La crisis climática mundial impacta cada vez más la vida cotidiana suiza, la política partidaria e institucional y la reflexión crítica de ciudadanas y ciudadanos.
Las reivindicaciones sociales y ambientales resurgen en iniciativas y comienzan a recuperar centralidad en la agenda pública. La necesidad de un cambio urgente que reduzca la contaminación y el riesgo de volver, pasada la pandemia y los temores a rebrotes, a la verdadera a-normalidad: la anterior al coronavirus.
El movimiento ambientalista ocupó las sedes suizas de las transnacionales de la alimentación que, denuncian, “destruyen el planeta”. Cargill, en la mira.
La ruptura de la represa de Brumadinho, que produjo un centenar de muertos y 259 desaparecidos, generó repudio hacia la firma, calificada como “la más irresponsable del planeta”. De origen brasilero, Vale tiene su sede internacional en el cantón de Vaud, donde gozó de exenciones impositivas por una década.