Crónicas bosteras: ¿Qué significa pensar?

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Crónicas bosteras: ¿Qué significa pensar?

20 Agosto 2013

Por Mariano Dorr

Después de más de dos décadas de transmisión de los partidos de Boca comentados por Roberto Letto y bajo los efectos de un Fútbol para Todos vivido casi en términos de expropiación, las autoridades de Radio Mitre decidieron –hace ya varios meses- terminar con la identificación boquense y ensayar otra política de comunicación con respecto al futbol argentino. Hoy, en Mitre podemos escuchar los comentarios de Norberto “el ruso” Verea. Y el domingo, el Ruso comentó Boca – Atlético de Rafaela. Si no me equivoco, el análisis de Verea es lo mejor que tiene Mitre para ofrecer hoy al oyente.

Enojado ante la falta de creación de espacios por parte de uno y otro equipo, el ruso no vaciló en repetir su diagnóstico: “No se piensa en el futbol argentino”. Si alguna vez se pensó, según el ruso, desde hace ya varias temporadas, se ha dejado de hacerlo. Las excepciones serían escasas, fugaces, como un relámpago pensante en medio de la mediocridad del vacío dominante.

No es el primero en preocuparse por la ausencia del pensar. Uno de los más grandes filósofos del siglo XX, Martin Heidegger, afirmó que, si queremos saber qué quiere decir pensar, para averiguarlo, nosotros mismos tendremos que ser capaces de pensar. Para pensar –dice Heidegger- hay que prepararse. Es decir, hace falta aprender a pensar. Y si lo que tenemos que hacer es aprender a pensar, entonces, estamos admitiendo algo que resulta chocante pero fundamental: en realidad, lo que sucede es que todavía no pensamos. Calculamos, especulamos, medimos, avanzamos, retrocedemos, pero no pensamos, dice Heidegger. Lo que el ruso observa en el futbol argentino, Heidegger lo había señalado a propósito del proyecto moderno; la modernidad –desde Descartes para acá- no piensa, calcula. Y calcular, especular, medir, regatear, no es pensar. Boca y Rafaela sufrieron el mismo mal que desde hace ya varios siglos acusa la modernidad y su primera vedette, el sujeto moderno.

No pensamos, dijo el ruso. Sin embargo, en la cancha estaba Juan Román Riquelme. Es como si Heidegger hubiese dado su conferencia sobre lo que quiere decir pensar mientras en el auditorio… Kant, Hegel, Marx, Freud o Nietzsche tomaban apuntes. La inteligencia de Román en el primer gol tendría su explicación (en términos de falta de pensamiento) en la tonta jugada –entre el arquero y el defensor de Rafaela- que dio lugar al tiro libre indirecto en favor de Boca, a pocos metros de la línea de gol. Pero, ¿qué hace el 10 en el festejo? En pocas horas, ya se escribió mucho sobre la corrida de Román hasta el banco de suplentes. Los análisis insisten en descifrar qué quiso decir Riquelme con su festejo. Más allá de las intenciones, lo que hace el goleador de Boca es tomar con sus manos el cráneo de Carlos Bianchi. En este sentido, es casi una refutación de los argumentos del ruso Verea. La cabeza de Bianchi ya había sido representada por Silva y Acosta, y la mímica de los delanteros de Lanús incluían el acto de rascarse, imitación del entrenador, pero también un estereotipo del hombre que piensa. Román tomando la cabeza de Bianchi en sus manos –como si fuera la copa del mundo, intocable para el resto de los mortales- es una muestra y un homenaje al pensamiento vivo en el seno del futbol argentino. El segundo gol de Boca es un ejemplo de ese pensar. “Una jugada de otro partido”, dijeron los comentaristas. ¿De repente, Boca pensó?

No podemos estar de acuerdo. El pensamiento se construye en la práctica; los razonamientos son el resultado de un trabajo lento y fatigoso. Bianchi y Riquelme hicieron de esa fatiga su vida, y la tradujeron en gloria.

Después del partido, Román pone otra vez la cuestión del pensamiento sobre la mesa. En @la12tuittera lo leemos así: #Riquelme: “pueden decir lo que quieran de Bianchi pero NO van a cambiar lo que piensa el hincha de BOCA de él porque lo AMAN”. En el futbol argentino se piensa y se ama. Y el pensamiento, como el amor, se construye.