“Donde las palabras no alcanzan, se encuentra la necesidad de poner el cuerpo en acción”

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“Donde las palabras no alcanzan, se encuentra la necesidad de poner el cuerpo en acción”

29 Octubre 2017

Por Juan Manuel Ciucci

Agencia Paco Urondo: ¿Cómo surge el grupo?

Resquicio Colecivo: Los inicios de Resquicio son un poco confusos. Si bien tenemos una primera acción como colectivo de artistas independientes autoconvocados, que fue mutando de nombre hasta llamarse Resquicio Colectivo, tenemos un primer acercamiento a lo que es la performance activista en el Encuentro Nacional de Mujeres de 2016, llevado a cabo en la Ciudad de Rosario. Fue junto al colectivo Fin de un  Mundo, quienes convocan a participar a gente de Rosario y se sumaron Norma Ambrosini, Magdalena Torno y Noelia González. Posterior a eso se convoca al Paro Nacional de Mujeres, también llamado Miércoles Negro en Octubre de 2016, donde Norma Ambrosini decide que esa era una experiencia donde ella se sentía cómoda a la hora de manifestar, un espacio donde las palabras no alcanzan, donde colgarse un cartel ya no es suficiente, se encuentra con la necesidad de poner el cuerpo en acción. Es así que con una imagen disparada por Viginia Tuttolomondo en un obra dirigida por ella mientras estuvo en el Elenco de Danza Contemporánea, sale una primera intervención que da vida a esto que llamamos Resquicio Colectivo. Fue llamada "No somos basura" donde se trabajó con diversas instancias, la primera con una intervención durante la concentración, un momento de marcha donde hoy Resquicio encuentra su hacer, su accionar. Y un momento de cierre que sucede durante la marcha. Constituido como tal mucho tiempo después, hubo un primer momento donde se trató de definir lo que estábamos haciendo, queríamos dejar claro que en el momento de la intervención hay un mensaje común que nos está unificando, y que eso no tiene una bandera, sino que es simplemente lo que es: un acontecimiento en la ciudad, en la calle, en una marcha. Más adelante, tratando de comprender desde dónde nos movíamos, surge el término "resquicio", que es lo que le da el nombre a este colectivo. Entendido como el entre, como eso que está, pero que no se ve. La grieta y todo el espacio que ocupa esa grieta.    

APU: ¿Cómo piensan la relación posible entre arte y política? ¿Por qué hablan de una diferencia entre la performance política y la performance activista?

RC: En principio debemos lograr un espacio de coincidencia para comprender o lograr avanzar respecto de la relación arte-política. Y ese sitio es saber que ya sea por acción u omisión, cualquier cuerpo es político. ¿Y qué significa eso? Que cuando se presenta la no acción, esta es un acto de rebeldía en sí misma, porque se presenta opuesta a otra situación. Está cargada, por tanto, de significado. En ese espacio, el de pensar todo cuerpo como político, el arte se presenta como un medio más de manifestación de ideas, pasiones, necesidades. Esto abarca actos conscientes e inconscientes. Y allí entraría el pensamiento performático, y por sobre todo en el caso de nuestro colectivo, el de mostrarse como cuerpo performático. Es decir con todas las manías, imperfecciones, vicios, etc., que el mismo ha acumulado a lo largo de nuestra existencia. Un cuerpo performático es para nosotras/os un cuerpo que no se presenta pulido, ensayado, disciplinado. Es más, para no caer en el vicio de lo aprendido, recurrimos a algunos trabajos o ejercicios específicos, que nos aseguren que el cuerpo que se verá será el que nosotras/os creemos y denominamos “nuestro real”. Por lo tanto, el arte para nosotras/os se presenta en este marco: inmerso en un cuerpo político, que queremos que se visualice lo más imperfectamente humano posible.         

