Gady Pampillón: eterno héroe de la guitarra

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Gady Pampillón: eterno héroe de la guitarra

07 Febrero 2021

Por Mariano Nieva | Fotos: Mariano Nieva

El 30 de junio de 2020 se fue de gira eterna Gady Pampillón a causa de una grave y cruel enfermedad a los 58 años. Por ese motivo, y como modo de recordarlo, desde AGENCIA PACO URONDO reproducimos las entrevistas que el notable guitarrista le concedió a los programas radiales Ángeles & Predicadores y El Jardín de los Presentes (FM Zoe 107.1) entre 2014 y 2018. Allí, Gady repasó su historia como músico desde muy pequeño y recordó además el día que conoció a Alfredo Zitarrosa, los comienzos con Alakrán y el gran salto a La Torre, la banda que encabezaba Patricia Sosa. También habló sobre la experiencia de Tarzen y el Trío Adoquín junto a dos leyendas del rock nacional como Juan Rodríguez y Rinaldo Rafanelli base rítmica de Sui Generis, entre muchos otros temas.

AGENCIA PACO URONDO: ¿Cómo empezaste y qué significado tiene para vos la guitarra?

Gady Pampillón: La guitarra es una compañera de toda la vida. Estamos tan acostumbrados a soportarnos el uno al otro que ya es una parte de mí. Confieso que tendría que tocar mucho mejor por la relación que tenemos. Siendo muy chiquito mi vieja me mandó a estudiar porque una vez estando en un asado en un pequeño campo que tenía la familia, unos gauchos habían dejado la guitarra arriba de la mesa yo la agarré y me puse a jugar. Y como había una profesora de música a una cuadra de casa empecé a ir. Después pasé a ser guitarrista del colegio en actos tanto de primaria y secundaria, y así fue que me dije: “Esto es lo que me gusta y quiero”. Pasó el tiempo, y un día me encontré tocando arriba de un escenario. Como siguiendo una estrella. Así comenzó todo.

APU: ¿Es verdad que en esa época, siendo tan pequeño, conociste a esa leyenda de la música rioplatense que fue Alfredo Zitarrosa?

G.P.: Si, y me quedó un muy lindo recuerdo. Yo era un pibito de unos nueve años y tocaba con un tipo que por la edad que tenía tranquilamente podía ser mi viejo. Recuerdo que le llamaba la atención mi habilidad con la viola porque mientras él hacia rasguidos a mí ya me salían los punteos. Juntos, hacíamos serenatas y en los asados siempre me hacía cantar. Una vez esta persona me invitó a ver a Don Alfredo Zitarrosa, yo solo sabía algunos temas pero obviamente no conocía la historia del músico uruguayo. Eran tiempos de la dictadura y cuando este hombre lo fue a esperar para saludarlo en la vereda luego del concierto, Don Alfredo salió, me vio a mi tan chiquito entre toda la gente abrió los brazos y me dijo: “Acá tengo una personita muy especial que quiero saludar primero”, me abrazó y me dio un beso. Nunca lo voy a olvidar. Después con los años me pude dar cuenta lo grande que fue Zitarrosa.

APU: ¿Recordás la primera canción que escuchaste de rock que te haya marcado? ¿Qué pensaste en ese momento?

G.P.: Lo primero que escuché y me dio impulso para ir a tocarlo de oído fue el tema “Down on the corner” de Creedence Clearwater Revival incluido en su cuarto álbum Willy and the Poor Boys (1969). Y enseguida llegué a la conclusión que los músicos de aquella época eran en su mayoría de conservatorio. Y como allí te enseñaban a tocar con partitura, una vez que te la sacaban, no sabías qué carajo hacer hasta que descubrías un propio y verdadero ADN musical.

Los inicios con Alakrán

APU: ¿Cómo empieza la historia de Alakrán?

G.P.: En 1981 armé Alakrán con una formación totalmente distinta a la que con los años fue la más famosa. Nosotros éramos una banda de barrio completamente desconocida que finalmente, y al perder algunos integrantes, se terminó fusionando con el grupo Hellion una vez que éste se disolvió. En esa primera etapa estuvo fugazmente Claudio Canavo, actual bajista de La Mississippi y el Bebe Peña un baterista legendario que recuerdo que su papá siempre hizo fuerza para que tocáramos juntos. Por eso y después de tanto insistir, lo logró cuando me sobornó regalándome un equipo para viola Marshall (risas)

APU: Para esa época se empezaba a ver en las bandas de heavy metal de todo el mundo esa imagen Glam tan característica que también alcanzó a la escena local.

