Entrevistar a Videla: ¿Se puede objetivamente?, por Daniel Wizenberg

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Entrevistar a Videla: ¿Se puede objetivamente?, por Daniel Wizenberg

18 Abril 2012

La contemporánea discusión argentina sobre el “periodismo militante”, es decir de aquellos que sostienen que el ejercicio de la profesión debe hacerse anclado en una postura ideológica, no es sino la reaparición de un debate inmanente en la historia del periodismo que gira en torno a la posibilidad de la objetividad. La pregunta que amplifica y dispara la discusión es siempre la misma: ¿un periodista puede ser plenamente objetivo sin que se inmiscuyan en su relato de la realidad gotas de subjetividad, de su biografía personal y de su forma de ver el mundo?

El debate, como siempre que se busca una verdad, es complejo y adquiere innumerables matices. Sin embargo, es posible notar el contraste entre las dos posiciones más duras: las que piensan al periodismo como una herramienta de la militancia y las que le imprimen una rigurosidad científica. Los primeros podrían ser resumidos en una famosa frase del controvertido teórico francés Louis Althusser que versaba que “no existen interpretaciones inocentes y por tanto de lo que se trata es de decir de cual se es culpable”. Los segundos sostienen que la experiencia subjetiva no es viable en el periodismo, que la tarea del periodista consiste en hacer preguntas, no en encontrar respuestas y, por ende, existe la posibilidad de dejar de lado apreciaciones personales para dar lugar a un relato “limpio”, en el que el relator logra tomar distancia de lo relatado. Entre esos últimos se encuentra Ricardo Angoso García, sociólogo y destacado periodista del medio español “Cambio 16”. Una palabra autorizada no sólo por su trayectoria personal sino porque estuvo ante la privilegiada y contradictoria tarea de entrevistar a un ex dictador. ¿Cualquier persona es capaz de mantener las formas frente a una persona que ha sido responsable de desaparecer treinta mil personas y robar bebes entre muchísimos otros hechos aberrantes? ¿Podríamos dialogar normalmente con él? Se trata de todo un desafío para un periodista. Ricardo Angoso García piensa el rol del periodismo habiendo transitado ese desafío. Vale la pena escucharlo.

Ricardo, gracias por atendernos ¿cuál fue tu primera impresión al ver a Jorge Rafael Videla?

Como habrán visto, el hombre se quedó dormido en el juicio hace pocos días. Es una persona muy mayor, muy enferma, esa fue la primera impresión que tuve, se puede ver que está al final del camino.

¿Cómo has llegado a entrevistar a Videla? Para un periodista argentino no es sencillo acceder a él.

He tenido un poco de suerte. Busqué la nota durante siete u ocho meses, estuve a punto de tirar la toalla porque su vocero me estaba dando demasiadas vueltas, pero finalmente me permitieron acceder a campo de mayo y entrevistarlo. Fue complicado, me exigieron pasarle un cuestionario previamente de las preguntas que le haría, él acepto todas y me fijó algunas condiciones que fueron cumplidas por mi sin problema, por ejemplo una copia del texto final de la entrevista antes de ser publicado para que fuera revisada por él mismo, me sorprendió no encontrar casi ninguna corrección sobre el texto que han podido ver publicado, que era una elaboración a partir de tres horas de conversación. Me dijo que su reticencia a las entrevistas se debe a que algunos medios argentinos suelen manipular lo que dice.

Como periodista la principal duda que nos surge, teniendo en cuenta que se trata de un genocida, gira en torno a los dilemas éticos y las contradicciones que empapan casi inevitablemente de subjetividad y emociones la labor periódistica al momento de entrevistar a un personaje como Videla. ¿Cómo lo has resuelto tú este problema?

Viniendo de un país como España, que vinimos de una guerra civil que ha tenido una carga ideológica tan grande, en donde cada bando ha reivindicado la pureza de su lucha, te diré que con el correr de los años y habiendo leído mucho sobre nuestra guerra civil, los mejores textos, los más objetivos y los más cercanos en torno a lo que ocurrió en esa etapa de la historia han sido los escritos por británicos porque tienen un contacto con la historia y las ideologías en disputa mucho menor. En mi caso con Videla sucede algo parecido, he logrado mantener cierta distancia. En cualquier caso hay que reivindicar nuestra profesión. El periodista tiene que poder situarse ante cualquier sujeto y tiene que darle la palabra a todos, aún a Videla, y recoger con la mayor objetividad posible sus opiniones. En una sociedad democrática los periodistas somos intérpretes claves de dos derechos fundamentales, la libertad de expresión y la libertad de información, nunca debemos perder como referencia eso. Quien le echa carga ideológica a nuestra profesión termina convirtiéndose en otra cosa muy distinta a un periodista. En España uno lee determinados ensayos sobre nuestra guerra civil y lo que encuentra es pura propaganda, cambia el bando pero no cambia la falta de rigor periodístico. Creo que debemos tomar, los periodistas, cierta distancia, examinar con cuidado todos los elementos y dando la palabra a todas las partes porque sino acabamos siendo meros propagandistas. En estos días he tenido la oportunidad de leer muchas cosas que se han escrito sobre mí en Argentina, columnas de opinión sobre la entrevista a Videla en varios medios de comunicación y me sorprendió que haya habido varios compañeros de profesión que llamaron a la autocensura. Eso no es admisible, roza un pensamiento cercano al pensamiento único y a no querer escuchar las “verdades” de todas las partes. Buscan, esos periodistas, un discurso unidireccional y a veces claramente oficialista.

