“Era un sabio”

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“Era un sabio”

10 Noviembre 2012

APU: Usted recordaba a Favio como artista y lo sensible que era en ese plano. ¿Qué nos puede contar?

Federico Luppi: Leonardo era un individuo que excedía el rol de cineasta o cantante. Tenía, sobre todo, un volumen humano no fácilmente encontrable, un tipo muy poco común  en ese sentido. Te diría que va a ser difícil que se reemplace su figura en muchos años.

APU: ¿Cómo era en su trabajo cinematográfico? Era una cosa muy artesanal.

FL: Un sabio porque tenía dos cosas a su favor: Una profunda, seria, aguda intuición y un amor fundamental por el material. La técnica, los actores, su pasión, armaba, locaba, controlaba, era un obsesivo del trabajo. Una puntillosidad realmente notable.

Un tipo que, si existe lo cristiano, te diría que estaba tocado por el dedo de Dios.

APU: Cómo piensa la cuestión ideológica de Favio? Porque también defendió al peronismo en momentos muy difíciles y ahora hay como una vuelta sobre ese pensamiento.

FL: En esa época, más allá de la evaluación ideológica, el ya tenía una coherencia tan grande, era tan humanamente perceptible su calidad humana que era difícil estar en su contra. Muy difícil.

Fijate que –como él decía- en términos ideológicos, nunca tuvo enemigos y hacía cosas para que los tuviera, por supuesto. Era un sabio.

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“La Argentina sería mucho menos espesa emotivamente, con mucho menos cuerpo cívico, sin la existencia de Favio”

Palabras de Federico Luppi, en el Acto de homenaje en el local del PJ Capital

"Para hablar de Favio, no recibió mi mente elocuencia ni profundidad afectiva que no sé si podría expresar. Tengan en cuenta que “El romance…” fue la segunda película que hice. La primera era una participación muy pequeña en un film de Rodolfo Kuhn y para mi el cine era solamente una perspectiva bastante gaseosa y lejana y un día estaba haciendo una obra de teatro en un club de La Casa del Fotógrafo, ahí en la calle Viamonte. Estaba bien el espectáculo y aparece Leonardo y me dice: “Estás tan bien que me gustaría que te rompas una gamba” ¡Qué elogio!

Era una transposición de una vieja costumbre inglesa que se dice, como se dice acá, en buen francés, merde: “Que te rompas una pierna” para que te vaya muy bien y me habló de un libro que era este, “El romance del Aniceto…” y se fue y empecé a tener algún tipo de interferencia no oculta porque yo no era nadie en lo teatral, me conocían apenas un par de parientes. Esto también fue importante.

Leonardo me mandó el libro a los pocos días, lo leí, me pareció estupendo. Me llamó a la casa: “Che, pibe…” y allá fui. Total que terminamos filmando en Las Heras, en Mendoza vieja y un día –eran las 8 de la mañana- por teléfono también, costumbre de él:
-¿Qué hacés?
-Leyendo el diario.
-Vamos a tomar unos mates.

Subí -estaba en el 4º piso él- y lo encuentro recostado en la cama, contra el respaldar, leyendo una pila enorme de “Titbits”, “Poncho Negro”, un montón de historietas. Leía, leía, yo calenté agua, cebé mate, una vez, dos, tres veces, vacié los termos y adentro dije: “Me llama para leer historietas mientras yo cebo mate”.

AL final digo: “Mirá, perdoname, no quiero perturbarte pero decime: ¿Por qué leés historietas? como un reproche a su infantilismo y me dijo: “Porque estoy comparando los fotogramas”. Él, en las revistas de los grandes dibujantes de esa época, tenía inspiración para el diseño de sus cuadros y el sentido estético de la distancia y los focos. ¡Chapeu!

Estábamos filmando un día que el había acondicionado para hacer una escena de cama que teníamos con María Vaner y yo estaba muy asustado. Primer film, la esposa del director, no era una cosa cómoda para mi, tampoco estaba totalmente convencido de que a él le gustara hacer la escena, entonces dijo que desalojaran todo el galpón y quedaron sólo el foquista y el cameraman. La escena salió bastante bien.

Pasó mucho tiempo, casi un año, y un día, con María, digo: “Qué cosa Leonardo, que señal, que tuvo la gran gentileza de no ponerte en apuros y sacar la gente del galpón”. “No fue por mi” me dijo, “fue por vos”. (Risas)

Hay mucho para contar de él. Creo que esta elección de un desconocido tenía que ver con un temperamento que funcionaba en tanto ese toque creativo que tenía. Una experiencia de filmación con un director importante, con todos sus meses de trabajo más el doblaje más la promoción, termina transformándose en una especie de pauta familiar. Pocas veces vi en mi vida –ya tengo décadas encima para poder decirlo- un individuo de tal sensibilidad, de tal agudeza para observar, para ver, para entender, de tal capacidad poética y sobre todo, de una enorme, extensa coherencia política.

Cuando lo de Ezeiza –recuerdo aquel episodio tremendo del hotel- pensé, luctuosamente, que lo mataban porque yo decía, dentro de mis condiciones timoratas: “¿Cómo carajo se mete a hacer eso ahí?”. ¿Por qué lo hacía? Y un día me dijo: “No era una prueba de valentía o de coraje. Es que adentro había un sentido profundo y tremendo de ser responsable por los otros.”

Me da pena que tengamos que recordarlo porque es cierto que biológicamente no somos imprescindibles…relativamente. La Argentina sería mucho menos espesa emotivamente, con mucho menos cuerpo cívico, sin la existencia de Favio. (Aplausos)

Creo que es muy difícil que en el mundo, hoy día, aparezca uno como él. Ojalá que aparezca, será también en términos afectivos, casi irrepetible y además, en la mala, cuando le tocó afrontar momentos muy duros, salió su veta de cantante, de guitarrero, de poeta, recorrió América Latina. Estuve una vez, de casualidad, en Venezuela y hablaban de él como si fuera Gardel.

Entonces, esto que hoy nos pasa –voy a meter la pata y lo digo-  a posterior día del “amontonamiento imbécil”, tener que decirle adiós a un tipo como Leonardo, aparte de la tristeza, nos crea, seguramente, la obligación de honrarlo sin bajar la guardia y aceptar que podemos, tenemos, debemos, hacer el país que esta gente está haciendo. Digo “esta gente” no ajenizándome, digo solamente que a mi altura de toda mi vida, por primera vez, puedo asistir a la posibilidad concreta y real de un país mío.

Por Leonardo, por Cristina también, por todos Ustedes, recordémoslo con lo mejor que tengamos. Muchas gracias".