Santa Fe: Moreno impidió que despidan 84 trabajadores

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Santa Fe: Moreno impidió que despidan 84 trabajadores

08 Septiembre 2011

Cuando faltaban menos de dos meses para que la firma Molinos Río de la Plata cumpliera su promesa de cerrar el molino y en el acto dejar sin trabajo a 84 personas, llegó la buena nueva.

Moreno les informó a los empleados que la empresa del grupo Pérez Companc aceptó vender (algo que se negaba a evaluar) y que el gobierno nacional pondrá a disposición de diez productores de San Javier un crédito para adquirir el molino y asesoramiento comercial para ponerlo en marcha, informó el diario Tiempo Argentino este miércoles.

“Tenemos asegurada la continuidad laboral. Eso es mucho. Molinos no puede cerrar la planta hasta que no se resuelva el asunto. Y los productores de San Javier tienen un crédito del gobierno. La sensación es muy buena”, explicó, Rolando Tour, de 51 años, delegado de los trabajadores del molino, con 30 años de antigüedad en la planta.

En apenas 15 días, las gestiones infructuosas de un pueblo por no perder a su principal industria mutaron a la misma velocidad, con el mismo giro de 180 grados, que las gestiones oficiales.

Los empleados del molino habían chocado, antes, con la negativa de la empresa y con el escaso margen de maniobra o de decisión política del gobierno provincial. Desde entonces, los hechos se sucedieron: la preocupación de Juan Carlos Mazón llegó al despacho más importante de la Casa Rosada y la presidenta Cristina Fernández le ordenó a Guillermo Moreno que encuentre una manera de dar vuelta lo que parecía un destino irremediable.

Este martes, a las nueve de la mañana, el secretario de Comercio se reunió en su despacho con diez productores arroceros de San Javier interesados en comprar el molino, delegados de los trabajadores a punto de perder sus salarios y con el senador provincial José Ramón Baucero. El encuentro se extendió por más de una hora. Y, cuando acabó, los santafesinos salieron a la vereda de Diagonal Sur con otro ánimo.

“Llegamos con muchas dudas y nos volvimos con muchas expectativas. El gobierno prometió facilitar financiación y asesoramiento para que podamos trabajar”, sintetizó Rubén Favot, de 39 años, uno de los diez productores medianos de San Javier (el departamento donde está enclavada la pequeña localidad de Romang) que se organizaron para formar una cooperativa o una sociedad que consiga salvar al molino, preserve las fuentes de trabajo y no le quite competitividad a los productores arroceros de la zona.

La propuesta de Moreno fue apelar a los créditos productivos de los Fondos del Bicentenario. A cambio, le pidió a los ruralistas que establezcan una ingeniería para garantizar con sus bienes los fondos que les prestará el Estado.

De todos modos, la suma de la operación con Molinos Río de la Plata es todavía incierta. La negociación parte de los U$S 10 millones en los que está asegurada la planta, con una capacidad de acopio de 60 mil toneladas de arroz, pero el precio final será auditado por la Secretaría de Comercio.

El arroz se cosecha húmedo, luego hay que secarlo, almacenarlo, sacarle la cáscara, pulirlo y empaquetarlo. El molino le haría dar un gran salto productivo a los productores de la zona.

“Moreno nos prometió que si el producto es de calidad y tiene buen packaging nos van a dar una mano para la comercialización”, explicó Favot.

El grupo de productores que pretende quedarse con el Molino planea no sólo colocar su producción en el molino sino también la de otros pequeños productores de la zona. También guardan la esperanza de poder ayudar a otros chacareros que quedaron fuera del sistema durante los años noventa.

“El molino no va a cerrar el 30 de octubre, sigue abierto, trabajando, hasta que se consolide este proyecto de una cooperativa de productores, o una sociedad. Moreno contó que la empresa se comprometió a venderlo. Ahora se discute el precio. Moreno está convencido de que el proyecto va a funcionar, que es un buen momento para los alimentos”, añadió el senador Baucero.

De hecho, las razones de la compañía para cerrar eran otras: una reingeniería para unificar sus molinos en otra ciudad y la traba para que alguien produzca un arroz distinto al de su marca: Gallo. La noticia de la reunión corrió rápido en Romang. Juan Carlos Crudeli, de la Juventud Peronista local, por caso, se entusiasmó. “Estamos viendo para festejar, ya. La planta no cierra. El pueblo está contento. En estas horas, algunos que se fueron de Romang me dijeron que si el molino seguía pensaban en volver. Para nosotros, como grupo de jóvenes, esa es nuestra preocupación: el trabajo y que, en Romang, todos se van”, dijo.

(Agencia Paco Urondo, en Redacción Rosario)