En Argentina existe un gran debate en torno a lo que se llama “periodismo militante”, los que lo defienden sostienen que cada persona tiene una ideología y no puede salir de ella por más que sea periodista. ¿Es posible la neutralidad aún al momento de entrevistar a Videla?

Es difícil, pero debemos intentarlo. En los años 90´, cuando por cierto era bastante más joven, tuve la oportunidad de cubrir la guerra de los Balcanes y si bien tenía una trama muy compleja podían visibilizarse tres bandos. Había croatas, musulmanes y serbios. Cada uno de los bandos trataban de imponernos, a los informadores, con su supuesta pureza ideológica un relato de la guerra en el que generalmente culpaban a sus vecinos. ¿Qué informar? A mi me costaba mucho llegar a tener una posición neutral, escuchaba a todas las partes y me esforzaba por alcanzar una versión informativa veraz y objetiva. Llegué a conclusiones muy fuertes pero partiendo de que nada era blanco o negro, ni unos eran buenos y otros tan malos. Eso requiere un esfuerzo gigantesco pero lo que nunca debe hacer un periodista es negarle la voz a nada ni a nadie. En el caso de Videla, para bien o para mal, yo sé que en Argentina para muchísima gente para mal, Videla es parte de la historia, fue presidente de la República cinco años, jefe del ejército durante buena parte de la historia y fue un actor que influyó en la vida social, política y económica de la Argentina, de los años 70´ por lo menos. Creo que merecía la pena darle el micrófono y ver qué decía. La entrevista la dividí en tres partes, le pregunté por el pasado, por lo que pasó después y por el presente. Fue, como Franco en España, un actor relevante de la historia argentina, para mal según muchos, pero un actor relevante al fin.

¿Siendo extranjero es mucho más sencillo tomar esa distancia necesaria que menciona?

Sí, claramente es más fácil. Como en el caso que le mencionaba de los británicos. La distancia geográfica también lo es de los acontecimientos. Sé que los 70´ en la Argentina ha sido una década terrible, algunos me han dicho que casi se llega a la guerra civil. Perón al volver del exilio se sintió alarmado por la situación del país, muchos testigos de la época lo han reconocido. Yo sinceramente no he conocido de cerca, en carne propia, el tema. Tengo una distancia que no tengo respecto a la guerra civil española o los actos terroristas de ETA. De todos modos, la historia la cuenta cada uno de manera distinta, el periodista tiene que ser intérprete de ello y la historia la escriben los historiadores con fuentes, documentos y testimonios que muchos de ellos deben ser aportados por periodistas que hagan bien su tarea en un determinado período histórico. No por todo eso dejo de saber que ocurrieron cosas terribles en Argentina en esos años, que quede claro.

¿Antes de entrevistar a Videla cuál era su principal interés? ¿Por dónde le interesaba indagar?

Fundamentalmente en su visión del origen del golpe de estado de Marzo del 76´. Del contexto en el que se produce y a partir de allí indagar en el peronismo. Es un fenómeno que todavía no llego a comprender. Siempre me ha sorprendido aquello de que en Europa somos de derecha, de izquierda, socialistas, liberales pero en Argentina todos son peronistas. Me interesa mucho saber qué paso con el peronismo en sus orígenes y en lo que ocurrió durante la década del 70´ con él, quizás si Perón no hubiera desaparecido en el 74´ las cosas hubieran sido diferentes. Es curioso pero mi interés por Videla llegó a través del peronismo. Quería saber, además, qué ocurrió durante ese paréntesis entre 1976 cuando se produce el golpe y 1983 cuando llega Alfonsín al gobierno. El golpe de Videla es a la esposa del General Perón justamente, eso me intrigaba muchísimo.

Ricardo, además de entrevistarlo ¿le dio la mano a Videla?

Sí. Se la daría también a Firmenich, líder de Montoneros, que vive en Barcelona y es profesor de economía en Cataluña y que además me negó una entrevista en estos días. Somos periodistas, no jueces.