Respecto a la diferencia entre performance política y activista, nos basamos en varios pensamientos como para crear un campo entre estas dos instancias de acción. Los cuales son pertenecientes a otras ramas, es decir, no provienen de la que nosotras/os transitamos pero que creemos que la han definido, como lo son el teatro pobre de Jerzi Grotowski, el teatro del oprimido de Augusto Boal, el pensamiento abismal de Boaventura De Sousa Santos. Como también otros textos que hablan de un transitar entre teoría y práctica que desarrollaron varios performers como Guillermo Gómez Peña, Coco Fusco, la teoría queer, el posporno, como todos los estudios que proponen otros cuerpos posibles. Coco Fusco en mayo de 2017 planteó en la Bienal de Performance la idea de la performance como un territorio liminal entre lo que es arte y lo que es crimen, en ese medio camino están las/os que sostienen y transitan este tipo de experiencias. Y también quienes teorizan. Por tanto, para conocer la diferencia entre performance política y performance activista consideramos que la primera resulta ser un conjunto de materiales o trabajos de una relación social que invita a reflexionar; mientras que la segunda es un fin inmediato, con necesidad de cambio dentro de un contexto de protesta. Entonces si bien la performance política es una acción, en general ataca políticas que tienen que ver con cuestiones artísticas, por ejemplo, pensadas dentro de un museo ponen en evidencia las relaciones burocráticas de las elecciones de las obras, como hacen las Gorila Girls en EEUU desde hace años. En cambio las performances activistas son propuestas que esperan cambios inmediatos o por lo menos un cachetazo al espectador. Por eso las diferencias entre ambas son los motivos, los fines de las propuestas, y también los prejuicios por parte del mundo del arte a la noción de lo que es el arte útil o el arte inútil. Al  margen de estar convencidas/os que todo cuerpo es político, como decíamos antes, lo político se presenta directamente relacionado con la visualización de un problema, en nuestro caso. Y dado que la performance se plantea como un siendo o haciendo, resulta evidente la multiplicidad de recursos expresivos,  extraestéticos, que la atraviesan, resultando constituirse a través de una combinación de realidad y ficción en vivo. Eso es lo que resulta para nosotras/os el hecho de considerarnos artivistas o realizar performance activista, una combinación de ese cuerpo real que nosotras/os buscamos en la ficción en vivo, con una recepción potente e inmediata.        

APU: ¿Cómo trabajan la "curaduría en vivo"?

RC: La curaduría en vivo para nosotras/os es el proceso que sucede durante la intervención, ya sea en una manifestación, estemos en movimiento o no. Esta curaduría se lleva adelante por todas/os quienes participamos de la acción, de la performance, y se va construyendo. Las propuestas de movimiento son sencillas, con conceptos claros, para las personas que participan. Y se van desarrollando a lo largo de toda la movilización o marcha de la que estemos participando. A veces estamos encolumnadas/os, otras no, pero de todos modos estas acciones se van llevando a cabo y tanto quienes participan como quienes están de monitores (las personas que nos acompañan y nos cuidan) percibimos el momento y proponemos de acuerdo con lo que nos parece que puede sumar a esta performance. Quien participa propone, y quien mira de afuera si le parece que queda bueno, lo comunica a quienes están en acción, y eso se lleva a cabo. Se agrega a estas consignas simples, que también se van modificando, algunas se mantienen pero a otras se le van sumando cosas. De esta manera se va llevando adelante esta curaduría en vivo, que ya cuando finaliza la marcha o movilización, aquellas pautas de movimiento fueron mutando, habilitando otras propuestas. Salvo algunas de nuestras intervenciones como “No somos basura”, “Zapatitos de charol” y “Cruda”, las anteriores no se han repetido hasta el momento.         

APU: ¿Qué proyectos están organizando a futuro?

RC: Los proyectos que Resquicio Colectivo tiene por delante son varios. Por un lado, seguir con Galerías sin muros, que es el proyecto de intervenciones urbanas a través de la poesía corporal que propone Resquicio, en lugares poco comunes, transitados por personas, irrumpir la cotidianeidad con algún mensaje que pensamos con un lenguaje poético. Y por otro lado, continuar participando de aquellas movilizaciones y marchas que nos interpelan desde nuestras subjetividades y como sujetos/as políticos/as que somos. Estamos por viajar a Córdoba para noviembre a un simposio de problemáticas latinoamericanas en donde se trabaja y se problematiza qué lugar ocupa el cuerpo en Latinoamérica. Tenemos ganas de producir más material teórico de cómo nos organizamos, nuestros modos de trabajo, y seguir pensando intervenciones para situaciones, eventos, problemáticas que nos parece importante manifestar, denunciar. Y que sentimos que las palabras ya no nos alcanzan y ponemos el cuerpo también.