G.P.: Exactamente, esa época glam a la que te referís era producto de lo que recibíamos de bandas como Van Halen, Twisted Sister y Quiet Riot por ejemplo, que traían toda una impronta muy bizarra también con mucho maquillaje y cabellos batidos que nosotros copiábamos. Es más, Yulie Ruth mi compañero de Alakrán andaba por la calle con todos los pelos parados y maquillado con líneas en la cara igual que Niki Sixx bajista de Motley Crue, otro de los grupos referentes. Por eso los colectivos no le paraban y lo metían en cana cada dos por tres (risas). De todos modos hay que decir que todo esto pasaba también como parte de la apertura y la libertad que trajo la democracia a partir de 1983 de toda una generación que habíamos vivido oprimida en un montón de aspectos. Por eso, en ese momento todo explotó. Incluyendo el heavy metal.

APU: Hablamos de la estética que copiaban de esos grupos que tomaban como referencia. ¿Y en cuanto al sonido, a lo que escuchaban, que nos podés contar?

G.P.: Recuerdo escuchar el tema instrumental “Eruption” y decir: “¡Dios mío! ¡Qué guitarrista es Eddie Van Halen!” o darme cuenta que Ac/Dc traía la síntesis de lo que hasta ahí estábamos consumiendo que era un rock más sinfónico con exponentes como Led Zeppelin, Deep Purple, Yes, Génesis y Emerson, Lake & Powell por ejemplo, pero que no tenían ese rocanrol marchoso que solo lo podías encontrar en los australianos. Así que cuando apareció la banda de los hermanos Young muchos nos dijimos, acá está lo que buscábamos.

La Torre

APU: ¿Cómo se da tu ingreso a La Torre?

G.P.: Fui con Mario Ian a llevarle un demo de Alakrán a Oscar Mediavilla. Y una vez que escuchó el material, inmediatamente después me preguntó si no me quería probar porque justo en ese momento Carlos “Negro” García López se iba a tocar la guitarra a Zas, la banda que tenía Miguel Mateos. Así que acepté tomándolo más que nada como un desafío juvenil y contando con el apoyo de mis amigos/as.

APU: La Torre quizás por importancia y resonancia haya sido el proyecto más importante que tuviste al menos hasta ahora. ¿Cómo tomaste, el hecho inédito por aquellos años, que hubiera una mujer al frente de la banda?

G.P.: Para serte franco y aunque suene machista, no me gustó mucho la idea que haya una mujer liderando el grupo. Aunque debo decir que hoy, hay minas con mucha personalidad como también la tiene Patricia Sosa a pesar de su metamorfosis musical bastante inexplicable al menos para mí. Lo cual, habla de la esencia de cada uno/a. Yo por ejemplo no podría transformar mi estilo de esa forma. Así que sinceramente yo ingresaba a un grupo que no me gustaba. Me convencieron mis amigos que sabían que era un luchador y que alguna vez tenía que salir a la luz. Porque tenía claro que con Alakrán había un futuro incierto y por lo cual debería pasar por muchas situaciones que me llevaría mucho tiempo para poder lograr algo. En cambio con La Torre tal vez me lleve mucho menos.

APU: Una vez adentro. ¿Costó mucho adaptarte a una nueva banda con las características que tenía?

G.P.: Cuando entré a la banda al principio la verdad me sentí bastante incómodo porque éramos una junta de músicos muy diferentes. Estaba Fernando Lupano un bajista no del todo rockero, muy amplio en su espectro y que conocía perfectamente el sonido de todo, pero con el cual musicalmente no me sentía cómodo y Beto Topini en batería que no tenía ese toque blusero que a mí me gustaba. Es decir, éramos todos muy distintos pero finalmente pudimos converger en una idea que era lo que La Torre pedía. Con el tiempo me fui acomodando y empecé a disfrutar de lo que estábamos haciendo aunque un poco sometidos a decisiones ajenas, soportando bajadas de volumen y restricciones a la hora de los solos de guitarra. Pero a pesar de todo, agradezco profundamente todo lo que me dio La Torre y estoy orgulloso de haber formado parte de aquel proyecto.

