De estos polvos, estos lodos...

De estos polvos, estos lodos...

02 Diciembre 2012

Nacimientos

Todo sistema poético es producto de una experiencia de vida – o de muerte– que producirá, tarde o temprano en su devenir, su asunto (tema), su propia dicción (prosodia), sus ideologemas (ideogramatibetano o bororo), todo un material que generará efectos en el propio poeta y en los otros llamados lectores. Si hace historia, provocará en la producción literaria, en la literatura, en el discurso, en el mundo, efectos sensoriales, o recuerdo de sensaciones de la infancia, también sentimentales (memoria de sentimientos a punto de desvanecerse), emociones (fugacidad de los latidos, de las palpitaciones), que podrán ser intelectuales (ratios que combinan interpretaciones de los sentidos, de las emociones y de su relación con el mundo). Cada uno de ellos pervivirá según la insistencia con que cada poeta logre traducir en palabras, relatos, narraciones, cuentos, que tendrán quizá algún destino.

La poesía está más allá del lector. Pero cuando el poeta, y son varios pero no muchos en la poesía sudamericana, intenta no construir sino destruir los sistemas prefiriendo,quizás sin saberlo, su propia destrucción, entonces, estos se reducen a polvo aunque la reminiscencia permanezca. El tema se desbarata en subtemas, en microtemas que se contraponen alcanzando un desvarío de las palabras poéticas (diccionario), la disolución en pura asonancia o en pura disonancia –vale lo mismo –, lo que se quiere tal vez sin decirlo, es hacer de la sonoridad el lecho de ciertas murmuraciones, de ciertos farfulleos, de rumores esofágicos, de ciertos contorneos que convocan a los disturbios del sentido. No es un ataque a la semántica, sino un descenso hacia las cavidades más profundas del sentido, allí donde nacen los fonemas protoglóticos – formas aberrantes pegadas a la faringe –, allí donde nacen el grito y el lamento, y donde la risa y el llanto se contraponen a la seriedad del lenguaje. Un hecho burlesco o dramático no importa, sólo importa el ejercicio de la glotificación ajena al sentido. Peligroso para la sintaxis este configura un descentramiento del lenguaje regido ahora por otros órdenes: el orden sexual, el orden político. Néstor Perlongher llevó la palabra poética al borde extremo de las limaduras, de sus desconexiones, entre los recovecos privados de una glosemática que afecta, como un carcinoma corpuscular, la trama del lenguaje.

La lengua poética latinoamericana estaba ya preparada – por contaminación – para esta endemia por César Vallejo, Oliverio Girondo, Haroldo de Campos. Perlongher tenía una lengua preparada para su exterminio. Entró en la casa y los departamentos del lenguaje poético – y también quemó sus aulas universitarias – como delincuente para producir un despojo de los estratos de la lengua, como un artesano de la locura lingüística, como niño afásico y como viejo esquisográfico, atacando lengua y letra. Si la teoría lo proveyó de elementos para construir una erótica, su deseo de hombre le proporcionó su material glótico para la glorificación del propio deseo. Quizás allí donde el deseo deja de ser tal para convertirse en una ratio única desmintiendo el dos del comienzo (masculino-femenino / femenino-masculino), en orden privado, en orden uno. Cuando este orden deja de ser único (uno) se vuelve disyuntivo, segmentario, solidario, social y político. Entre ambos circuló la experiencia escrituraria de Perlongher. ¿Dónde habita un sexo cuando el deseo lo deserta y sólo quiere dormir? El deseo no se cansa nunca y sólo descansa en la muerte. El entrecruzamiento entre la anarquía del lenguaje y el fascismo de los cuerpos convierten a esta versión poética – versión ensayística de la poesía con emblemas, con rótulos, con tratados, con enseñas, como lo señala Cangi– en una encrucijada histórica y en una encrucijada sexual.

La encrucijada histórica está datada por una enseña y por un cuerpo: Eva
Perón. La encrucijada sexual está nombrada por los homos. La poesía ensayo de Perlongher es fundamentalmente Argentina, es nacional. Hacer de la sexualidad un campo de batalla política en la argentina no coincide con los movimientos lésbicos y queers americanos, ni en procedencia ni en factura argumentativa. La política queer es una política dentro del Estado y genera una estrategia de cambio. La política de Perlongher, por lo menos dentro del campo poético, es una maquinaria de destrucción de la Ley, de la gramática, del derecho, de la lógica dual e intenta desolidarizar la estrategia en provecho de una táctica ocasional, vagabunda, callejera.

Informe para una academia

La literatura funciona como anticipación. El poeta sabe que la literatura sin vida es una complementariedad peligrosa: vida-literatura propone enigmas muy claros en su exposición y muy difíciles en su resolución; ya no se trata de la vie littérarie del pasado siglo francés, tampoco de la experiencia vital que fundaría la literatura, ni de los recuerdos de una vida anterior y los de una vida presentida que inauguraría la ficción de una vida contada, sino de llevar al extremo la vida del cuerpo en verso, en pura versificación de las sensaciones. Mostración de un cuerpo llagado (la llaga muestra el temblor de la carne), un cuerpo abierto (el cuerpo abierto, desventrado, exposición de los órganos y de los laberintos vehiculares de la sangría), un cuerpo herido (un cuerpo dispuesto en el filo de la desgarradura antes de convertirse en cicatriz), un cuerpo desenfrenado en la fugacidad de su actividad (cuerpo dinámico, fluyente); en suma, un cuerpo desertado de las pasiones y de las emociones, puro latido sensitivo. No es el “cuerpo de palabras”, sino las palabras engastadas en un cuerpo.

Este cuerpo es, quizá, irreconciliable a la razón, pura plétora de sensaciones, puro vacío de sentimientos. Entonces, ¿cómo establecer una alianza entre la pura emergencia instintiva con las palabras, incluso con la fluencia del discurso que no cesa? ¿cómo mantener una fracción, una coloración de instante, en este maniobrar desatado en contra de la palabra? Si el cuerpo sabe, como dice Cangi retomando una larga y heterodoxa tradición, debe volverse interior a la palabra, no significarla, no definirla, sino ser ella misma la pura expresión del dolor, del placer, de la angustia, del goce, de la propia mortalidad del discurso. Entonces, el poeta debe hacerse cómplice de otros ámbitos, de otros destinos, que no son los de la literatura, sino los de la historia de los cuerpos. La historia de los cuerpos está plagada de ritos extraños a la literatura(...).


El texto completo fue editado en Cuadernos de Reciénvenido. Homenaje a Néstor Perlongher. CURSO DE PÓS-GRADUAÇÃO EM LÍNGUA ESPANHOLA E LITERATURAS ESPANHOLA E HISPANO-AMERICANA. UNIVERSIDADE DE SÃO PAULO