Nicolás Igarzábal: “Toda persona que vio a Catupecu Machu nunca se olvidó, hasta aquel que no le gustó”

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    Retrato a Nicolas Igarzabal
    Foto: Juli Ortiz
APU ENTREVISTAS

Nicolás Igarzábal: “Toda persona que vio a Catupecu Machu nunca se olvidó, hasta aquel que no le gustó”

17 Diciembre 2023

Nicolás Igarzábal es docente, periodista, corrector y prolífico escritor quien, en diálogo con AGENCIA PACO URONDO, conversó de su nuevo libro Catupecu Machu a kilómetros de hoy, editado por Gourmet este año en formato físico, escrito desde la mirada del fan y que ronda Cuentos Decapitados, LP fundamental en la obra del grupo.

Agencia Paco Urondo: Venís sacando varios libros de rock y este nuevo hace eje en un disco que ha sido bisagra en el rock argentino, como es Cuentos Decapitados.

Nicolás Igarzábal: Es una racha de tres años seguidos, tres libros. Éste, de Catupecu, de alguna forma continúa el de Los Brujos, que era sobre los ´90, el rock alternativo o sónico, como se le decía. Catupecu casi que ya llega para el final de esa etapa, estaba el festival Nuevo Rock Argentino y ellos tocan en la última edición. Recién empezaban, tenían un demo y el disco Dale! (1997), completamente alternativo.

Después, ya aparece Cuentos decapitados (2000), un disco más cancionero, un poco más moderno, no tan 90, sino más mirando a futuro. Es un poco más experimental y es el salto del cambio de milenio. El libro está encarado desde un Nicolás adolescente que los va a ver y queda alucinado con ellos en el año 2000. De tal forma que en el 2023 todavía sigue muy alucinado con Catupecu, sus discos, sus cambios formaciones, su historia.

APU: ¿Recordás qué te impactó al verlos? Porque la banda y vos eran jóvenes.

N.I.: Nací en el 85, así que en el 2000 tenía 15 años. Era uno de mis primeros recitales de mi vida, fue en Cemento. Fui a comprar la entrada a Locuras, salía 10, 12 pesos y recién había sacado Cuentos decapitados. No era la presentación oficial, pero hacía poco que estaba en la calle. Todavía tengo la entrada. Me acuerdo de ir con amigos, eran los primeros pogos, las primeras cervezas. Justo con Catupecu, una banda tan enérgica, tan poderosa en vivo, para esa edad que tenés energía para hacer pogo y saltar a 80 centímetros del piso como pedía la consigna de la canción. Catupecu me marcó porque era una banda media rara, que no se parece a ninguna otra. No venía de la escena del rock and roll, el punk o el reggae, tenía sus propios códigos, estaba por fuera de todas. Tenía un poquito de cada una, pero no era que estaba Catupecu y otras, era como un bicho raro. Raro en el sentido de distinta, creo que fue evolucionando y haciendo un caminito de madurez muy interesante.

APU: Pensaba las letras y en el fragmento de la canción que elegiste para titular tu trabajo, "Cosas sin nombre a kilómetros de hoy" ¿Hay una profundidad existencial, una cosa futurista en este disco?

N.I.: Los primeros discos son más sanguíneos. Onomatopeyas, gritos, la cosa más salvaje. A partir de Cuentos decapitados, además de canciones pops, radiales, FM y cadenas de televisión, se vuelven más profundas y ese tema en particular, “Entero a pedazos”, me parece muy Catupecu. Como diciendo hay que seguir. Siendo adolescente, que alguien te diga golpeado, lo que sea, pero vos tenés que seguir, meterle para adelante, me inspiró.

Eso se reflejaba en vivo, también, era una banda que iba para adelante, con fuerza, siempre evolucionando, cambiando, desorientando a la prensa, a los fans, siempre muy mutante, en transformación, hasta al día de hoy. Ahora son un cuarteto con dos baterías, por ejemplo. Traté de reflejar en el libro eso. Catupecu siempre fue tan futurista que no pierde vigencia, se adelantó bastante en el sonido, el grabar con computadora, grabar todo digital. No es una banda que envejeció mal, siempre hizo ruido, llama la atención hasta de la gente que no le gusta.

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APU: Yendo al origen de Cuentos Decapitados ¿Es un trabajo que está en contexto porque en el 2001 volaba todo por el aire?

N.I.: En un país bastante quebrado como el del 2000, 2001, Catupecu le inyecta mucha energía, por lo menos dentro de la cultura del arte. Hay muchas entrevistas que están en el libro donde les preguntan cómo se siente que te vaya bien cuando está todo mal. De hecho, presentan el disco en diciembre del 2001. Ellos cuentan que cuando están editando el DVD se escuchan cacerolazos, quilombo en las calles, está muy atravesado por esa coyuntura. Igual, Catupecu no es una banda política, no es Las manos de Filippi, en ese sentido, pero sí, siempre estuvieron muy anclados a la Argentina, una banda de Villa Luro, de barrio, muy ligada a la raíz.