APU: ¿La estética de los ’80 incluyó un cambio también en la imagen del guitarrista?

G.P.: Los años en que toqué en La Torre fueron el nacimiento de una nueva imagen del guitarrista estilo Van Halen. Teníamos el pelo largo y éramos tan hermosos además (risas). Hoy de viejo lo puedo decir. Incluso se decía que yo había ingresado a la banda por lindo y no por ser bueno con el instrumento. Todas esas pelotudeces que se dicen y que también hacen a la conformación de un grupo. De hecho, Patricia Sosa me presentó como “El Príncipe” en un show que hicimos en el festival de La Falda en Córdoba de 1987.

APU: De ese show de La Falda además, hay una muy linda anécdota con Luca Prodan.

G.P.: Lo de Luca fue increíble cuando actuando con Sumo se puso una peluca y me imitó en el escenario. Después pasó por el camarín de La Torre donde me estaba cambiando, tocó la puerta y me dijo (imitando la voz): “¿Te enojaste boludo?”, (risas). Enseguida le y respondí que no. Entonces el pelado entró y nos tomamos un vino juntos. Al poco tiempo falleció.

APU: ¿Y de la gira por la ex Unión Soviética que nos podes contar?

G.P.: La gira que hicimos por la ex Unión Soviética fue muy particular porque en aquel momento Rusia se abría a occidente con la presidencia de Mijail Gorbachov y la llamada Perestroika. Así que ese viaje por Rusia terminó incluyendo unos 26 conciertos en 28 días con sábados y domingos donde a veces actuábamos tres veces en el día junto con Vladimir Kuzmin que era una especie de Charly García ruso, siempre para una multitud. Imaginate que el lugar más chico donde nos presentamos fue el estadio de básquet del Dinamo de Moscú con capacidad para ocho mil personas. Por otra parte, allá es todo gigante, las cuadras no se terminan nunca, entrás a un shopping y no salís más. Por eso, aquella fue una gira misteriosa y maravillosa. Al mismo tiempo y al poder recorrer un poco la ciudad nos pasaban cosas muy curiosas. Nos sentíamos como extraterrestres porque aunque parezca increíble los rusos estaban viviendo en aquel momento un tiempo más atrasado al nuestro. Ellos/as iban todos/as vestidos/as con colores oscuros. Negro, marrón, gris y los hombres con sombrero. Y nosotros imagínate, todos teñidos. Íbamos caminando y nos querían comprar los pantalones. Nos paraban por las calles, nos tironeaban de la ropa y nos preguntaban cuanto salían.

APU: Pasado el tiempo. ¿Extrañás el vértigo y la exposición de aquellos años?

G.P.: Hubiera sido lindo volver, con esta madurez, a todos esos lugares en los que estuve. A veces uno cree que lo que viví con La Torre por ejemplo, va a volver a pasar y la verdad no sucede nunca más. Es decir, pasar de tocar en Alakrán una banda que asomaba tímidamente en aquel heavy metal incipiente a formar parte de La Torre y debutar en el festival de La Falda en Córdoba ante miles de personas. Por otra parte, cuando salíamos a la calle todos/as nos reconocían porque éramos integrantes de un grupo que venía detrás en importancia de artistas como Charly García, Luis Alberto Spinetta, Fito Páez y Soda Stéreo. Tocábamos en todos lados y la verdad es que la pasé bárbaro (risas).

Tarzen

APU: Luego llegó el turno de Tarzen.

G.P.: Exactamente. Ese proyecto fue el que le siguió a La Torre. Fui convocado a una banda que se formaba para remplazar a Rata Blanca que se había ido de la productora del histórico boliche Halley. Ellos necesitaban un número con una impronta internacional para cubrirlo y Tarzen tenía como un aire español y en las revistas se lo mostraba como un grupo extranjero. Entonces se buscó revivirlo pero sin el bajista y el guitarrista original. Y ahí entramos Vitico y yo completando la formación junto a Michel y Danny Peyronel. Unos días después, apareció el fundador Salvador Domínguez y luego de algunas discusiones nos pusimos de acuerdo con el gallego que es un divino total y salimos a divertirnos como locos. Aquella fue una etapa muy linda de mi vida también por haber tocado con la base rítmica de Riff y por haber sido teloneros de Bon Jovi en 1990 en el estadio de Vélez Sarsfield ante 45 mil personas.

