino recibió los insultos de casi la totalidad de los plateístas y, en particular, de uno que vestía la camiseta al revés, dejando bien a la vista del DT el número “10” y el nombre “Riquelme”.

A este hincha, Falcioni le dedicó una mirada desafiante, como si al Guasón le hubiesen mostrado la de Batman. Pero cuando el equipo volvió al campo de juego los hinchas de Boca (y porqué no también todos los hinchas de fútbol argentino) pudieron notar el extraño volantazo del DT: sacó a Rivero y Somoza (éste último blanco predilecto de los hinchas a la hora de las criticas), y los reemplazó por Chávez y el joven Paredes; es decir, un gesto ofensivo por demás extraño a su pensamiento deportivo surgió luego de ese intercambio feroz con los hinchas en el entretiempo. Por supuesto, no alcanzó para revertir el resultado pero sí para constatar una vez más el deporte favorito del Falcioni: el volantazo.

Desde el principio, Falcioni transita sus días en Boca pegando volantazos. Entre los últimos giros inesperados cuentan el borramiento de Ledesma, luego de que el jugador blanqueara que no tiene trato con él (situación en la que se encuentran muchos otros jugadores del plantel), y la desesperación por prolongar un contrato que generó que hasta el empresario Angelici, quién es sin dudas su mayor sostén, lo parara en seco con un contundente “los plazos los pone el club”.

Lo único que el DT sostiene es un planteo que sólo aspira a jugar al fútbol cuando se encuentra en desventaja en el marcador o en ventaja numérica. Mientras tanto, Boca se pasa los domingos buscando pleitos, proponiendo la disputa del terreno y el balón, sin convencer ni a los jugadores ni a los hinchas y sin alcanzar lo único que quizás podría llegar a legitimar un planteo tan alejado a la tradición futbolística boquense, esto es, los resultados. Y aún más, el verdadero hincha de Boca nunca podrá olvidar que esa identidad que promueve Falcioni se ha cargado al máximo ídolo de la historia del Club. Así las cosas, una pregunta aún sin respuesta carcome a la patria boquense: ¿Hasta cuándo?