La razón de la música popular

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La razón de la música popular

10 Octubre 2015

Por Gabriela Canteros

Lo que de alguna manera nos apasionaba era la contaste contradicción y la ambigüedad temática. Combinado con el ritmo alegre y hasta ensordecedor, uno de los temas recurrentes en mi memoria es “Su florcita", de Agrupación Marilyn: el tema narra la historia de una niña que matan al volver del colegio; la trama es realmente triste, lacrimógena, pero el ritmo contagioso y emotivo es bailable. Pude vivir esos carnavales del 2000, más de 3.000 personas por el club saltando y gritando en el Estadio de Arrieta, Mitre o Unión, con sus caras pintadas y una sonrisa cantando al unísono:” como es que matan/ una niña tan pequeña”. Es difícil terminar de deglutir este fenómeno.

Cada año la cumbia fue emigrando de la temática romántica hacia los temas policiales. La temática romántica siempre eran historias de amores imposibles, de amores prohibidos, pero cuando la música comenzó a irse hacia los temas vinculados con robos, asaltos, violaciones, niños no nacidos, madres solteras, policías que fueron ladrones... entonces la cumbia dejo de ser un ritmo pasatista del verano para convertirse en una frutilla en el postre de sociólogos y analistas.

¿De qué estamos hablando? De las manifestaciones temporales, de que el pensamiento popular alza su voz a través de sus textos. El tema elegido por los youtubers para mostrar las fotos de Ángeles Rawson fue, "Su florcita" de Agrupación Marilyn. La cumbia es una especie de trova popular, el trovador relata las peripecias de la gente que se posiciona en estos temas, que se siente representada; se trata de un gran número de nuestra población que nos cuenta cómo es la bailanta, el reviente, y también el día a día de personas que tratan y construyen una identidad desde la marginalidad, que son acción y fluir, que son fuerzas, movimientos, que son devenires, y que ese devenir deja huellas en los relatos que se trasmiten con intensidad, con la misma intensidad que se vive, vidas que son fuegos, que son apagadas por balas, como decía el Eduardo Galeano sobre "Los nadies", que valen menos que las balas que los mata.

Esta música, esta identidad, este relato, estos intensos ritmos pegajosos empiezan a sonar por las tardes de viernes en los rincones de la villa, en los centros de los clubes de barrio, en la radio de las estaciones de vigilancia, en las casa bajas de las provincias, con las luces amarillas, y suenan todo el fin de semana hasta el lunes, cuando la masa del pueblo vuelve a la carrera de todos los días. Llevan su música consigo -ahora- los que pueden, y en su letra una canción que no habla de romances burgueses prohibidos, sino una canción que habla de ellos mismos.

Esa es la razón de la música popular.

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