Miguel Zavaleta (Suéter): “Hay gente que fabrica hits y muy bien, lo que no se puede fabricar es el arte”

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APU ENTREVISTAS

Miguel Zavaleta (Suéter): “Hay gente que fabrica hits y muy bien, lo que no se puede fabricar es el arte”

09 Abril 2024

El cantante, músico, compositor de Suéter, Miguel Zavaleta, conversó con AGENCIA PACO URONDO sobre su prestigiosa carrera, sobre el pasado y el presente del rock y sus preferencias musicales.

Agencia Paco Urondo: Estuviste hace poquito arriba de un escenario con Pipo Cipolatti, Beno Gelber y una banda que se armó en los festejos por Paladium, ese documental de reciente aparición.

Miguel Zavaleta: Montón de gente, estuvo muy divertido. Yo no entendía muy bien que iba a ser un show, pensé que nos iban a filmar y de pronto me encontré que había como tres mil personas.

APU: Sos un músico criado en los 70, pero formado en los 80, y quería preguntarte primero por esa experiencia increíble que fue el Ring Club, donde empezás a cobrar notoriedad.

M.Z.: El Ring Club fue una parte genial. En realidad, es propiedad de Daniel Melingo, que lo hace desde el año 80, quizás antes. Yo soy amigo de él desde el 76, así que estoy casi seguro que estuve desde los primeros ring clubs. Eran muy caóticos porque con Daniel estábamos muy metidos en el estudio de la música y nos hicimos como fanáticos en serio. Íbamos a ver conciertos y estábamos todo el tiempo conociendo violinistas, violonchelistas jóvenes; Daniel nos iba juntando a todos y hacía, de pronto, unas presentaciones en vivo que por instantes salían bien y generalmente era un desastre.

Tanto que la tercera ya no quise participar y fui como público. Me llamaban desde el escenario y yo me escondía. En un momento dado, era tal la confusión que no se sabía muy bien lo que estaban tocando y empezaron a desertar del escenario. Al final, quedó solo el baterista hasta que se fue. Hubieron otros así hasta que en un momento dado se organizó bien, con Viviana Tellas en la parte actoral y con Cachorro (López), Miguel Abuelo, yo y el resto en la parte musical. Había canciones de todos. Era una risa, fue como el Serú Girán del underground.

APU: Mencionaste a Vivi Tellas, recordé a los Redondos y pienso que ese cruce de lo musical con lo performático y lo teatral era un producto de la época, de esos primeros 80.

M.Z.: Nuestra generación estaba muy ligada a todo lo que veíamos que nuestros maestros hacían afuera. Siempre tuve mis shows desde los 4 años, pero era de folcklore: bagüalas, malambos. Con el tiempo, empecé a escuchar rock y me encantó. El momento culminante fue el rock sinfónico donde mi cerebro y mi corazón explotaron. Me dije “yo tengo que hacer esto”. Soy de esa generación con las patas en Woodstock, donde compartir, divertirnos y vivir la vida linda y colorida era la meta que teníamos. De hecho, no sabía que una de las metas que teníamos como generación era desnudarnos. Era ridículo.

APU: Hablabas del rock progresivo ¿Cuánto de eso te sedujo? Lo que me hace pensar en Bubu, banda en que si bien no tuviste participación muy directa, apareciste andando en bicicleta en el escenario.

M.Z.: Desarrollé muslos en Bubu, no mi capacidad musical. Ya estaba hecha toda la música, que era muy buena y era un grupo de trabajo muy lindo, colorido, muy talentoso. Ahora se editó en Japón y Norteamérica. Pasaron 40 años, pero al fin es un tanto reconocida. Llegué y sólo tenía que cantar unas partecitas, era bastante aburrido para mí. Entonces, le sumé alguna pavada, una de ellas era entrar en bicicleta y cantar un rock and roll. Empecé a hacer más personajes porque si no me aburría. Bubu fue una época muy linda.

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APU: Grandes músicos, además, como el gordo Eduardo Rogatti, nuestro Robert Fripp.

M.Z.: A los 18 años ya sonaba como Robert Fripp. Yo decía “este gordo cretino ¡Cómo toca, qué maestro!”. Estará siempre en mi recuerdo: como persona, como guitarrista. No sé cómo son los demás gremios, aunque cuando estuve de refilón en otros salí como medio asustado, diciendo “dios mío, la humanidad”. Pero en el gremio de los músicos, especialmente los de mi generación, es lo que cualquiera hubiera querido tener a su alrededor. Por supuesto que en un número de 40, 50 personas, es imposible que todos sean impecables, pero básicamente es un equipo muy lindo de gente. Priva el entendimiento y las ganas de pasarla bien. Eso, para mí, son los 80.

APU: Siempre se dijo que los 80 se caracterizaban porque, mas allá de las supuestas rivalidades, todos tocaban y se llevaban bien.

M.Z.: Sí, había músicos muy completos. De cualquier manera, quizás los más completos no estaban en el rock. Los más virtuosos estaban en la fusión, en el jazz, pero los compositores estaban en el rock y era gente que espiaba mucho otros tipos de música. Con Daniel y un par de amigos más somos muy “escuchadores” de música brasilera. El rock era nuestra música, pero también nos gusta tocar otras cosas. Quizás no tengamos tanta facilidad, pero la música es sensacional.

