El complejo teatral de Buenos Aires: una deuda con la cultura porteña

  • Imagen

El complejo teatral de Buenos Aires: una deuda con la cultura porteña

02 Agosto 2013

 

…“ Las democracias multinacionales de mercado, nos vuelven anémicos como grupo cultural transformador…Ya no corremos peligro. Tenemos la cabeza a medio privatizar. Libertad sin cuerpos. Sin resonancias. Sin afecciones y sin intensidades. Nos han robado el sentido otra vez pero con mucha más sutileza, haciéndonos tener la sensación de que somos absolutamente prescindibles, absolutamente descartables.”

Eduardo Pavlovsky

Por Marcela Martínez Parera

En la Ciudad de Buenos Aires el mapa teatral alcanza un grado de diversidad ¨riquísima, inabarcable a los atribulados ojos del crítico y el investigador: teatro comunitario, danza-teatro, nuevo circo, artes performativas, teatro de calle, biodrama, impro (improvisación), escena muda, teatro de papel y teatro del relato, escraches, teatro dramático y postdramático, teatro de estados, teatro de franquicia, teatro cultual o totémico, teatro en otras lenguas, teatro de alturas, teatro conceptual, teatro musical, teatro de muñecos y de objetos, stand-up y múltiples formas del varieté, sumados a la recuperación renovadora de modelos del pasado. Pero además la teatralidad derrama en la actividad social (ni hablar de los políticos y los comunicadores en los medios audiovisuales); gana una teatralidad des-definida, la liminalidad entre teatro y vida, entre el teatro y las otras artes, entre el teatro y la ciencia, la manifestación política, la religión.¨ (Teatro de la post-dictadura. Jorge Dubatti. 2011). Ante esta diversidad abrumadora nos proponemos pensar ¿Qué lugar tiene o debería tener el Teatro Oficial en el mapa teatral porteño?

En el año 2000 se fundó el Complejo Teatral de Buenos Aires (CTBA), dependiente del Ministerio de Cultura que actualmente lleva adelante Hernán Lombardi. Nació con la finalidad de concretar un repertorio específico para cada teatro de las diferentes zonas de la Ciudad donde estaban ubicados: el Teatro de la Ribera, el Teatro Presidente Alvear, el Teatro Regio, el Teatro San Martín y el Teatro Sarmiento. Se crearon de esa manera una multiplicidad de espacios donde se representaron y se representan aún hoy, aunque con menor frecuencia que en esa época, diferentes obras de teatro, de lírica y danza, con puestas convencionales, innovadoras o experimentales según el ámbito. Por la accesibilidad de amplios sectores de la sociedad, en especial por el bajo costo de sus entradas, el CTBA ha generado una apropiación simbólica de importancia en sus espectadores durante muchos años de vida creativa y esto ha tenido un efecto educativo, un acercamiento no sólo al arte, sino también al conocimiento. De ahí su importancia en la vida cultural y teatral de los porteños.

En la actualidad, estamos asistiendo a una feroz política de vaciamiento de los espacios oficiales de teatro de la Ciudad debido a las políticas públicas del sector. Un documento de la Asociación Argentina de Actores de marzo del presente año dice: ¨ El deterioro de las salas y de los camarines del Complejo Teatral Buenos Aires; la falta de ficción en la programación del Canal de la Ciudad, algo que antiguamente ofrecía; el alquiler del Teatro San Martín para la fiesta de un empresario de la actividad privada; la mermada producción propia y la consecuente tercerización de espectáculos teatrales a través de productores del circuito comercial que usufructúan las salas del complejo, solventadas con los impuestos de los ciudadanos; el peligro de perder los talleres de oficios teatrales en ese espacio, como ya ocurriera con el conocido desguace del Teatro Colón; el uso de la represión, la falta de diálogo, y la ausencia de propuestas viables para solucionar el conflicto de la Sala Alberdi (…) son apenas algunos ejemplos de la grave situación por la que atraviesa la cultura en la Ciudad. ¨

Para completar el panorama antes citado, la elocuencia de algunos datos duros nos muestran la situación alarmante del CTBA

Teatro Público. Complejo Teatral de Buenos Aires a partir de los datos del Ministerio de Cultura del CGBA, presentados por la DGEyC, cantidad de asistentes a los teatros de la Ciudad entre los años 1990 y 2011.

Año        Funciones           Asistentes

1990           129                      270.499

1991           149                      346.060

1992           169                      365.323

1993           194                      416.732

1994           205                      445.148

1995           196                      436.945

1996           195                      422.992

1997           200                      414.229

1998           148                      298.526

1999           247                       60.272

2000           273                      415.661

2001           312                      417.381

2002           649                      617.898

2003           826                      703.268

2004           643                      547.624

2005           366                      460.575

2006           259                      418.583

2007           143                      123.215

2008           123                      105.240

2009            43                         51.198

2010           221                       171.246

2011           137                       198.708

Ciudad de Buenos Aires. Años 1990 a 2011. Fuente: elaboración propia en base a datos DGEyC y Teatro Nacional Cervantes

De estos datos expuestos surge claramente que a partir del 2007 hay un descenso significativo tanto en el número de funciones como en la cantidad de asistentes.