Trío Adoquín

APU: En este último tiempo volviste a ser parte del Trío Adoquín con algunas presentaciones en vivo. ¿Tienen otros planes a futuro?

G.P.: Adoquín es un trío que formaron dos maestros inigualables como Rinaldo Rafanelli en bajo y Juan Rodríguez en batería con la idea de reivindicar a Polifemo, el grupo que armaron una vez que ellos dejaron hace más de 40 años de ser la base rítmica de Sui Generis. Y ante la negativa de David Lebón de volver de Mendoza en aquel momento donde vivía, me llamaron para formar parte de una banda que no duró mucho porque por un lado nunca pudimos llegar a grabar y por otro, porque como todo las cosas también se desgastan. De todos modos quedó entre nosotros tres un cariño y una amistad que hace que cada tanto nos encontremos para hacer alguna fecha.

APU: Decías que no llegaron a grabar nunca un disco. Pero sí hay editada una gran versión de un tema de Pappo.

G.P.: Es verdad. Pappo siempre nos venía a ver. Por eso, hicimos una versión de su tema “Sucio y desprolijo” que se incluyó en el disco Una celebración del rock argentino. Vol 4 (2010) que grabamos en una primera toma en el estudio de Lito Vitale.

Long Play, su nuevo disco

APU: Long Play es tu último disco de estudio. ¿Qué podemos saber de un trabajo plagado de leyendas de nuestro rock?

G.P.: El álbum se grabó en La Nave de Oseberg. Long Play (2015) es un disco muy especial para mí porque pude convocar a mis grandes amigos y referentes como Eduardo Frezza, Rinaldo Rafanelli, Juan Rodríguez, Willy Quiroga, Black Amaya, el Griego Alonso, Machi Rufino , Ciro Fogliatta, Luis Robinson, Beto Topini, Yulie Ruth, Rubén Gaitán, Juanjo Hermida, Rudy Sarzo y Gustavo Villegas. Un ceremonial y un homenaje a ellos, que fueron inspiradores de todo lo que me pasó en la música. Por eso, tengo el orgullo y el placer de que hayan participando de mis propias canciones. Por eso, estoy muy contento.

APU: ¿Te llevó mucho tiempo terminar de grabarlo por la cantidad de invitados que tiene?

G.P.: Me llevó mucho tiempo porque al comenzar las sesiones de grabación, hubo un cambio en la banda que me acompañaba. De ahí partió la idea de Alambre González de hacerlo con artistas invitados. Así que tardé casi dos años porque combinar los horarios de tantos músicos es muy difícil.

APU: Dentro de esa constelación de músicos locales que forman parte de Long Play, también está Rudy Sarzo un bajista de nivel mundial. ¿Cómo lo conocés y bajo qué circunstancias?

G.P.: Lo conocí cuando me lo presentó un ex mánager de Pappo y de otras bandas, Peter Deantoni quien en aquel tiempo vivía en Los Ángeles (EEUU). Me preguntó en una oportunidad si yo quería formar parte de una banda latina que quería formar Rudy para salir a tocar por Latinoamérica y obviamente le dije que sí. Es más, que yo la armaba si le parecía bien. Recuerdo que en ese momento estábamos volviendo a tocar con Alakrán. Y como ya teníamos giras y fechas programadas, sumamos el proyecto de Sarzo donde tocábamos parte del material de Alakrán y un repertorio que incluía clásicos de Dio, Whitesnake, Black Sabbath, Quiet Riot y Ozzy Osbourne. Así que conocerlo fue formidable como músico y persona. La única pena para que no prospere y dure más la experiencia fue que siempre hay un boludo cerca que lo arruina todo (risas). De todos modos, tocar con el bajista de Randhy Roads era mucho. Un tipo que además acompañó a Yngwie Malmsteen y Steve Vai e hizo una gira enorme con Queensriche. Un artista muy completo y profesional que me dejó realmente impresionado sobre todo cuando actuamos en el “Festival Metal para Todos” en el estadio cubierto Malvinas Argentinas en 2012 en donde además subió a cantar con nosotros una leyenda como Beto Zamarbide el tema de Ozzy “Crazy Train”, una locura.

