El tango volvió hace rato

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El tango volvió hace rato

12 Marzo 2016

Por Luciana Sousa

Hace 22 años que Julián Peralta se dedica al tango. Algo más de la mitad de su vida. “Es una filosofía”, dice el compositor sobre el género y cita a Juan Trepiana, otro músico; “el tango es una mina que a todos nos gusta; anda con cada uno y nos miente a todos”.

Esta mina, que cautivó a Peralta y a tantos otros en los inicios de los 90 vive desde entonces una suerte de renacimiento, de la mano de decenas de jóvenes compositores, músicos y letristas, que van detrás del “nuevo tango”, alrededor de pocos pero fuertes circuitos porteños.

Se dice de Peralta que fue tecladista de cumbia, que tocaba jazz y rock. Lo cierto es desde que se dedica al tango participó de los grande proyectos de esta movida; primero, con el nacimiento y la explosión de la exitosa Orquesta Típica Fernández Fierro, donde escribe sus primeros tangos) y luego, hacia 2005, con la creación de Astilleros, proyecto que aún encabeza y que se destaca por ser “la orquesta que editó el primer disco entero de nuevo tango”. En la actualidad, además, está al frente de la orquesta típica que lleva su nombre.

Vuelve el tango

La construcción de este presente que lo encuentra como referencia ineludible de la nueva movida del género “surge primero con el baile”. Cuenta Peralta que, en 1991, todavía en el secundario, para él llegar “al centro” era viajar desde el sur del conurbano a San Telmo, donde se agitaba el Parakultural, semillero del under porteño. “Como valía cualquier cosa, los rockeros empezaron a bailar tango como una excentricidad. Empezó a “no verse feo”. Hablamos de la misma época en la que, por ejemplo, Fito se saca una foto con Pugliese. Me acuerdo por esa época de haber visto al indio bailar tango”, recuerda Peralta.

“Me acuerdo de ir caminando no sé si por Cochabamba o Brasil y ver por una ventana un par de pendejas bailando tango, -confiesa-. A mí me cambió la cabeza completamente. Y eso que me pasó a mi le pasó a varios, y empezaron a formarse grupos. Al principio tuvimos toda una etapa en la que tuvimos que volver a aprender el género. Implicaba copiar, entender. Para la música fue más complejo, porque necesitabas gente que supiera escribir tango, alguien con quien estudiar. Eso se fue institucionalizando en Avellaneda con la Escuela de Música Popular”.

Como docente, entiende que hay una distancia con las nuevas generaciones, “porque nosotros el tango lo vivimos como resistencia cultural. Cuando nosotros arrancamos no había nada, era muy claro que se tomaba como un hecho de militancia. Al principio lo principal era recuperar el tango, bastaba tocar un marcato decente. Así tuve el placer y la suerte de hacer muchos tangos “tradicionales” sin culpa, no necesitabas que la música fuera nueva, -asegura-. Hoy por hoy hay un camino hecho, por eso los grupos están “obligados” a hacer música nueva”.

¿Qué significa algo nuevo en tango? “La forma cambia obligatoriamente y el mensaje, si cambia la forma, también cambia, -contesta Peralta-. Seguro que lo profundo del tema es lo mismo en todas las épocas, pero cambia el tono y eso le da una relectura a la misma cosa. Hacer algo nuevo es ser sincero; si sos sincero vas a hacer algo distinto. Incluso en los 40, si uno era sincero era distinto a Troilo”.

El nuevo tango también llegó a la poesía, donde ya proliferan numerosos letristas con buena producción propia: “con cada letrista es un viaje distinto. Hay mucha gente que está escribiendo cosas muy buenas. Es un momento muy lindo de la canción, donde empiezan a verse voces distintas”.

En ese sentido, Peralta asegura que “la canción es más difícil de componer porque mientras la canción implica soltar, la música instrumental, muchas veces, se esfuerza por contener. Uno hace música instrumental como un alquimista; un laburo muy intelectualoso, con su encanto. Pero la canción si tiene esa forma no llega, no funciona. Tiene que fluir. Por eso implica una maduración porque, como en cualquier otro orden de la vida, es más difícil soltar que agarrar”.

Fenómeno de identidad

Así como en la literatura se asoció la pampa argentina con el gaucho, a menudo se vende el tango como género nacional. “El tango es identitario, aunque no quiera. Macedonio Fernández decía que era lo único seguro porque no consultaba a Europa, -argumenta Peralta-. Después hay una parte de esa cuestión identitaria que se vuelve negativa, las virtudes empiezan a convertirse en obligaciones; tenes que ser gaucho, macho, hay que poner un cuchillero, y eso es una mentira de Borges y Cadícamo. Son ficciones maravillosas y muy lindas, pero no son verdad. ¿Qué carajo sabía Borges de tango?”.

El compositor reconoce sin embargo que a la hora de trabajar en el exterior la construcción del tango como fenómeno de identidad nacional “te da una posibilidad para laburar afuera y eso es interesante. Sin embargo es un género tan de Buenos Aires que también es un problema económico a la hora de trabajar, porque hay largos períodos en que te quedas acá en la ciudad, y no hacés guita”.

El pianista asegura además que “es más lindo tocar acá. Cuando tocas acá hay un círculo que se cierra. Allá no. Es muy lindo, la gente es muy curiosa, tienen en general un consumo cultural muy fuerte. Pero cuando vos tocas acá, por ahí volvés al tiempo y se formó una banda nueva a partir de lo que se generó. Ves que tu acción cultural cierra un círculo, a mí me da más satisfacción”.

A dónde va el tango

“Lo que venga no lo podes proyectar, -se adelanta-. No se va a dar espontáneamente, pero tampoco va a ser gobernable. Lo producimos entre todo, y cambian las variables culturales, los contextos, que te obligan a cambiar la manera de producir”.

En el plano personal, el músico asegura que sus objetivos han cambiado: “En el 2005 quizás yo quería tocar en Obras. En algún momento creí que la masividad era algo a lo que aspiraba. Ahora no. Sería muy difícil pero suponiendo que alguien lo haga no querría estar ahí. Leopoldo lo decía muy claro: yo quiero tocar para alguien que me escuche y pueda sentir el piano”. Incluso a nivel visual, una apuesta recurrente en su trayectoria: “Me gusta, hay propuestas super lindas y de las que estoy orgulloso. Pero en otro momento entrás a algo más austero”.

Por último, el tanguero se refiere a los proyectos que proliferaron durante los últimos años que intentaron fusionar el tango con otros géneros, como la música electrónica: “El tango es una música híbrida por naturaleza, nació así. Pedirle una raza aria es bastante ingenuo. El tema es que el triunfo de la traición. Si vos traicionás y no ganás, sos un traidor. Si vos traicionás y ganás sos un revolucionario. Las traiciones que no prenden serán anécdotas. El valor del tango electrónico es a cuánta gente le emocione esa música y por cuánto tiempo. Uno se sigue emocionando con la yumba de Pugliese 70 años después. Si eso se consigue será tango y nosotros seremos la guardia vieja. Sino solo quedará en el olvido”.