Telma Luzzani, a 30 años de la caída de la URSS: "El pueblo ruso tiene mucha claridad con respecto a su rol en el mundo"

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Telma Luzzani, a 30 años de la caída de la URSS: "El pueblo ruso tiene mucha claridad con respecto a su rol en el mundo"

10 Enero 2022

Por Julián Bokser

Publicado por Batalla de Ideas y el Instituto Tricontinental de Investigación Social, "Crónicas del fin de una era" se convirtió en una de las grandes novedades editoriales de fines del 2021 y comienzos del 2022. En coincidencia con los 30 años de la caída y el desmembramiento de la Unión Soviética, el libro reúne las crónicas que la periodista y escritora Telma Luzzani redactó desde Moscú y Kiev entre 1991 y 1993. La primera parte del libro compila esos relatos que nos llevan de la mano por calles, palacios, comercios, taxis, aeropuertos y sobre todo por el corazón de las historias —algunas mínimas, otras de trascendencia global— que emergen en el punto de quiebre de esta experiencia que atravesó y marcó el siglo XX. El texto incluye además conversaciones recientes con Oleg Barabanov, Atilio Boron, Alicia Castro y Vijay Prashad. Periodista y escritora especializada en política internacional, Telma Luzzani trabajó en Tiempo Argentino, Clarín, Radio Nacional, Visión 7 Internacional en la TV Pública y el programa radial Voces del Mundo de la agencia de noticias Sputnik. Conversamos con  la autora sobre el libro, sus recuerdos y sus ideas para el futuro.

Agencia Paco Urondo: Vijay Prashad dice en una de las entrevistas que incluye el libro que en América latina no terminamos de dimensionar lo que significó Chávez a nivel global. Tomando eso te pregunto, ¿cuál era la impresión del pueblo ruso de lo significaba la caída de la URSS, si es que ellos podían dimensionar lo que implicaba el fin de la Unión Soviética para el resto del mundo?

Telma Luzzani: El pueblo ruso tiene mucha claridad con respecto a su rol en el mundo y a su lugar en la historia, no solo durante la época soviética sino desde el imperio zarista, y saben que el peso específico que ha tenido Rusia en el mundo y en Europa ha sido y es mucho. Ellos tienen absoluta claridad sobre eso, aun cuando no lo manifiesten. Hace 30 años estaban muy preocupados por su situación particular, entonces mis preguntas cuando hablaba con ellos estaban enfocadas a esa coyuntura tan dramática y tan extrema. Nadie sabía cómo se iba a desenvolver esa situación histórica, si iba terminar en una guerra civil o si iba a terminar, como afortunadamente pasó, en un proceso sin víctimas. En cualquier otra nación podría haber sido una catástrofe. Es decir, que, si bien yo no preguntaba sobre eso, ellos sí tienen permanentemente la noción de ser un país que talla fuerte en la historia contemporánea y en la política internacional. Aunque no lo dijeran claramente, estaba presente esa dimensión de su papel y su peso.

APU: ¿Qué recepción tuvieron en aquel momento las crónicas?

TL: Despertaban un gran interés. Hace poco me contaron que, en el Joaquín V. González, en 4 y 5 año de historia, leía las crónicas en clase y las comentaban. Estaba todo el mundo pendiente de lo que pasaba, estamos hablando de un hecho histórico. Fue el cierre de casi 50 años de guerra fría, con dos contendientes permanentemente enfrentados, con Estados Unidos demonizando todo lo que fuera soviético. Que eso terminara impactó muchísimo y había mucho interés en leer lo que estaba pasando. Por supuesto que además de mis crónicas había notas complementarias, análisis de políticos y académicos de todos los países del mundo. Realmente tenían una enorme repercusión las crónicas.  

APU: En una de las crónicas aparece una referencia a la importancia del dostat, esa costumbre rusa vinculada al intercambio con beneficio mutuo, a la reciprocidad. ¿Esa práctica sigue existiendo, pudo sobrevivir al advenimiento del capitalismo en Rusia?