APU: Y es un disco que le da la bienvenida al nuevo milenio, tiene la particularidad de estar grabado con toda la tecnología de avanzada que existía en ese momento.

N.I.: Que era Pro Tools. Los cargaban porque querían grabar digital y la gente les decía que tenían que grabar con cable, analógico. Se adelantaron, hoy se graba todo así. Aún si querés grabar en un estudio y sonar bastante retro, vintage, como sanguíneo, lo hacés en estudio chiquito y con computadoras. Gabriel Ruiz Díaz fue el cerebro de Catupecu en esa parte técnica.

APU: En tu libro hay crónicas, entrevistas, memorias, entradas, flyers ¿Cuánto tiempo te llevó armar todo eso y cómo lo fuiste organizando?

N.I.: Tengo material propio. Ya en el libro de Cemento puse un capítulo sobre ellos porque ahí se grabó A morir (1998); y en el otro de Estudios Panda, también, porque Cuentos decapitados se grabó ahí. Siempre estuvieron en mi radar periodístico, de archivo, más allá del fan. Acá lo que hice diferente fue juntarme con Quique Ibarra, que es el diseñador de todas las tapas de ellos, de los flyers, los volantes (una especie de Rocambole de Catupecu). Tenía cajas y cajas, me volví loco. Tenía en la computadora, digitalizadas, muchas cosas de la muestra que sacó Catupecu, o el documental, o el libro de fotos. Tenía mucho material, fue de las pocas veces que me pasó el no saber qué hacer con tanto. Catupecu es una banda muy visual. Entrevisté a los directores de los videoclips, también, es una banda que le daba mucha bola a la imagen, como se la dio Soda Stereo en los ´90. Los looks, las ropas, los peinados. El libro tenía que reflejar eso, un buen soporte visual.

APU: Te quería preguntar por esa tapa muy flower power, de colores estridentes (una marca distintiva de editorial Gourmet), ellos tres y atrás algo que se está moviendo, que se cae.

N.I.: Quería que en la tapa estuvieran ellos tres, juntos, abrazados, como la formación clásica de Catupecu, por lo menos en su etapa dorada. Después, fue una especie de fondo de fin del mundo, más apocalíptico, o jodiendo con lo de saltar sin el suelo. También, adentro, tiene un par de ilustraciones. Un llavero que te regalaban con el show de Cemento, todavía lo tengo, de acero con el loguito de ellos. Hay una imagen de ellos saltando en el aire como el vídeo de “Quiero que pises sin el suelo”, que captura mucho el espíritu de ellos.

APU: Hay como otra presencia de la banda en la construcción de tu trabajo: el prólogo de Abril Sosa, el epílogo que está a cargo de Fernando ¿Cómo maduró esa propuesta para que ellos abran y cierren el libro?

N.I.: El libro está contado por un fan, por eso sentía que me tenían que avalar o dar la bienvenida. Por eso Abril escribe el prólogo. Lo de Fernando es una especie de devolución que me hace cuando lee los borradores y me da su mirada. Me pareció lindo y le pedí permiso para incluirlo. Creo que sentía eso, mis libros son más de periodista o de investigador; junto data, hago antologías de discos, de shows, de épocas, pero acá era un fan que cuenta sus peripecias yendo a ver a Catupecu a diferentes lados y me parecía que faltaba la voz de ellos. Le da cierta entidad, cierta cosa oficial para los fans.

“Me costaba cerrar el libro porque la banda está muy presente”.

APU: ¿Te fue fácil la convivencia entre el escritor/periodista y el fan?

N.I.: Me costó mucho escribir en primera persona. Tengo cuatro o cinco libros encarados muy del lugar del investigador, que analiza las cosas, que juntó el material. Al principio fue medio tímido; después busqué un hilo, una cohesión para que no sea solamente recuerdos de fan. Que esté presente mi voz en la del relator. Me costó mucho y traté siempre, además de que los protagonistas sean ellos, ser una especie de fan genérico para que otros se sientan representados. La primera persona, para una banda como Catupecu, lo ameritaba. Sacarme, un poco, la mochila.

APU: ¿Cuánto tiempo pasó desde que lo pensaste hasta que tuviste el libro en tus manos?

N.I.: Lo escribí en el 2019, salió en pandemia en una versión ebook, en 2020. Desde ahí hasta el 2023 lo fui actualizando, sumándole piezas, entrevistas. En el medio, la banda volvió y tenía que contarlo. Me costaba cerrar el libro porque la banda está muy presente. Cerré con Catupecu tocando en Obras, diciendo que están por cumplir 30 años y que hay banda para rato, lo cual es cierto. Están grabando el nuevo disco, dicen que van a sacar nuevos temas, así que estoy expectante con eso y no siento que sea pura nostalgia, sino una banda con presente y futuro.

