Poesía, tango y Río de la Plata

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Poesía, tango y Río de la Plata

04 Marzo 2017

Por Daniel Quintero

Rosana Malaneski era por 2011 la presidenta de la Casa de Escritores del Uruguay.

Una tarde de lluvia, fue en septiembre, conocí a Miguel Olivera. En lo rápido y breve ya estábamos hablando de poesía, tango y este Río de la Plata.

Miguel llevaba un perramus gris, no recuerdo la lluvia pero será de lluvia nomás esa tarde ¿Quién saldría a la calle con 3 o 4 poemas para cubrirse de tanta ciudad?

El Flaco Olivera estaba sentado cuando entré a la Sede de la Casa en el Mercado de La Abundancia, propio ahí en Montevideo. Esa ciudad siempre me esperaba con lo mejor de su ternura, dispuesta, azucarada, con ese ritmo al que no renunciaba por más carnaval que se le haya ido.

Desde ahí todo fue poesía. Una tarde llegué a su casa en Solymar convocado por los “Poetas Acostados” que organizaban una lectura. Su casa es un corazón propio que late fuera de su cuerpo, tiene su sangre, su poesía, pero también su destino; es probable -él lo sabe- que un día la casa se levante desde sus cimientos, arranque toda la ternura de la arena y salga corriendo hacia la costa para fundar allí su castillo. No en vano cuando se ingresa a la casa un cartel reza: VIVE COMO QUIERAS, tiene un impacto, un perdigón que hizo saltar el enlozado. Pero eso es otra historia.

Miguel vivió en poesía, atravesado por la ternura y las causas de América. Heredó de muchos poetas esas palabras con que sabe nombrar la esperanza o alzarse en letras cuando se agota de tanto bastardeo que sufre el lenguaje ¿O la vida?

En su poesía se puede encontrar gran parte de la historia rioplatense: rebelión, amores, cartas de Libertad, Punta Carretas, fugas, berretines, poemas sobrevivientes escritos en la ceda de armar tabaco cuando estuvo en “Canadá”.

Cuenta Miguel que seguramente los muros del hoy shopping de Punta Carretas deben tener entre sus ladrillos poemas embutidos que habría que ir a rescatar raspando revoque y heridas del viejo penal.

Después seguimos de otras visitas a Uruguay, Encuentro en Fray Bentos, lecturas en Montevideo.

De su llegada a Buenos Aires en 2016, celebramos mucho. Anduvo todo tango y cigarrillo dando poemas para que en cada milonga sonara el bandoneón de sus versos, su violín endiablado por el arco de sus ganas orientales.

ESTUARIO

a Miguel Olivera

Agua que nos unía
¿nos separaba?
ahora se rio de nosotros
la misma correntada
se lleva la lucha
lo que pudo ser gloria
o jurar con ella
a morir
para qué a tanto mar
van por cardumen
los que no saben pescar
y cantan
ahora es el naufragio
tal vez
tengamos comida
con qué alimentar a todo el mundo
o historia
a la que gritarle
tanto amor a la cara
tal vez Patria, osamenta
tal vez tengamos deudas
y que heroicos sabremos cumplir
¿Sabremos cumplir?

Miguel Olivera siempre está en frente de un poema, lo tiene en la mano, lo acaricia.

Lo llaman “El Cristo”, nombre de guerra. De ternura y poesía, mejor dicho cada vez que se lo escucha terminar sus lecturas de puño en alto gritando: ¡Viva la poesía!