APU: Tengo dos de los tres discos de Suéter, Lluvia de gallinas y 20 caras bonitas

M.Z.: ¿Y la gallinita te llegó? Porque Lluvia de gallinas venía con una de unos 15 centímetros o más, hecha de goma. Creo que era lo más lindo del disco.

APU: ¿Cómo entra a rodar Suéter, cómo aparece en tu vida?

M.Z.: A mí me había quedado la relación con Daniel Grinbank, de la época de Bubu, y el hombre me tenía algo de fe, por suerte. Cuando le presenté el proyecto, ahí nomás me grabó un demo y salimos para adelante. Era otra época, donde no había redes sociales, había productores musicales. Todavía los productores creían que era necesario el talento para ser famoso y tenían como buscadores de talento, no importaba si empezabas a tocar y no te oía nadie, no necesitabas tener de público a la hinchada de Huracán.

Ahí nomás, los artistas con talento tenían la posibilidad de llegar a un disco si los escuchaba el productor correspondiente. Si tenías más suerte, la oportunidad de tener publicidad, que es la llave de todo. Yo tuve la suerte de tenerlo a Grinbank que produjo nuestro primer disco. La publicidad no fue algo que volara cerebros, pero nos puso en sociedad. Así era en aquel momento, por eso admiro tanto a los pibes que se destacan hoy en día porque no sé cómo hacen. No los comprendo, pero los admiro.

APU: Hay un momento en donde Suéter toca con Charly y vos mandas al diablo a 25.000 personas; mirándolo con el paso del tiempo ¿Sentís que lo podrías haber manejado de otra manera? Porque es ahí que se empieza a dispersar, un poco, todo.

M.Z.: Me arrepentí al instante, no necesité el tiempo para hacerlo. Para mí fue un máster de errores. Lástima que no fue uno delante de 25 personas sino delante de 25.000. De cualquier manera, las cosas en este mundo (especialmente en el del espectáculo) los límites son tan borrosos, que lo que para mí es un error, para algunos fue un acto de valentía. Con el tiempo, mucha gente lo ha bañado con un halo romántico cuando en realidad fue un error de pe a pa. Me dio bronca que la primera fila me insultará y me la agarré con todos. Un error espantoso, pero me enseñó muchísimo.

“Uno tiene que ser el mejor que pueda ser, no el que más pueda vender”.

APU: A todas las bandas que traían una propuesta nueva después de ese rock más solemne que arrancó desde la época de la dictadura, les costó hacer pie: le pasó a los Virus, a Los Abuelos, al propio Charly.

M.Z.: Había algo de eso. Miguel Cantilo, quien es héroe y santo de mi devoción, vino a tocar con una propuesta moderna y le tiraron piedras, una cosa espantosa, en un festival y fue una lástima, un papelón. Miguel Cantilo no se merecía eso, pero aún así, el público de esa época, aún teniendo alguna que otra patinada, era amante de la música, sobre todo el de rock que ya venía de los 60. Podían zarparse, a mí también me tiraron objetos en un festival. A veces, los festivales, involucraban bandas de diferentes estilos e iban algunos seguidores muy pungas, que eran parte de la tribu.

Esos, de pronto, se zarpaban, eran los adelantados de lo que se iba a venir con el tiempo. Ese público intenso, impulsivo, que iba a escuchar música, se iba a transformar en miles y miles de flacos gritando con banderas, bombas, molotov, tanques, cualquier cosa. Ahora volvió un público que quiere escuchar rock. Hablo del rock de bandas, no del rock de estadios. El de bandas es público que busca calidad y hay muy buenas bandas de pibes. Luego de casi 30 años en que salvo excepciones no me gustó casi ninguna, ahora hay un pilón de pibes que, tarde, pero han vuelto a la música como yo lo entiendo, al menos. Con armonía, melodía, una letra coherente, un cantante que no canta como la cancha de fútbol o el doctor Neurus.

APU: Se va dejando atrás la etapa de los 2000, el fin de los 90, en cuanto a renovación y cambio de estas voces y formas de cantar.

M.Z.: Igual tenemos instalado a todos los ñatos hablando, porque es la fácil y entonces todo el mundo se anota y bla bla bla. Es una batata insoportable, ya hace 30 años que están chamuyando. De última, si van a seguir charlando y la música va a pasar a hacer una porquería que está de fondo que, en realidad, lo único que se oye es un tambor y un bombo y alguna pavada de vez en cuando, creo que eso no tendrían que ponerlo en el rubro música, ponganlo en el rubro poesía y dejen de joder un poco.

Es un plomo, es atroz. Soy un amante del canto, de las voces. ¿Querés escuchar a alguien hablando? Llamá por teléfono. Con estas bandas que aparecieron se abre un panorama musical. El rock de Woodstock era sumamente rebelde, pero no se perdía de vista el norte: la música tenía que ser la mejor posible. Era muy elevada, era hermosa y me quedé pegado a eso, quiero eso.

