Cobos en las Malvinas: el fantasma de Beresford
Por Emanuel Bonforti
Al día siguiente, su pase por las islas había despertado el interés de casi todos los medios periodísticos y de diferentes sectores de la opinión pública; las posiciones variaban de acuerdo al tinte ideológico de los interlocutores pero generaron un fuerte rechazo en algunos sectores a punto tal de considerarlo como un acto de traición a la Patria, conforme al Artículo 214 del Código Penal Argentino el cual establece "Será reprimido con reclusión o prisión de diez a veinticinco años o reclusión o prisión perpetua y en uno u otro caso, inhabilitación absoluta perpetua, siempre que el hecho no se halle comprendido en otra disposición de este código, todo argentino o toda persona que deba obediencia a la Nación por razón de su empleo o función pública, que tomare las armas contra ésta, se uniere a sus enemigos o les prestare cualquier ayuda o socorro".
En este artículo refleja por un lado, que el viaje del funcionario estaría legitimando a las autoridades británica al rubricar su pasaporte con el sello imperial y, por el otro lado, resulta demasiado polémico excusar el viaje en condición de turista, ya que un funcionario público no puede enajenarse de sus responsabilidades en una situación coyuntural, sobre todo si se trata de una situación tan sensible a nuestra Nación y a la memoria de los soldados que dieron la vida por nuestra bandera.
Lejos está el presente artículo de enjuiciar la actitud del diputado, se propone repasar otros posicionamientos del hombre del "no positivo" en su trayectoria política y, por el otro, analizar el viaje a Malvinas como una arista más en la descomposición popular del Partido Radical a lo largo de su historia. Aquello que alguno autores mencionan como la alvearización del radicalismo, en definitiva y parafraseando a Scalabrini Ortiz, en la política argentina hay sólo dos partidos, el de los hombres que defienden los intereses de la Patria y el partido de los que defienden el capital extranjero. Quizás evocar al autor de El hombre que está solo y espera nos permita reflexionar un poco más acerca del diputado que quiso ser turista en territorio invadido por el imperio. Desde esta interpretación y considerando su proceder político es posible que Julio Cobos ingrese al panteón de Prohombres del ideario liberal.
El 7 de junio de 2008, en pleno conflicto del gobierno con las patronales rurales el exvicepresidente de la Nación se reunía con el embajador británico en la República Argentina John Hughes, el motivo de la reunión era el interés de la metrópoli por participar en la explotación minera denominada "Potasio Río Colorado". El embajador inglés se llevó una grata impresión del mendocino por su colaboración con el proyecto. Evidentemente, Cobos además de buen turista también es buen anfitrión de los interlocutores británicos en nuestro país, como quien dice, un cultor del semicolonialismo.
La región serrana ha sido punto de atracción de los intereses británicos históricamente. En 1823, Rivadavia luego de un viaje por Londres entregaba la mina de Famatina a capitales británicos como fiel escudero de la causa británica en Sudamérica. Hoy pareciera tener sus continuadores.
Según la periodización revisionista que surge en 1955, es posible establecer una línea histórica desde el ideario nacional popular entre las personalidades de San Martín/Rosas/Perón, algunos autores sumarán a esa línea la figura de Yrigoyen, pero establecer secuencialidades históricas en torno a políticos no debe ser solo un atributo de las miradas nacional populares. El liberalismo también posee su propia línea por la cual se llena de orgullo, en ella, es posible identificar los hombres de Rivadavia/Mitre y otros como pueden ser Raúl Presbich, Federico Pinedo, José Martínez de Hoz. Quizás con el tiempo, Cleto pueda formar parte de ese panteón y pensar al hombre del "no positivo" como un tipo ideal mitrista.
Julio Cobos ingresa al ideario liberal a partir de su posicionamiento con respecto a la resolución de la retenciones móviles a las exportaciones agropecuarias, el conflicto de la 125, un intento del gobierno por avanzar a través de medidas de corte fiscal en la redistribución del ingreso. La discusión por la renta diferencial agraria ha sido a lo largo de nuestra historia un tema central y en ella puede rastrearse buena parte de nuestra situación de dependencia. La ventajas comparativas del suelo argentino determinaron un vínculo comercial entre la oligarquía terrateniente y la corona británica, en esta situación Argentina consolidó su perfil semicolonial y se convirtió en lo que algunos autores denominaron el "sexto dominio británico".
La medida redistributiva impulsada por el gobierno apuntaba a controlar el precio de los alimentos, en definitiva, mantener el poder adquisitivo de los sectores populares. Esta situación generó el alineamiento de las patronales rurales y de sus satélites de izquierda que alejados de la contradicción histórica fundamental de la Argentina decidieron coquetear con las patronales. En pleno desempate parlamentario Julio Cobos cierra filas con las fuerzas vivas aliadas históricas de los capitales británicos.
Bajo el paragua del acuerdo y del consenso, Cobos atentaba contra los sectores populares, la actitud moderaba que reclamaban los círculos liberales encuentra su interlocutor en su figura. Como tantas veces, el radicalismo asistía a una réplica de su versión antipersonalista que desde la muerte de Yrigoyen no logra superar. Es que el radicalismo como expresión política surge de lo que Jorge Abelardo Ramos considera como una contradicción que va a definir al movimiento, es decir, la tensión nacionalismo o mitrismo, que según el momento van definiendo su posicionamiento. Esta tensión se encuentra en la esencia misma de su movimiento formado por los sectores medios. Cobos es una reactualización de esa contradicción y ha sido el portavoz de una clase media desorientada y confundida por la construcción del aparato superestructural de los sectores dominantes.
La traición a los sectores plebeyos del radicalismo encuentra su conceptualización en la alvearización del movimiento, es decir, la adopción de posturas moderadas que no discutan la estructura dependiente del país, y Cleto es una manifestación de la histórica alvearización de la UCR, su vertiente mitrista. Alvear hombre moderado si los había, declaraba en 1930 ante la presión de las bases yrigoyenistas que impulsaban la insurrección al gobierno dictatorial de Uriburu, "¿Cómo quieran que promueva la revolución, si en el caso de triunfar al primero que van a querer fusilar es a mí?", mientras tanto hombres de ideales yrigoyenistas eran fusilados por las armas de Uriburu en los levamientos de Paso de Los Libres. Los ingleses felicitaban a Don Marcelo, en una carta del Pickwick Club de Londres a un funcionario del gobierno de Justo, sostenían: "una política que no fuera de concordia sería solo necesaria si el radicalismo se pusiese en radical, pero como lo demuestra el movimiento, las direcciones están dispuestas a colaborar." Alvear se acercaba de esta manera a los intereses británicos y traicionaba la causa nacional del yrigoyenismo.
En 2008, Julio Cobos sostenía antes de su voto, “Es el día más difícil de mi vida. No sé porque el destino me pone en esta situación" cerrando su discurso con la histórica frase, “Que la historia me juzgue. Pido perdón si me equivoco. Mi voto no es positivo”. A partir de ese día, Cleto ingresaba en el panteón de los hombres sin historia, en el de los enemigos del pueblo.
Seguramente ante el "no positivo", los fantasmas de William Carr Beresford , John Ponsonby, y de otros funcionarios británicos que transaron con las oligarquías locales en nuestro país brindaban en algún lugar de Londres. No es de extrañar que a partir de esto Cleto quiera ser turista por unas horas en un territorio robado por el imperio inglés a nuestro país. Al menos los antecedentes históricos de su linaje política así lo avalan. Cheers, Mr. Cobos.