Este modelo ¨sociológico cuantitativo ¨ nos permitió hasta ahora, medir los espectadores y las funciones de los espectáculos y entrever algún tipo de efecto de las políticas implementadas por el macrismo en el mapa teatral porteño. Nuestra preocupación en este análisis, está centrada en la disminución medida en los teatros oficiales debido entre otras cosas, al acortamiento de las temporadas, a la supresión de funciones y a la tercerización de algunas producciones, que traen aparejada la pérdida de esta tradición cultural de la Ciudad. Profundicemos un poco más el tema:

El neoliberalismo, porque de esa manera caracterizamos al gobierno porteño, emancipa de cualquier control el ámbito económico para poder establecer su lógica mercantil sobre cualquier aspecto de la vida social. Pero la libertad de mercado necesita como contrapartida, aunque parezca paradójico, tener un férreo control de los contenidos simbólicos para poder dominar, sin que se noten sus verdaderos objetivos, las representaciones sociales, las formas de opinión y por ende las acciones que posibiliten un poder que garantice la desigualdad social y la injusticia que genera. Eso explica los intercambios entre el poder y el control discursivo neoliberal y porqué les resulta indispensable llevar adelante ciertas políticas. Pero ¿Cómo se logra esto?

Es de sentido común pensar a la subjetividad como un ámbito vinculado a lo privado e íntimo, referido al interior de los sujetos, sin relación con el mundo simbólico y los intercambios sociales. Sin embargo su constitución está ligada a la cultura a través de los vínculos familiares, instituciones educativas, valores sociales, particularidades culturales e inclusive las formas organizativas del Estado. El sujeto, agregaríamos histórico, adquiere en estos intercambios entre otras cosas, significaciones (éticas, estéticas, ideológicas, etc.) que le permiten actuar sobre su vida en sociedad y su cultura. En este sentido podemos inferir que cultura y subjetividad son términos que tienen una relación dialéctica y que, cuando se producen cambios culturales que generan ¨nuevas instituciones sociales que toman un papel dominante en la producción de subjetividad como los medios masivos de comunicación, en especial la televisión, el cine, y en estos tiempos la informática, esto genera que la producción subjetiva esté menos ligada a la función tradicional de la familia ¨ y construyen nuevos ¨modelos de ¨sensibilidad ¨ e ¨ideales ¨ vinculados muchas veces, a la necesidad del control social. (De un horizonte incierto. Emiliano Galende)

Esta situación encuentra resistencia en gran parte de la actividad teatral, porque los teatros son espacios donde se puede producir, desde nuestro punto de vista, una herida en el corazón del control discursivo. El hecho teatral presupone, un recorte del tiempo y el espacio en donde todos los participantes del acontecimiento (teatristas y espectadores) rompen con las exigencias de la vida cotidiana y las normas. En definitiva, los sujetos que asisten al teatro se permiten a sí mismos, establecer una experiencia con nuevos significados y nuevas e inesperadas relaciones entre las personas. Durante el hecho teatral se conforma una suerte de comunidad donde el espectador no es contemplativo, sino que es un sujeto, impulsado por la teatralidad, a participar sintiéndose afectado, afectando la experiencia y posibilitando de alguna manera, una experimentación política al significar críticamente la cultura y la sociedad que lo rodea. Estos territorios de subjetividad alternativa, como los llama el investigador Jorge Dubatti, son propicios para la creación de nuevos discursos, de nuevas prácticas, de sucesos en el orden de lo incalificable, lo inexistente, en definitiva de lo que podríamos ser.

Teniendo en cuenta todas estas consideraciones el Teatro Oficial, desde nuestra mirada, tiene una deuda con el campo teatral y con la sociedad en su conjunto. La deuda a la que nos referimos no tiene que ver con las capacidades ni con el entrenamiento de sus profesionales, que es excelente. Los actores, directores, técnicos, iluminadores, escenógrafos, administrativos, etc., son los que han sostenido nuestros teatros con la fuerza de la vocación y el amor por la actividad y esto es injusto en instituciones que cuentan con presupuesto para desarrollar sus programas, pero sabemos que el desfinanciamiento de las instituciones es parte del proyecto de vaciamiento. Por otro lado, la gestión macrista al negar a los teatros oficiales el desarrollo de sus potenciales estéticos y económicos, fisura la inclusión y desestima el aporte que podrían ofrecer a la economía sustentable de la Ciudad.

La complejidad de la problemática de los teatros oficiales hace que sea necesario un abordaje desde todos los ángulos posibles de su producción, su consumo y su distribución. Todos los agentes del campo del teatro oficial de Buenos Aires deberían ser convocados en la tarea de refundarlo y resignificarlo. Decimos refundarlo porque creemos que el ámbito oficial es, justamente en este momento político del país, el más propicio para las expresiones interculturales, para las producciones que revaloricen las Identidades, para la heterogeneidad de las poéticas teatrales y la multiplicidad de las manifestaciones estéticas. Creemos que sólo podrá lograrse un cambio de paradigma cultural, mediante una amplia voluntad política que contenga a todos los interesados en el logro de nuevos teatros que signifiquen la negación de la estética del mercado y la lógica publicitaria.

Esta es nuestra propuesta, esperamos poder trabajar juntos por un Teatro Oficial que sea el garante de la participación popular y la soberanía cultural.

Marcela Martínez Parera: Librera – Editora – Artes (UBA). Frente Grande

Fuente: La Fábrica Porteña