APU: ¿Cómo fue y sigue siendo tu relación con el público? Porque sos un gran hacedor de hits, pero hay una obra muy completa y linda por detrás que vos querés mostrar.

APU: Nunca pensé en función de hit. Si vos hacés música pensando en el efecto que va a tener lo que estás haciendo, te desconectás, terminás haciendo un jingle. Lo noto enseguida, cuando lo hacen es alevoso. La música es un material sutil, lo que yo muestro es lo máximo que puedo hacer, por lo tanto, es sutil, porque llega hasta el límite. Hay muchos que son muy inteligentes y saben que a la gente, la música, no le importa. Le importa el estribillo que se repite, la letra, machacar el ritmo, cargan las tintas en eso y al final escuchas estos robots espantosos.

Uno tiene que ser el mejor que pueda ser, no el que más pueda vender. Jamás pensé que “Amanece en la ruta” le iba a gustar a la gente. De hecho, no lo iba a poner en el disco. Eso es una historia muy conocida, si no fuera por un compañero, Amilcar, y luego Charly García, era un tema suplente que lo grabamos como de casualidad. “Extraño ser”, lo mismo. Si tengo dos temas conocidos, creo que son esos. Ninguno fue pensado para ser hit. Soy el primer sorprendido. Sé hacer canciones, si después se convirtieron en hits ¡Gracias, Señor! No tengo esa cabeza: no soy ni me creo productor y ni siquiera me interesa eso.

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Zavaleta
Foto: Mariano Nieva

APU: ¿Creés que se pueden fabricar los hits?

M.Z.: Creo que sí, hay gente que fabrica hits y muy bien, lo que no se puede fabricar es el arte. No todos los hits son buenos, algunos son repugnantes. Lo que no podés engañar es el Espíritu, la música real, lo que va a quedar, especialmente en el corazón de aquellos que tienen sensibilidad al arte. Con la música, no sé por qué, todo el mundo cree que tiene sensibilidad y a veces no. Hubo un gran artista que un día dijo “cuando la gente te habla de un buen tema, te está hablando de la letra”. Ahí me deprimí profundamente. Amo la música, la letra me interesa, pero lo importante es el sonido. El sonido es la sutileza total. Puede hacerte reír, bailar, llorar, no necesitas la letra. Si sos una persona con talento para las letras y lo unís a la música, bienvenidos sea, va a ser todo muchísimo mejor. Pero la música es lo excelso, para mí, al menos.

APU: Como habitante de los 80 ¿Viste la bio de Fito Páez que pasó Netflix, tenés una opinión al respecto?

M.Z.: Vi un rato del comienzo, cuando la presentaron. Me pareció que estaba bien filmado y después ya estaba de pie y me fui a seguir comiendo canapés, pero me pareció que está bien hecha. No sé de qué se trata, espero que sea divertida porque yo no creo que haya participado en ningún tiroteo ¿qué es lo que hace divertido un programa? Espero que inventen cosas si no va a ser un plomo, aburridísimo. Son como yo, gente que van a tocar a un lugar, hablan un par de pavadas y se van a apolillar. No me los veo en Madagascar o en Casablanca haciendo espionaje para la fuerzas del orden, sea el que sea. Espero que les haya inventado historias divertidas, solo eso.

APU: Uno de tus últimos proyectos que has sostenido es la Titanic, con Tito Losavio, Fernando Samalea y Gringui Herrera ¿Estás componiendo?¿Es verdad que hay algo con Suéter dando vueltas?

M.Z.: Rearmé Suéter a instancia de Samalea, lo cual es extraño porque él nunca tocó en la banda, pero él tenía tantas ganas de tocar que insistió y me pareció que por una rara coyuntura estaba el horno para bollos. Ahora el horno ya no es del tamaño que hace 10 años, es un hornito, pero eso es lo que quiero, un hornito perfecto para hacer música. Samalea se probó en Suéter, pero era un niño muy flaquito y a mí me importaba un bledo los bateros al comienzo de mi peregrinaje por la música. Después me arrepentí muchos años, pues es un batero alucinante.

Lo armamos a instancia de él, llamé (Jorge) Minissale, a (Fabián von ) Quintiero quien va a estar como un invitado frecuente, al igual que (Juan) Del Barrio. En el bajo puse a un pibe que me acompañó en muchas bandas solista, Rafa León, y en teclado a una directora de orquesta, Karina Brosio. Suena como una orquestita, estoy muy contento. Se abrieron puertas, se abrió el horizonte después de muchísimos años que pensé que jamás iba a haber ni siquiera horizonte ni mucho menos puertas.

Con la Titanic, lo mismo, veintipico de años en un derrotero musical. Nunca mejor usada la palabra porque no nos daba bola nadie, salvo cuando fuimos a España, que el público nos trataba como si fuéramos los Rolling Stones. Era un éxito increíble, pero nos tuvimos que volver a los tres meses. Soy recontra argento y volvimos. Vamos a hacer un disco, también, con la Titanic, un grupo de amigos que viene desde los 90. Samalea, Gringui Herrera y todos los sabios, con suplentes de todos los calibres.