APU: ¿Decidiste ya el formato para el nuevo material teniendo en cuenta las nuevas tecnologías y soportes que existen hoy para la música?

G.P.: A los de la vieja guardia nos cuesta formatearnos a lo que vino después. Por eso, no me imagino la edición de un material que no sea físico. Es decir, en cd. Aunque no camine tanto y se dificulte la difusión. Tengo claro que todo hoy en día pasa por las redes pero de todos modos siento que se hizo todo muy raro para mí porque soy un tipo que no entiende nada de eso ni quiere entender.

APU: Hace unos días te vi subir al escenario de La Perla a cantar junto a Eduardo Frezza “Alguien más en quien confiar”, el clásico de El Reloj. Disfrutabas como un niño.

G.P.: Es que para mí es muy significativo El Reloj. Fueron mi banda preferida desde la adolescencia. Siempre los iba a ver y ahora poder conocerlos hizo que me impresionara aún más el tipo de gente que son. Y poder compartir un escenario con ellos para mí fue cumplir un sueño. Además, soy de disfrutar mucho lo que hacen mis amigos. Una vez Miguel Botafogo hizo referencia a esto cuando le dijo a Nicolás Magaldi, el conductor que estaba en C5N con su programa “De 1 a 5”:”Gady es un caso serio, es increíble cómo se copa con todos los artistas que estamos tocando por ejemplo en un festival, antes de que le toque actuar a él”. Y en cuanto a ese niño al que te referís, es el mismo que me lleva por la vida y me sigue dando ganas de no quedarme en casa. Por eso, lo alimento y me alimento de él. Y eso es lo que hace que siga disfrutando como al principio.

El rock y la industria hoy

APU: ¿Y al rock como lo estás viendo? ¿Estás conforme con lo que pasa en la escena local?

G.P.: A mí me parece que el rock está mutando hacia abajo y atravesando una decadencia muy pronunciada también. Por eso, a veces me siento como aquella raza tanguera que se veía siempre en contra de todo lo moderno. Yo no puedo ni pienso tocar de otra manera porque es la forma en que me circula la música por la sangre. Así que habrá que esperar que las agujas del tiempo corran y renueven un poco las cosas. De todos modos, siempre hay gente que toca y se preocupa por sonar bien en este mundo dominado por los/as artistas de laboratorio.

APU: Las nuevas tecnologías permitieron por otro lado, que sea mucho más fácil grabar y por ende mostrar tu material sin tantos intermediarios.

G.P.: Hoy desde tu casa con una buena computadora y un programa te haces un disco, es cierto. Existen simuladores que son verdaderamente maravillosos. Pero esa sangre que se percibía en los discos grabados en los ‘70 por ejemplo, para mí además la época más gloriosa del rock, ya no se respira. Creo que a la música de nuestros días le falta calle, y aunque tal vez aquella sonaba peor había un camino que permitía al recorrerlo, concretar una idea. Claro que el esfuerzo era más grande pero por eso potenciaba más el resultado final.

APU: ¿Qué pensás de los premios Carlos Gardel por ejemplo, que se le otorga a la música local todos los años?

G.P.: A mi modo de ver, que por supuesto no es la verdad absoluta, y es que hoy todo está globalizado y dominado por el marketing. Que el hecho artístico no se mide tanto por el talento sino más bien por otras cosas. Sobre todo, por los arreglos discográficos y comerciales. Por otra parte, me parece que hay un manejo en todas estas cosas de los premios que hacen que no sean del todo claros ni verdaderos. Aunque siempre haya gente ternada con méritos suficientes y por quienes me saco mil veces el sombrero más allá de tener divergencias estilísticas. También veo que se relaciona con el rock a artistas que no tiene absolutamente nada que ver con el género y que en su gran mayoría son siempre los mismos a los que se candidatean. Eso es lo que más me duele y más bronca me da junto al premio póstumo. ¿Porque no lo dieron antes? ¿Por qué tienen que esperar a que estemos muertos para acordarse de nosotros? Hoy Pappo, como tantos otros artistas, tiene la difusión que soñó toda su vida después que murió.