APU: Has hablado con ellos de muchas cosas ¿Cuál es la significancia que le dan a Cuentos decapitados, los propios Catupecu?

N.I.: Lo tienen muy presente. Cuando estaba haciendo el libro de Estudios Panda los entrevisté y hablamos del disco tema por tema, cómo técnicamente lo hicieron. Es un disco que los marcó mucho, fue un quiebre. Lo piensan como una especie de trilogía medio Star Wars, Cuentos decapitados (2000) como el gran disco; después, en 2002, Cuadro dentro de cuadros, que es como el disco más experimental, sin bajo; y cierran con El número imperfecto (2004). Esa trilogía está muy presente. En los shows de hoy en día, la mayoría de los temas son de ahí. Después tenés la trilogía ya sin Gabriel, después de su accidente.

APU: ¿Cómo ha sido abordar el tema Gaby Ruiz Díaz? El accidente, todos esos años que estuvo grave hasta que, finalmente, falleció.

N.I.: Me alivió o me alivia que Fernando siempre lo tiene presente. Lo nombra en las entrevistas, en los shows, no es un tema tabú. Él comparte su dolor y toda su sanación, los recuerdos lindos. Sentía que se podía hablar de eso, sabiendo lo duro que es perder un hermano. También como fan que lo vio en el escenario y nunca más vio un bajista como él. Siempre me pareció alucinante, así que cuando escribía, sabía que lo hacía con contemplación a un héroe de las cuatro cuerdas. Además, el libro está tan encaramado en Cuentos decapitados que hay poco del postGabi. Él está muy presente, busqué entrevistas de todos los años, me compré hasta la revista Users, que es de computación, porque estaba Gabriel contando la placa de sonido que tenía y que se había comprado una Mac. Justo aparecía el MP3 y se hablaba si iba a destruir la industria. Al final del libro, Fernando cuenta que, cuando muere su hermano, siente que lo unió con Abril, que se volvieron a juntar después de eso, siente algo espiritual

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Tapa Catupecu Machu

APU: La cuestión espiritual, energética, está muy presente en la obra y en la vida de los Catupecu.

N.I.: Fernando dice “un alma en dos cuerpos”. Imagínate que te quedas sin la otra parte. Pero siempre estuvo presente. El bajista que está ahora, Charly Noguera, hay temas que toca con el bajo de Gabriel. Hay un fanático que siempre tiene un cartelito que dice “Gaby”, los fans cantan por él, es parte de la mística de Catupecu y yo lo traté de meter en el libro, con esa emoción. Todos los fans que lo vimos y los que no lo vieron, también, saben de la importancia de Gabriel Ruiz Díaz en la historia de la banda.

APU: En un tiempo, fue Zeta Bossio quien lo reemplazó en el bajo, con la importancia que le aporta que ser un exSoda.

N.I.: Fernando siempre cuenta una imagen que tuvo una vez que fue a la clínica a ver a su hermano. De un lado estaba Zeta dándole la mano a Gabriel y del otro estaba Diego Arnedo, y que pensaba “un Sumo y un Soda Stereo”, como los dos acompañando en ese momento, uno de cada lado. Catupecu, para mí, tiene algo de Soda, en el sentido que es una banda internacional con sonido muy de megashow, con puestas en escena y demás. Y también de Sumo por lo sanguíneo, por lo salvaje. Fernando es muy fanático de los dos. Que haya estado Zeta (ya había grabado un tema con ellos) cierra un poco ese círculo. Hay una búsqueda, ahí, de ese Catupecu entre hitero y experimental.

APU: Ya soltaste el libro ¿Le vas siguiendo el rastro a nivel de críticas, comentarios?

N.I.: No lo soltás nunca, a los libros. El de Cemento lo saqué hace 8 años y sigue apareciendo alguien me escribe, me manda una entrada de algo; con el de Los brujos, también. Siempre alguien te escribe, te pregunta, te suma data. Ayer me escribió uno que lo estaba leyendo en el tren Sarmiento, justamente, que va para Villa Luro. Me escribió gente de Uruguay, de La Pampa. Toda persona que vio una vez a Catupecu nunca se lo olvidó, hasta aquel que no le gustó. Eran dos tipos gritando todo el tiempo con un baterista chiquitito y que tocaba refuerte, una imagen media inolvidable. El tema “Dale!” es tan poguero como “Jijiji”, de los Redondos, “Hablando de la libertad”, de La Renga o “Cielito lindo”, de Divididos.

APU: Teniendo en cuenta sus tropiezos iniciales con la pandemia ¿Lo has podido presentar, tenés ganas de seguir mostrándolo?

N.I.: Todavía no. Me gustaría hacer una presentación linda, estoy viendo si podemos armar algo, una charla con Fernando y con Abril donde puedan venir los fans, que hablemos de Cuentos decapitados. Estamos viendo, ahora tienen como muchos Vorterix y después se van a Europa, pero sería un bautismo lindo para el libro.