YATAITY-CORÁ: La entrevista de paz

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YATAITY-CORÁ: La entrevista de paz

27 Enero 2012

La histórica conferencia que se realizó por iniciativa de F. S. L., tuvo  lugar el 12 de septiembre de 1866, en Yataity Corá. Encontrado los dos presidentes y después de un cambio de cortesías, el primer mandatario paraguayo expresó:

- General: mi presencia aquí está explicada por los acontecimientos y por los deberes que su posición impone a los hombres que dirigen la suerte de los pueblos y que son responsables de sus desventuras. Yo he hecho la guerra al Brasil, porque he creído que aquella nación no se detendría en el dominio del Estado Oriental y que nos amenazaba a los dos. Yo tenía y tengo la más alta estima por el pueblo argentino y acaso si hubiera tenido mayor contacto con la persona al frente de su gobierno, muchas dificultades y muchas desgracias se hubiesen evitado; pero no ha sido así, y yo he hecho la guerra al gobierno argentino porque lo consideraba ligado al brasileño en la cuestión oriental. Hoy creo que la sangre derramada es bastante para lavar las ofensas con que cada uno de los beligerantes se creyese agraviado y considero que puede hacerse que esta terrible guerra tenga un fin, estipulando las condiciones de una paz sólida, duradera, honrosa para todos.

Mitre le replicó así:
- Sr. Presidente: como hombre de principios y como gobernante de un pueblo ilustrado, mis votos y mi esfuerzo estarán siempre del lado de una paz honrosa que pueda dar los resultados que nos vemos obligados a buscar apelando al recurso extremo de las armas en defensa de nuestro derecho. ¿Pero cree V. E. que puede ofrecer esos resultados a la alianza, en las condiciones en que nos hallamos? Yo, como representante de ella, en este lugar, no podría ofrecer a V. E., como es de mi deber, otras condiciones que las que estipula el tratado con que para su defensa se han ligado los pueblos aliados; y esto mismo tendría que ser resuelto por los gobiernos respectivos. ¿Creería aún así V. E. que es posible salir del terreno actual de la lucha armada?

- General : las condiciones del tratado de alianza son inaceptables para mí; pero no es creíble que ellas sean las únicas. Si lo fuesen las resistiré con la mayor energía hasta el último de mis atrincheramientos. Esas condiciones, estimado general Mitre, no pueden ser motivo de un tratado de paz. Son imposiciones calculadas, como es natural, para el caso en que me fuese contraria la suerte de las armas. Pero, para esto no es necesario mi consentimiento, como lo sería para un tratado de paz. V. E. comprenderá que ese tratado me pone en caso de rendido; y si he de serlo quiero que sea en el campo de batalla. Sin eso no podría dar mi asentimiento a las estipulaciones sobre límites ni menos a las condiciones que, respecto de mi persona, establece el tratado de alianza. Yo creo que V. E. en mi lugar no se daría por vencido.

- Debo observar a V. E. que yo no he hecho más que manifestar una dificultad que V. E. acaba de corroborar con sus palabras. Yo no debo salir de un terreno a que V. E. no quiere y tal vez no puede entrar. Debemos creer pues, que la paz en la actualidad es imposible y [en] este sentido proceder (yo lo haré por mi parte) con la mayor decisión en las operaciones de guerra.

- ¿Por qué es imposible, general? Yo me siento animado de los mejores sentimientos. Si V. E. pone su buena voluntad y su justa influencia, puede aún arribarse a una paz honrosa. Yo estoy pronto a discutir en un tratado todos los puntos que pueden ser materia de dificultades, incluso la cuestión de límites.

- V. E. comprende que yo no puedo darle contestación alguna sobre este punto. Son los gobiernos los que deben resolverlo, si bien yo, por deber de humanidad y patriotismo, haré lo repito, todo esfuerzo en obsequio de una paz honrosa.

- No lo dudo, General. Sé que los sentimientos de V. E., responderán a sus demás elevadas calidades, que he tenido motivo de reconocer lealmente, aunque se empleasen en mi daño. Por eso es que, si como paraguayo deploro el éxito de las armas de V. E. frente a Uruguayana, como general debo felicitarle por la habilidad que supo desplegar en aquel golpe estratégico que hicieron completa la inhabilidad y cobardía de los generales a quienes yo había confiado la columna expedicionaria del Uruguay.

Posteriormente, los dos presidentes se obsequiaron sus látigos, y se labró el siguiente protocolo que F. S. L. dictó a su secretario.

“S. E. el Sr. Mariscal López, Presidente de la República del Paraguay en su entrevista del 12 de Setiembre invitó a S. E. el Presidente de la República Argentina, General en Jefe del Ejército Aliado, a procurar medios conciliatorios e igualmente honrosos para todos los beligerantes, a fin de ver si la sangre hasta aquí derramada no puede considerarse suficiente para lavar sus mutuos agravios, poniendo término a la guerra más sangrienta de Sud América, por medio de satisfacciones mutuas e igualmente honrosas y equitativas, que garantan un estado permanente de paz y sincera amistad entre los beligerantes.”

El General Mitre, limitándose a oír, respondió que se refería a su gobierno y a la decisión de los aliados, según sus compromisos.”