Unidades básicas

Unidades básicas

07 Febrero 2014

Por Victoria Palacios

A diferencia de los análisis disciplinarios que toman a las unidades básicas como instituciones fosilizadas del peronismo, Roberto Baschetti, a través de la construcción de una narrativa que se sostiene a partir de distintos relatos de militantes, describe la importancia de lo afectivo y el conocimiento del otro en la formación de unidades militantes. Para esto recurre en "De la guerra gaucha a la resistencia peronista (2010)" al testimonio de César Marcos, uno de los primeros militantes de la resistencia durante el golpe del '55:

“Allí siempre había una cocina amiga donde tomar unos mates y un sitio seguro donde poder aguantarse si era necesario. ¡Las cocinas que hemos conocido! Para aquellos años los trabajadores ya tenían su casita y su cocina hospitalaria, abrigada en invierno y fresca en verano. Cocinas alegres, limpitas, con su heladera en un rincón, la mesa con el hule, las sillas acogedoras. Y el mate o una cervecita helada y, a veces en ese entonces, claro, la carne para el asadito en el fondo. No se hacer poemas –aclara Marcos- pero sugiero ese pequeño homenaje que todavía no se ha rendido a las cocinas humildes de nuestras barriadas, que fueron verdaderos fortines del Movimiento Peronista. Allí se realizaban las reuniones, con los compañeros barriales, se distribuía la propaganda, se establecían enlaces, se programaban las pintadas, se planeaba la acción. Allí nos reuníamos, en el ámbito mimético de las cocinas, donde todos son iguales y se confunden, donde nadie llama la atención, como en una gran familia”.

La igualdad que implicaba ser parte de la clase trabajadora, no significaba la abolición de las diferencias, sino que las discusiones constituían el punto de partida de la planificación y la práctica política. Cuestión que Baschetti recuerda como central en la organización:

“Quien tenía clara la importancia de las unidades básicas era el propio Perón. Las consideraba la manera más práctica y eficiente de organizar a las masas. Para octubre de 1971, cuando en el horizonte político se vislumbraba algún tipo de normalización institucional a través de elecciones y era entonces imprescindible la afiliación masiva al peronismo, el líder justicialista envió un mensaje a sus seguidores, del cual recupero: 'Que cada peronista haga su Unidad Básica, que se llenen fichas sobre una caja de cartón, o una lata de kerosene, no importa como, lo importante es que se llenen y que se acepten'”.

El énfasis puesto en la Unidad Básica como núcleo motor del peronismo permite recuperar la voz de los trabajadores, no desde una mirada unilateral  y exógena (europeizante) sino desde su protagonismo en la constitución de una fuerza anticolonial por expresar las necesidades y tensiones sociales. La Unidad Básica siempre estuvo en legalidad, en semilegalidad o clandestina.  A partir de este anclaje territorial, el peronismo deja de ser  verticalista para expresar a los distintos grupos sociales. En todos los barrios, en cualquier casa, generalmente en forma bastante precaria, se conformaron y se conforman Unidades Básicas cuando las viejas se transforman en oficinas o instituciones más o menos establecidas. Por esto Baschetti, retoma la representación de la cocina, del espacio íntimo y familiar en el armado de las primeras Unidades Básicas de la resistencia peronista. A diferencia de la visión que las piensa como centro de negociación del clientelismo político, siguen funcionando como el corazón mismo del entramado político real.