TL: Al reeditar las crónicas me acordé de esa práctica y la asocié con la época del trueque en el 2001 en Argentina. En situaciones de crisis profundas, el pueblo se inventa alternativas para sobrevivir y aparece esa genialidad popular, aparecen conductas que tienden a cumplir lo que los gobiernos pueden cumplir. El dostat tomó mucha fuerza en aquel momento, pero por lo que me contaron era una práctica que venía extendiéndose en los últimos años (y quizás décadas) de la unión soviética, no fue un invento del momento de la crisis sino que es un producto de la escasez de mercaderías. Son muy interesantes las anécdotas y las experiencias que cuenta Atilio Borón en la entrevista. Ahí dice que cuando estuvo en los años 70 en la URSS un economista le explicó las dificultades de fabricar y distribuir bienes de consumo para una nación inmensa como era la unión soviética (Rusia es el país más grande de la tierra, imaginate lo que era con las 15 repúblicas). Usemos el ejemplo de una birome. No es que se hacían biromes como podría ser en Estados Unidos por ejemplo, que fabrica para Chicago, Nueva York y Boston y los que viven en pueblitos pequeños que se arreglen. En la concepción soviética, en Moscú y en el pueblo más pequeño tienen que poder conseguir biromes. Además, como había capacidad de ahorro y liquidez de rublos, pero escasez de mercancías, cuando compraban biromes no compraban una, compraban diez. Entonces el economista le decía a Atilio: “nosotros tenemos que fabricar dos mil millones de biromes” y no era tan sencilla la producción, sobre todo porque en aquel momento, la mayoría de las cosas (desde autos hasta biromes) se fabricaban una parte en Ucrania, otra parte en Bielorrusia, otra parte en Kazajistán y se ensamblan en Georgia; todas las repúblicas participaban, lo cual hacía todo mucha más complejo y más burocrático.

APU: ¿Qué aprendizajes podemos sacar nosotres desde Latinoamérica de la caída de la Unión Soviética? ¿Qué cuestiones pensás que podemos considerar como enseñanzas de ese proceso?

TL: Sin duda son varias. Los países que ya habían iniciado un proceso socialista, como el caso de China, aprendieron un montón y la experiencia soviética les sirvió para adoptar algunas medidas, sobre todo económicas y no tanto políticas, China sigue siendo un país unipartidista, con un gobierno centralizado. En su momento a mí me impactó mucho como el discurso neoliberal y los valores individualistas del neoliberalismo permeaban una sociedad que había estado formada 70 años en otra ideología. Ahí se veía la eficacia de la propaganda neoliberal que prendía y hacía creer a los rusos que el capitalismo era un sistema mejor porque todos podrían adquirir bienes de consumo. Algunos eran muy conscientes de que no es así, recuerdo un muchacho de 20 años, músico, que tocaba la guitarra en el subte y decía “acá van a sobrevivir los más fuertes”, él sentía que no tenía las herramientas para luchar en una selva. Esto la mayoría no lo percibía y tenían una visión muy idealizada del capitalismo. También el proceso posterior de Rusia deja enseñanzas, sobre todo el período de Putin, que recupera algunas de las premisas históricas rusas. Es un modelo para prestarle atención porque era país prácticamente quebrado económicamente, con una dimensión territorial inmensa, poca densidad poblacional y muy rico en hidrocarburos y metales preciosos y en pocos años recuperó una voz muy importante en la arena internacional, eso es interesante para observar.

APU: Mencionaste recién a los hidrocarburos y quisiera preguntarte por dos cuestiones que en aquellos años no estaban tan en boga pero que hoy sin duda forman parte de la agenda política: uno tiene que ver con el ambientalismo y el cuidado de los bienes naturales en tensión con lógicas extractivistas y más depredadoras. ¿Cómo se vivió esa tensión en aquel momento?

