Cine: “Barbie”, sobre cuerpos hegemónicos y cambios de paradigmas

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CARTELERA DE CINE

Cine: “Barbie”, sobre cuerpos hegemónicos y cambios de paradigmas

30 Agosto 2023

Parece que fue ayer cuando éramos niñas y jugábamos horas interminables con las Barbies. Recuerdo todo lo que significaba vivir historias a través de las muñecas, impolutas, preciosas, siempre a la moda. El romanticismo que se creaba cuando jugábamos también con Ken: siempre se amaban.

Por eso Barbie, en principio, genera una cierta nostalgia del paso del tiempo, ese sentimiento de lo que ya culminó. Revivir ese juego que la juventud luego te quita en determinado momento. Y respecto a esto, puedo decir que lo reviví pero que también me pareció una película que toca otras fibras mucho más sensibles.

La película transcurre entre dos mundos: el de fantasía, en donde viven en una felicidad rosa y esponjosa las Barbies y los Ken, y el mundo real, en donde Barbie es simplemente una muñeca que se comercializa, aunque también con la que se juega y se crean mundos adorables en la vida de muchas niñas.

La historia central es la de “Barbie estereotípica”, tal como ella se denomina. Todas las mañanas se levanta muy contenta, se viste con outfits increíbles, desayuna lo de siempre y arranca su día, que es idéntico al anterior. Hasta que algo cambia. Le aparece celulitis. Sí. Real. Tal vez como algo superficial, pero que irrumpe, comienza a desenlazarse una historia de lucha, de encontrar explicaciones, de ver por qué su belleza estereotípica comienza a “alterarse”.

Con eso se da un viaje al mundo real, en donde Barbie encuentra que nada de esa realidad se asemeja al mundo rosa, cuidado y sin emociones verdaderas en el que vive. Y algo en ella nace. Llora por primera vez. Siente. Reflexiona. La escena más bella de toda la película ¿Por qué pensábamos que Barbie no sentía?

De ahí nacen un montón de preguntas. Quién nos hizo creer que Barbie, simplemente por tener un cuerpo hegemónico, no podía sentir, emocionarse. Si nosotras cada vez que jugábamos con ella, sentíamos, nos emocionábamos, creábamos. 

La película recorre distintos puntos de reflexión: el amor propio, el camino del autodescubrimiento y el romper con la historia de “la media naranja”.

Y en esa lucha con el mundo real, es cuando quieren que Barbie vuelva a su mundo a no criticar nada, a dejarlo todo impoluto, inamovible, a perpetuar el sin sentido, a no sentir. Es cuando quieren que nada haya pasado. Pero algo de ella no lo permite. Ya las emociones han florecido y nada puede detenerlas. Es donde el juego de “la chica linda y tonta” ya no es ni lindo ni tonto.

La película recorre distintos puntos de reflexión: el amor propio, el camino del autodescubrimiento y el romper con la historia de “la media naranja”. Porque Ken también se sumerge en el cambio de paradigma y deja de mirarse a través de los ojos de Barbie, que en algún punto fueron determinantes en su concepción y personalidad. 

Porque para nosotras, las que jugamos y creamos historias, nunca esta muñeca fue sólo un juguete. Significó, y para muchas todavía significa, una posibilidad de mundos sentidos y alegres. Aunque quizá con un contrapunto existencial. Siempre con un Ken o una cadera “perfecta”. Entonces ¿todavía tendremos tiempo de inventar otras historias o cuánto nos habrán condicionado las mismas?

Porque para que nuestras Barbies puedan llorar, debemos llorar primero nosotras. Porque lamentablemente no está muy lejano de la realidad ese “si sos flaca y linda no podés pretender cambiar el mundo”. Por eso la película tiene significancia en los tiempos que corren, y el mundo se detiene si llora una Barbie.