APU: ¿Cómo ves la oferta de bares y boliches a la hora de buscar un próximo escenario? ¿Cambió algo en el circuito con respecto a años atrás?

G.P.: Desde siempre hubo lugares donde estaba bueno tocar y otros en donde no. Como pasa hoy. Lo que sucede es que antes siendo más joven costaba menos dar pelea a los dueños de bares. Y tener que cargar vos mismo los equipos, yendo de un lado a otro, para perder permanentemente en términos económicos. Lamentablemente, hoy estamos en un punto bastante similar donde muchos músicos somos manoseados tanto discográficamente como a la hora de actuar en vivo. Son contados con los dedos de una mano los bolicheros que piensan en nosotros y nos tratan como corresponde. De todos modos, y para ser sincero ya olvidé toda esa parte de los comienzos que fue tan dura. Y si bien hoy me sigue costando, al tener un poco mas de trayectoria se me hace menos difícil y no tengo que pasar por situaciones como tener que pagar para tocar, aceptar porcentajes absurdos o ceder derechos que como músico me supe ganar. Pero sí, sigue siendo complicado para los artistas tener un circuito digno para mostrar nuestras cosas.

APU: Otro inconveniente que deben sortear lamentable e injustamente ustedes, los pioneros, es la falta de difusión. Los grandes medios de comunicación están en otra cosa.

G.P.: La difusión se hace muy difícil al no poder ingresar a las radios masivas como Rock & Pop o La Mega por ejemplo, que hace rato nos dejaron de pasar y no sé porque razón. Por eso, si no fuera por gente como ustedes, los medios alternativos, que por suerte son muchos y que se interesan por lo que hacemos y que con mucho amor y pasión hacen radio en pequeños espacios nosotros no existiríamos. Hace unos días, leía una nota que le hicieron a mi gran amigo y al que quiero mucho Don Vilanova, que decía: “Estoy negado, los medios me dan la espalda” y en un momento te sentís así .Vaya uno a saber porque, quizás porque somos viejos. Sin embargo, a mi me parece que el músico maduro tiene mucho para dar porque estamos en el mejor momento de la vida. De hecho voy a ver cada vez que vienen a nuestro país a Eric Clapton, Ozzy Osbourne o Judas Priest y siguen tocando como la puta madre. Siendo además más grandes que yo incluso. Por otra parte, ese gran nivel es también porque ya no tenés presión ni nada que demostrar .Y eso vale mucho para un artista porque hacemos lo que amamos sin medir ninguna conveniencia. Por eso, es que sigo, si no sabes las veces que hubiera dejado todo y estaría manejando un taxi (risas). 

APU: De acuerdo a lo que decías, recuerdo cómo algunos le cayeron a Pappo por haber actuado a fines de los ’90 en una tira como Carola Casini en Canal 13. El Carpo sólo buscaba visibilidad.

G.P.: Por supuesto. Convengamos que si Pappo que a esa altura ya era un tipo grande no actuaba en la novela Carola Casini (1997) o no metía el tema “Mi vieja” en el programa de Tato Bores (1992), tal vez no hubiera gozado nunca de una verdadera popularidad. Porque si bien en el under todos/as los/as rockeros/as sabíamos quién era Norberto o Riff. A partir de su aparición en la televisión cualquier persona supo quién era el Carpo.

APU: Pasa que a veces, injustamente creo, se dice que el músico al salirse de los espacios tradicionales para mostrarse, transó.

G.P.: Es que la gente tiene que entender que nosotros estamos siempre buscando llegar masivamente. No por el dinero sino porque queremos que a nuestra música la escuchen. Por eso, a veces tenés que hacer esas concesiones. Entonces lo que termina importando es no traicionar el estilo. Cosa que a mí nadie me puede reclamar porque soy un rockero empedernido. Insobornable como Pappo. No me cabe hacer otra cosa porque es lo que me emociona. Rata Blanca también fue criticada por tocar en las bailantas a comienzo de los ’90 y nadie pensó en tomarlo como una conquista de espacios y de orejas inútiles (risas). Lo critican a mi amigo Walter Giardino, a quien admiro y quiero mucho, y la verdad no entiendo porque. ¿Por ser exitoso y le va bien? Si él no tuvo que vender su alma para salir a tocar y ser reconocido. Simplemente hace lo que siempre hizo.