TL: Hay que ubicarse en esa época. En ese momento era nula la conciencia ambiental en general. En el caso de la Unión Soviética hubo nada más y nada menos que un Chernobyl, un desastre mayúsculo de radiación. Yo estuve en Chernobyl y era tierra arrasada, los árboles secos, sin pasto, era como una película de ciencia ficción, un paisaje postapocalíptico.  Estaban los edificios, las plazas, el supremo local con muebles abandonados, casas con juguetes tirados y animales salvajes, el lugar había sido copado por caballos salvajes que se apropiaron del lugar. En aquel momento había cero preocupación por el tema ambiental y en un sentido tampoco había preocupación estética: nunca sentí frío en Moscú, en todos lados había calefacción, pero por ejemplo las cañerías que llevaban gas (que vale recordar que eran gratis) estaban a la vista, estéticamente eran feas. Pero tampoco quiero demonizar a la URSS, porque del lado occidental estaba por ejemplo todos los misiles en Alemania que apuntaban al lado oriental estaban conviviendo y tampoco había un cuidado de contaminación nuclear o ambiental. Había algunas organizaciones que estaban en contra del armamento nuclear, pero no estaban en la agenda de los gobiernos ni en la conciencia de la mayoría de las personas. 

APU:  La otra cuestión está vinculada al feminismo y las cuestiones de género. Es conocido que durante la revolución rusa y durante los años de la URSS la mujer tenía otro lugar que, en los países occidentales, me gustaría saber ¿cuál es tu percepción sobre estas cuestiones?

TL: El feminismo era muy avanzado realmente en toda la zona socialista: (Checoslovaquia, Rumania, la propia Alemania Democrática: Angela Merkel se formó en la Alemania democrática, es una mujer formada en Oriente). En todos los países de la URSS había una mayor matrícula universitaria femenina, por ejemplo. Las mujeres eran parte de la revolución rusa y fue parte de la revolución cuestionar al patriarcado. En la segunda guerra mundial hubo una enorme cantidad de muertos en el ejército rojo, entonces las mujeres empezaron a ocupar actividades y oficios que antes hacían los hombres. Esto trajo algunos problemas: por ejemplo, se les retiraba la menstruación antes de tiempo por el gran esfuerzo físico que tuvieron que hacer muchas mujeres, esa fue una de las consecuencias de hacer trabajos que necesitaban mucha fuerza. Cuando yo fui en los años 80, que la guerra había pasado y se habían reorganizado la sociedad, el lugar de la mujer seguía siendo muy importante. En las crónicas hay muchísimas entrevistas a mujeres, pero no porque fueran mujeres sino porque ocupaban lugares que eran importantes, lugares de decisión que ocupaban ellas. El otro problema que también compete al mundo femenino tiene que ver con el alcoholismo, y no porque ellas sean alcohólicas sino porque los varones lo son, hay gran cantidad de varones que sufren de alcoholismo, y otra vez las responsabilidades de las tareas caen sobre la mujer.

APU: Claramente el capitalismo no resolvió los problemas que supuestamente venía a resolver y mal que le pese a Fukuyama la historia no terminó ¿Que utopías, que sueños nos quedan para el futuro?

TL: Ahí me parece que habría que volver a las entrevistas del libro, esas conversaciones con 4 intelectuales tan importantes donde VIjay advierte que Fukuyama era un funcionario del departamento de estado, ese dato yo no lo sabía… Primero pienso en los desafíos con el ambiente, Alicia Castro lo desarrolla muy bien en la entrevista. América Latina en eso aparece como una vanguardia contra el neoliberalismo y los desafíos que representan combatir esta desigualdad atroz que trajo el capitalismo. Las utopías, las esperanzas y las luchas tenemos que pensarlas y reforzar la unión de la región, como fue en los primeros 10 años del siglo XXI, reflotar la CELAC y la UNASUR. El triunfo de Boric y la derrota de Kast son muy importantes, la movilización del pueblo chileno y del pueblo colombiano y si gana Petro sería muy importante también, por algo a Colombia la llaman la Israel de América Latina, es el socio estratégico para EEUU. Pudimos hacer una experiencia positiva, más allá de los errores, a principios del siglo XXI y ese es el camino para crear un sistema propio, particular de América latina y que derrote al neoliberalismo. Estemos viviendo un proceso de transición hegemónica, el liderazgo de EEUU está en su ocaso y eso nos presenta una doble situación: por un lado el peligro por estar en el mismo continente y ser su plataforma a mano para accionar, nos van a tener muchos más vigilados, pero otro lado la declinación de ese liderazgo nos permite pensar que ya estamos en una transición, vamos hacia otro mundo, otro sistema que todavía no nos damos cuenta cual es, nos faltan señales para describirlo pero sin duda ya está  en marcha.